Fotografia: @Pablo Lorente
En breve, Natalia Millán volverá a estar en boca de todos por el estreno mundial en la Gran Vía madrileña del musical Bailo, bailo creado a partir de canciones de Rafaella Carrà. Igual que lo estuvo este verano gracias al estreno y gira de la obra de teatro Me trataste con olvido (Clásicas en rebeldía), dramatización de una selección de textos de escritoras del Siglo de Oro. Una actriz popular gracias a la participación en series como Un paso adelante, El Internado, Amar en tiempos revueltos o Velvet. Sin embargo, nunca ha dejado el teatro. Donde siempre se la considera una baza segura en los musicales. Y donde ha llegado a hacer protagonistas para la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) o tomar el relevo de Lola Herrera en Cinco horas con Mario.
Antonio Hernández (AH) – Desde el inicio de su carrera no había vuelto a hacer clásicos del Siglo de Oro ¿Por qué ha vuelto a ellos?
Natalia Millán (NM) – No fue así, en los tiempos en los que Helena Pimenta dirigía la CNTC también hice algunas cosas del Siglo de Oro. En cualquier caso, ojalá hubiera podido diseñar mi carrera. La vida profesional siempre me ha sorprendido con oportunidades como esta, algo que está muy bien, ya que una de las cosas más bonitas de mi profesión es poder cambiar de piel, de pelo, de palabra, de estilos. Además, después de llevar varios años seguidos haciendo musicales tenía sed de textos, de palabras.
AH – ¿Quiere decir que en el teatro musical no hay textos?
NM – Sí, por supuesto. Soy una defensora del teatro musical. Pero tener la oportunidad de trabajar con textos de poetas del Siglo de Oro es un trabajo que siempre apetece.
AH – La poesía también tiene musicalidad ¿se enfrenta a ellos de la misma manera que cuando canta canciones?
NM – El teatro exige mucha concentración. Cuando es musical o se recitan poemas la concentración necesaria es mucho mayor, porque si te baila una palabra o sílaba no funciona, se convierte en una tragedia.
AH – ¿Cómo se consigue esa concentración ante un público e interactuando con unos compañeros a la vez que se baila?
NM – Los compañeros con los que tienes que interactuar y tienes alrededor ayudan mucho a estar concentrada. El trabajo en equipo es muy importante en el teatro.
A mí lo que más me desconcentra es el público conocido. Me refiero a familiares, amigos, compañeros y periodistas que me conocen y que antes de la función me dicen que van a venir a verme. Ese día no doy pie con bola. Me saca de mí y de la concentración porque me paso la función preguntándome qué estarán pensando, si les gustará o no.
Llego a pedirles que no me lo digan. Prefiero que vayan a buscarme a la salida de la función para tomarnos unas cañas y hablar de la obra, de lo que les ha parecido después del espectáculo.
AH – ¿A qué cree que se debe esto?
NM – A que soy muy tímida, como muchos otros de mis compañeros, que siendo tímidos hemos decidido superar la timidez poniéndonos delante de un montón de personas.
AH – El público puede ser anónimo, pero usted no lo es gracias a la televisión. Sin embargo, siempre ha hecho teatro ¿por qué?
NM – El teatro es mi vocación. Tardé muchos años en hacer televisión. Y no comencé porque tuviera vocación de audiovisuales. Fui madre y me tomé un año, el primer año de mi hija, para cuidarla. Tiempo que aproveché para reflexionar cómo podría seguir con mi carrera teniendo en cuenta que ahora tenía que atender a sus necesidades.
Fue entonces cuando empecé a hacer audiciones para televisión y conseguí un protagonista para El super, el primer culebrón de la televisión generalista en España. Ese papel me proporcionó cuatro años de trabajo y una economía estable.
Durante aquellos años aprendí muchas cosas sobre el trabajo frente a la cámara. Porque la interpretación siempre es interpretación, pero la administración del gesto es diferente en teatro que para una pantalla.
A mí me gusta decir que desde la televisión se ganan espectadores para el teatro. Bendita sea esa ganancia.
AH – Aunque lleva muchos años trabajando, lo cierto es que tiene seguidores bastante jóvenes, por debajo de la media de edad de los espectadores de teatro.
NM – Será por la reposición de las series. He estado en dos que fueron un boom entre la gente joven: Un paso adelante y El internado, que se reponen con frecuencia. Y es cierto que cuando los adolescentes me ven unas veces me preguntan si soy Elsa y otras si soy Adela.
AH – Usted desde el principio estudió interpretación y baile ¿por qué? ¿Ya quería dedicarse a los musicales?
