“Instante” es una obra curiosa: sus poemas hablan de momentos fugaces, apenas esbozados y apreciados por casualidad si el observador es capaz de buscarlos pero cuyo impacto perdura tras su finalización, instalándose en la mente. Ello se debe a que el ser humano es capaz de hacer suyos fragmentos de cualquier hecho asociándolos a lo más instintivo: las emociones.
Wistawa Szymborska siempre fue una poeta en continua búsqueda, insatisfecha de aquellos que llamándose escritores no sentían la necesidad de completar, ampliar y cuestionar aquellos que ya sabían, Ella siempre estaba deseosa de ir más allá.
Reservada, no necesitaba premios o reconocimientos, casi se diría que escribía para sí, por amor a transmitir, quizás también para sus conocidos pero en ningún caso por fama o adulación. Su poesía deja ver su inquietud por analizar, por trabajar con la realidad que le rodeaba, sin artificios.
Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.
En Instante trata una de las búsquedas más complejas para cualquier poeta, uno de los temas más recurrentes: la descripción de las emociones como forma de comprensión de uno mismo. Es un tema complejo, las emociones son algo subjetivo, percibido de forma muy personal, difícil de hacer encajar con el sentir de otros. Sin embargo ella era clara, contundente. Conocía perfectamente al ser humano, quizás debido a su amor por la filosofía y sus estudios de Sociología.
En el caso de este poemario solo requiere de momentos breves, de contacto con eventos, con objetos o la naturaleza cambiante para recoger emociones como el miedo, la incomprensión, la curiosidad o la ilusión de forma magistral. Describe como estas emociones momentáneas tienen el poder de cambiarnos, de desestabilizarnos, de hacernos tomar decisiones. El ser humano sin emociones pierde el sentido de su existir.
Actualmente muchos escritores sienten temor o reparo a “desnudarse” a través de las emociones, de revivir el vacío que se instala en el pecho al recrear la duda, la euforia, la tristeza… y escriben de ello de forma indirecta o exagerándolas hasta desnaturalizarlas.
Sin embargo Szymborska, con su sencillez, trata de observar desde la quietud, la calma, la descripción analítica, situaciones tristes, cotidianas, golpeando así al lector sin necesidad de adornos. Las emociones, sin lugar a dudas, no los necesitan.
Saltaron hacia abajo desde los pisos en llamas:
uno, dos, todavía unos cuantos
más arriba, más abajo.
La fotografía los mantuvo con vida,
y ahora los conserva
sobre la tierra, hacia la tierra.
Todos siguen siendo un todo
con un rostro individual
y con la sangre escondida.
Hay suficiente tiempo
para que revolotee el cabello
y de los bolsillos caigan
llaves, algunas monedas.
Siguen ahí, al alcance del aire,
en el marco de espacios
que justo se acaban de abrir.
Sólo dos cosas puedo hacer por ellos:
describir ese vuelo
y no decir la última palabra.
Breves poemas, emociones condensadas, pausadas, reflexionadas. Ella siempre ofreció lo justo, explicó lo necesario. En una época en la que todo necesitamos desesperadamente volver a conectar con nuestras emociones, para vivir plenamente, la última frase de su discurso de aceptación del Nobel en 1996 queda totalmente actual: « Todo indica que los poetas tendrán siempre mucho trabajo ».