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La genuina colaboración femenina

Diversos medios en el mundo han comenzado a criticar fuertemente el modelo basado en la competencia, heredado en los últimos cincuenta años. No obstante, diversas mujeres en todo el globo, que hoy lideran instituciones de poder, comienzan a proponer nuevos caminos. Su foco suele estar en las relaciones, tienen una mirada sistémica que observa tanto el proceso como el resultado y esta manera de liderar resulta ser el mecanismo generativo de la colaboración.

Estamos viviendo un momento histórico. Mientras presenciamos el fin de un modelo basado en la competencia, cada vez más voces hacen un llamado a un sistema basado en la colaboración. En plena pandemia y cuando se cumplen 50 años del ensayo de Milton Friedman que cimentó las bases del capitalismo, el diario The New York Times y la revista Fortune vaticinan el fin de una era. Ambos lo critican por haber causado daño a la sociedad al no haber sido capaz, por ejemplo, de dar respuestas a temas complejos como el cambio climático y haber exacerbado con su modelo la desigualdad económica.

La crítica llega justo cuando la crisis sanitaria ha obligado a los ciudadanos y a las autoridades de todo el mundo a colaborar entre sí. Se trata de un estilo de liderazgo genuino en las mujeres, que diversas voces líderes femeninas en el globo, han advertido como el único camino posible para superar los desafíos de este siglo.

En Europa, por ejemplo, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, Christine Lagarde, líder del Banco Central Europeo, y Angela Merkel, canciller de Alemania, están impulsando el plan NextGenerationEU, que busca reparar los daños de la pandemia a través de la colaboración. Consultada por The New York Times, Lagarde destacó la calidad de su comunicación, sin protocolos, con llamadas y mensajes de texto, enfocadas en el resultado y no en figurar: “menos vanidad y más comunicación”.

La gestión de los egos, como bien se observa en el ejemplo anterior, es algo que no se ve solo en las altas esferas de poder. La primatóloga Isabel Behncke cuenta que en las ciencias se produce un tipo de conversación cuyo punto de entrada “es rebatir y ser contestatario”. Ella, no obstante, prefiere un diálogo orientado al mutuo entendimiento, en la no competitividad y donde se genere una construcción colaborativa.

Los casos de Von der Leyen, Lagarde, Merkel y Behncke son solo algunos ejemplos que demuestran el potencial del liderazgo femenino. Este no se produce desde el ego. Más bien las mujeres están ocupadas en saber administrar estas presunciones en sus equipos para lograr compartir el conocimiento y alcanzar acuerdos. Tienen, además, un sentido de lo colectivo que las motiva a tomar tareas que aportan al bien común.

Surge, entonces, una manera colaborativa de relacionarse que no es buscada. Simplemente emerge en el manejo apropiado de los egos, en la búsqueda de acuerdos y en el interés de encontrarse en el conversar. Ese diálogo que Humberto Maturana describe como la danza del razonar y el emocionar.

Finalmente, en el liderazgo femenino, la colaboración no ocurre como respuesta a la necesidad de generar valor: la generación de valor es una consecuencia de la colaboración, no su finalidad. Las mujeres tienen un genuino interés por las personas. Su foco está en las relaciones. Tienen una mirada sistémica que observa el proceso y el resultado. Esta forma de liderar resulta ser el mecanismo generativo de la colaboración.

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