NM – La culpa la tiene All that jazz. Una película de Bob Fosse que vi de adolescente y me impresionó muchísimo. El relato que hace del mundo del espectáculo no es especialmente amable. Pero salí fascinada y pensando que yo quería aprender a hacer lo que había visto. No tenía ni idea de dónde acudir y me puse a buscar en la Guía del Ocio que entonces tenía un apartado de academias de baile.
AH – Su formación ha sido más bien informal no reglada como puede ser la de las escuelas oficiales de arte dramático actuales.
NM – Hice la solicitud en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) de Madrid, pero era el último día, me faltaba no sé qué papel y lo dejé. En general, soy bastante procrastinadora. Aunque sí que me hubiera gustado pasar por un centro como el de la RESAD.
De todas maneras, cuando yo comencé a estudiar no existía la formación superior en teatro musical. Así que me pasé la vida de escuela en escuela a la vez que trabajaba para poderme pagar los estudios. Era muy caro estudiar.
AH – ¿Qué le ha proporcionado el haberse formado de esa manera?
NM – A nivel personal mucha satisfacción porque me gusta mucho bailar y la música. Empecé en los coros y en el cuerpo de baile de los musicales. Lo que, además de darme un dinero para pagar las clases, me permitía trabajar con grandes artistas, ver cómo lo hacían y aprender.
Mi primer musical fue My fair lady en 1982 dirigida por Juan José Alonso Millán y arreglos musicales de Teddy Bautista. Con actores como Alberto Closas, Amelia de la Torre o Manuel Alexandre. Musicales humildes, que no tenían la producción de los actuales, pero que se hacían como mucho rigor y profesionalidad.
Entre estudiar y trabajar me daba unas palizas tremendas. Porque se hacían dos funciones diarias de martes a sábado y los domingos una. ¡Y había público para todas estas funciones!
Después hubo un período largo de sequía de musicales. Pensé que esa formación se quedaría en el recuerdo hasta que apareció la serie Un paso adelante. Cuando me ofrecieron el personaje de Elsa, me dijeron que era un personaje muy bonito pero que si quería hacerlo tendría que bailar. Había pasado tanto tiempo desde que empecé en los musicales que ya nadie sabía ni se acordaba de que yo bailaba.
Posteriormente, gracias al papel de Elsa me ofrecieron el papel de Sally Bowles en Cabaret. Uno de los grandes regalos que me ha dado la vida.
AH – ¿Cómo elige los musicales?
NM – Hasta ahora he tenido muchísima suerte. He estado en tres grandes musicales que me han ofrecido sin más: Cabaret, Chicago, y Billy Elliot.
El primero no era el montaje que conocemos todos de Bob Fosse, el de la película, pero era impresionante. Chicago, después de muchas vicisitudes, se estrenó el día de mi cumpleaños, lo que fue un regalo más. Además, era muy del estilo Bob Fosse y pensé que ya había cumplido el sueño con el que había comenzado mi carrera. Pero luego llegó Billy Elliot, del que conocía la película, pero no el musical.
A mí, los musicales que me gustan tienen buena música y una historia potente. Estos tres musicales a nivel de dramaturgia son muy interesantes.
AH – ¿Y Los chicos del coro?
NM – Los chicos del coro ha sido una sorpresa para todos. Tiene muchas cosas en común con Billy Elliot. Está basado en una película que le gusta a mucha gente, que es muy tierna. Y también es una historia que cuenta cómo el arte puede salvar la vida de alguien cuyo futuro no pinta bien.
Además de la historia, está muy bien hecho. Y los niños son siempre un gancho para la taquilla. Son actores natos. De hecho, todos los actores queremos conservar a nuestro niño interior para poder actuar.
Sin embargo, se estrenó a la vez que otros musicales muchos más grandes, con más nombre. Por lo que pensamos que este sería el pececito pequeño que se comerían los grandes. Y no, no ha sido así. Ha tenido mucho éxito.
AH – Las grandes mecas de los musicales están fuera de España ¿Ha salido de nuestro país para formarse?
NM – No, no he salido de España. Muchas veces pienso que debería haberlo hecho. La verdad es que estoy muy arraigada aquí. Aunque soy valiente para muchas cosas, para eso no lo he sido.
AH – ¿Y ha seguido formándose durante todo este tiempo?
NM – Ya no tengo la energía que tenía con diecisiete o dieciocho años que era capaz de hacer dos funciones diarias y al día siguiente estar en clase a las diez de la mañana. Aunque procuró estar en forma tanto física como vocalmente. Tengo mis entrenamientos para poder seguir bailando, por si hubiese que hacerlo, y actuar. Debo cuidar y entrenar mi cuerpo es el vehículo que tengo para hacer el trabajo.
