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La juventud de hoy ya no es como la de antes

La juventud de hoy ya no es como la de antes.
Al hilo de Los niños cansados, que escribía en mi anterior entrada,  me han surgido muchos comentarios, por los que he llegado al siguiente paso, y es que los niños crecen, y se convierten en adolescentes.
Una generación de adolescentes con herramientas distintas a sus predecesores, con muchos más medios a su alcance. 

Con el mundo en sus manos y a sus pies, a unas edades en las que comprenderse a si mismo ya es un universo inalcanzable.
Es cierto, la generación que estamos criando no es como la nuestra.
No sienten igual, no piensan igual (ni mejor, ni peor), distinto, porque viven distinto.

Viven en un mundo dónde el nivel de apremio y de exigencia es mayor que el que tuvimos nosotros, y con ello no me refiero a que tuviésemos menos que estudiar, menos responsabilidades o menos exámenes que ellos, sino que el entorno y las circunstancias de todo ello, es diferente.

No tienen calle, como tuvimos nosotros, ni esa cercanía de la que disfrutamos otras generaciones.
No tienen amigos en la medida que los tuvimos nosotros, amigos de día a día, círculos más reducidos pero con contacto permanente, donde se compartía barrio, colegio, experiencias.
Hoy en día muchísimos niños y adolescentes viven compartiendo su tiempo en diversos círculos paralelos en el tiempo, el barrio, los amigos de actividades, el colegio o instituto. Más amigos, o conocidos, pero no tan íntimos, no del día a día, no tan cercanos.
No tienen las puertas abiertas como tuvimos nosotros, viven en una sociedad en la que la libertad llega restringida por el miedo. En un mundo en el que les enseñamos a no sentirse seguros.
Llegan más tarde a esas pequeñas libertades, ir solos al colegio, a hacer algún recado, es impensable a ciertas edades y en muchos sitios.
Los queremos más responsables y sin embargo no creemos en ellos para esas libertades, no por ellos, sino por vivir en lugares donde tememos soltarles de la mano.
Y mi percepción, desde una ciudad de tamaño medio es distinta a muchos de vosotros, que vivís en ciudades más grandes, con grandes distancias, o en otras donde la delincuencia hacen de la inseguridad un peso diario.

La juventud de hoy ya no es como la de antes
Porque a ellos les venden que no hay esperanza.
Les cuentan a diario que el mundo está en declive.
Que les espera un futuro sin expectativas, sin trabajo, en el que probablemente tengan que marchar.
Donde deberán aprender a alejarse de su familia por exigencias de un guión en el que no pidieron ningún papel.
Una juventud a la que ya no se les orienta en función de sus capacidades o de sus gustos para estudiar o para elegir profesión, sino en función de las salidas y posibilidades de futuro profesional.
La vocación queda relegada a saber que en un futuro tendrán que comer.
Una generación, que ha nacido sabiendo que independizarse es una meta que cada vez llega más tarde, que el empleo es un bien a veces escaso, que para llegar a su meta, tendrán que sufrir abusos, trabajos mal remunerados, prácticas injustas, horario absurdos.

La juventud de hoy ya no es como antes, porque han crecido en un mundo en línea, donde la soledad se llena de miles de seguidores, de cientos de “me gusta”, de miradas indiscretas a nuestra vida y a la vida de otros donde no queda lugar para el error, para la equivocación, para el aprendizaje.
Crecen sabiéndose juzgados y examinados desde pequeños.
Crecen en un mundo dónde sólo cuenta la imagen, esa cara amable tras la que se esconden las miserias del día a día.
Unas miserias que se esconden, que se niegan, que amargan y envenenan en silencio, el silencio de no poder compartir o desahogar en un tu a tu.
En una sociedad en la que está mal visto el dolor, la fealdad, las diferencias…

La juventud de hoy ya no es como antes. Porque han crecido sabiendo que el mundo es de los triunfadores. Aunque quienes triunfen sean corruptos, deshonestos y personas que venden su alma y su ser por cinco minutos de fama.
Porque el esfuerzo no triunfa, ni el deber, ni la dedicación, triunfa el camino fácil, la televisión, el despojo de humanidad que se vende en platós, donde el insulto, la decadencia y la falta de ética vende audiencias.
Un mundo inmediato, donde todo tiene fecha de caducidad, donde cualquier producto con tara se tira y se compra otro.
Donde no hay cabida para sentimentalismos, donde todo es efímero.
La juventud de hoy ya no es como antes. Porque conocen un mundo televisado o en la palma de la mano con sus móviles, un mundo donde es natural ver violencia, muerte, pobreza, conflictos.
Donde el mundo se abre frente a nosotros sin esfuerzo y con todas sus miserias normalizadas.

La juventud de hoy ya no es como antes.
Y viendo el mundo que hemos heredado nosotros, tal vez sea mejor que una nueva generación pruebe otra formade cambiarlo.
Tengamos esperanza.
El mundo está en sus manos para mejorar.

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