AH – El público la tiene situada como actriz de televisión y de musicales, pero de repente se presentó como la actriz que tomaba el relevo de Lola Herrera en Cinco horas con Mario ¿qué pasó?
NM –Ese fue otro regalo maravilloso. Cuando me lo ofrecieron estaba haciendo Chicago, uno de mis sueños, y tuve que elegir entre hacer la gira de este musical o hacer Cinco horas con Mario.
No me lo pensé. Si me lo hubiera pensado un poco más, puede que no lo hubiera hecho. Era un reto tomar el relevo de una actriz como Lola Herrera. Creo que no fui consciente hasta cinco minutos antes del estreno en Valladolid.
AH – ¿Cómo fue pasar del teatro musical en grandes espacios con grandes elencos a un monólogo?
NM – No, no he hecho tantos musicales. Cuatro al principio de mi carrera, y cuatro después. Durante el resto de mi carrera he hecho mucho teatro de texto. Lo difícil de Cinco horas con Mario fue memorizar el texto. Acababa cada día pensando que ya no me iba a caber más. Pero al día siguiente ya tenía espacio de nuevo. Aunque no es la única obra de texto que he hecho a lo largo de mi carrera, he hecho muchas más.
AH – ¿Cómo se prepara una actriz para pasar de un espectáculo con muchos compañeros, con música y con mucha producción, a un monólogo en el que usted estaba sola en escena con ataúd como única compañía?
NM – La forma de preparase es la misma. Quizás los ensayos eran más intensos porque estábamos solas la directora y yo. Luego, en el escenario, el grado de concentración tiene que ser mayor.
En un espectáculo con más compañeros, si alguien se equivoca el resto del equipo está al quite para sacarlo y salvarlo. Pero cuando estás sola en el escenario, te tienes que mantener mucho más concentrada en lo que haces porque, si te quedas en blanco, ¿quién te saca?
AH – ¿Le dio algún consejo Lola Herrera para hacer el personaje?
NM – Me dijo: “Confía en el texto, porque en ese texto está todo.” Y es verdad. Con abandonarte al mismo y serle fiel es suficiente. Además, es muy musical. Y entiendo que ella haya vuelto a hacer esta obra, aunque no tuviera intención de retomarla. Este texto de Delibes engancha.
AH – Se están haciendo muchas adaptaciones de las novelas de Delibes ¿Qué cree que es lo que engancha de este autor?
NM – No sé de otros textos, pero este te proporciona un viaje muy interesante. A partir de la aparente simplicidad del personaje se muestra todo lo que se esconde en esa vida de provincias.
AH – ¿Qué siente al formar parte de una nómina de actores y actrices como Lola Herrera, José Sacristán o Carmelo Gómez que han hecho un texto de Delibes?
NM – Me siento privilegiada. Es un regalo que te pidan darle vida a un buen texto como este. En estos casos el verdadero reto, es serle fiel al texto, porque es muy rico por sí mismo.
Además, los textos de Delibes tienen voz. Están escritos para ser dichos. Hay textos, incluso obras teatrales, que son palabras bien escritas pero que no tienen voz en escena. Delibes se dice solo. Lo único que tienes que aportarle es tu aliento.
AH – Y los textos de las autoras de Me trataste con olvido ¿Le pasa lo mismo?
NM – Son difíciles de decir, pero los digo con mucho gusto y mucha admiración.
AH – ¿Hablan esos textos del Siglo de Oro de lo que pasa hoy en día?
NM – Aunque hayan pasado cuatro o cinco siglos da igual. Seguimos siendo los mismos. Ha cambiado la forma de vestir, los lugares en los que vivimos, pero reaccionamos de la misma manera. Las mujeres tenían los mismos deseos, necesidades y pulsiones que tenemos ahora.
AH – ¿Cree que esta obra le abre las posibilidades de hacer otro tipo de teatro del que ha venido haciendo hasta ahora?
NM – Es que yo no siento que solo haya hecho un tipo de teatro. Suele pasar que, si te ven haciendo algo que además tiene éxito y mucha visibilidad, te pueden encasillar. En este caso, esas puertas la cerrarán los demás. Yo no las tengo cerradas. Las tengo abiertas de par en par.
AH – ¿Le gustaría protagonizar un clásico? ¿Cuál?
NM – Ya lo he hecho. Pero teniendo en cuenta cómo ha sido mi carrera, y lo que me ha llegado, proyectos que no solo han colmado mis sueños, sino que a veces los han superado, que venga lo que tenga que venir.
Pero sí, tengo un personaje que me gustaría hacer. Titania de Sueño de una noche de verano de Shakespeare.
AH – ¿Y la Celestina?
NM – Por supuesto.