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Natasha Fischtel, reinventando el legado familiar del Teatro San Pol

Me hace mucha ilusión que el Teatro San Pol haya creado espectadores y afición por el teatro

 

El Teatro San Pol cumple cuarenta años haciendo teatro para todas las edades. Cuarenta años abiertos al público y a los colegios. Adaptando clásicos de la literatura infantil y juvenil como Mujercitas, Caperucita Roja o La isla del tesoro. Incluso poniéndoles música. Todo lo anterior es la excusa perfecta para quedar con Natasha Fischtel, la actual productora y administradora del teatro, y charlar sobre la evolución que han tenido tanto ella como la sala y su compañía en estos años.

Antonio Hernández (AH) ¿Cuál es su rol actual en el Teatro San Pol?

Natasha Fischtel (NF) Soy la productora y administradora del teatro. Este teatro lo crearon mis padres y lo han dirigido hasta hace ocho o nueve años que tomé el relevo.

Siempre he trabajado aquí. Desde muy joven. Comencé de acomodadora, sentando niños en la campaña escolar. Posteriormente estudié relaciones públicas y marketing lo que dirigió mi carrera hacia la producción teatral.

Ahora me he quedado con una parte muy bonita que es la de programación. Y una que me resulta más fea, como es la gerencia.

 

AH ¿Por qué le resulta más bonita la parte de programación?

NF Porque es más creativa. Además de estar en contacto con los niños y los colegios para poder hacer una programación adaptada a lo que está en boga en cada momento.

 

AH – ¿Qué la hace más creativa?

NF Es la más creativa porque hay que hacer un trabajo de investigación y hay que producir un espectáculo. Por lo que hay que tener un contacto muy cercano con los colegios y los profesores. De hecho, les hacemos encuestas para saber cuáles son los libros y los autores que están leyendo. También nos interesamos por las lecturas tienen previstas para cada año. Como puede ser La Isla del Tesoro que reponemos este año, o los libros de Julio Verne. Sobre todo, les preguntamos por la literatura para los más pequeños.

También tenemos en cuenta el recambio generacional. Es decir, no volvemos a producir un espectáculo basado en el mismo libro hasta que no han pasado cuatro o cinco años. Para que de tiempo a que los niños que lo vieran crezcan y vengan otros.

 

AH – ¿Cómo se enfrenta una nueva producción?

NF Casi todos los textos que usamos son textos clásicos. Siguen adaptándolos mis padres: Julio Jaime Fischtel y Ana María Boudeguer. También tenemos varios compositores que trabajan con nosotros como Miguel Tubia, Ángel Padilla, Nacho Mañó y Jaume Carreras. Hacen música original para los espectáculos sean musicales o no. Por ejemplo, este año estrenamos Mujercitas para la que Miguel Tubia compuso una música incidental preciosa, ya que no se trataba de un musical, aunque había una canción.

Nos enfrentamos a las producciones igual que se hace con una producción para adultos. Buscamos el texto. Lo dramatizamos. Se elige un elenco, etcétera.

 

AH –¿Cómo se elige el reparto?

NF El teatro tiene una compañía llamada La bicicleta que no tiene un elenco fijo, pero sí que tiende a trabajar con los mismos actores. Una cantera que son familia.

Aunque a veces hacemos audiciones. No suelen ser multitudinarias. Pero convocamos a través de la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) o de escuelas de teatro de Madrid.

Pueden ser audiciones para la producción que estamos preparando, pero también las hacemos con visión al resto de producciones que se van a hacer ese año.

 

AH – ¿Hacéis formación?

NF Con algunos colegios. Cuando se acaba la función se quedan los niños. Lo hacen en grupos de cincuenta a ciento cincuenta para hacer un coloquio sobre la obra, una visita guiada entre bambalinas y talleres por todo el teatro.

 Esta actividad se llama “Por delante y por detrás”. Nuestro objetivo es que primero vean el espectáculo como público y luego mostrarles cómo se ha hecho lo que han visto.

 

AH – ¿Cómo se gestionan ciento cincuenta niños en un teatro?

NFCon muchos monitores. Los niños cuando entran aquí se transforman. El teatro es mágico. Si les interesa lo que ven los deja muy calmados, aunque sean de carácter muy movidos. En cualquier caso, los talleres son muy lúdicos.

 

AH – No preguntaba tanto por la formación de espectadores, sino por la formación de profesionales del teatro.

NF – No tenemos una escuela como tal. Pero podemos decir que se forman actores en nuestra sala. Actuar ante seiscientos niños a las diez y media de la mañana, te da mucho caché. Muchos de los actores que te encuentras ahora están en los musicales de la Gran Vía estuvieron antes en San Pol. Sus primeras experiencias profesionales las tuvieron en nuestra sala.

Por ejemplo, Gallo Ryan, que esta temporada ha estado en Charlie y la Fábrica de Chocolate y en Mamma Mía! O Germán Torres que ha sido Lumiere en La Bella y la Bestia. O Ángel Padilla que está en El Rey León. Y Armando Pita que estuvo en nuestra producción Los fantástikos y ha llegado a ser protagonista de Cabaret.

 

AH – Hablemos de la parte menos bonita, de la administración ¿Qué hace una administradora en un teatro?

NF – Nóminas, contratos y solicitudes de subvenciones. Las subvenciones son clave para nosotros. Somos un teatro con un aforo muy grande pero el precio de las entradas es muy pequeño. La que más cuesta son diez euros.

Antes de la crisis de 2008 éramos un teatro puramente infantil y juvenil. En ese momento tuvimos que reinventarnos, como todos. Tuvimos que buscar nuevas formas de sostener el teatro mediante alquiler de la sala para eventos, haciendo una programación paralela para jóvenes-adultos. Buscar una entrada de dinero que complementase nuestra actividad principal de teatro infantil con la que nos manteníamos hasta entonces.

 

AH – ¿Cómo se prepara usted para esa parte menos agradable del trabajo?

NF – Me focalizo en el resultado final. Me da fuerza un día como hoy que hemos comenzado los ensayos de la reposición de Caperucita Roja que la restrenamos en abril. Me anima ver a todo el elenco sentado, la ilusión con la que hacen la primera lectura. También me anima el día del estreno con el público en las butacas disfrutando del espectáculo.

Todo eso te ayuda cuando algo no sale, cuando no te dan una ayuda que has solicitado, cuando te fallan los colegios que iban a venir o cuando tienes competir con otras campañas escolares.

Esto es pasión. El que ha nacido en el mundo del teatro está abducido.

 

AH – Usted creció en este teatro y tuvo un aprendizaje informal ¿por qué salió del teatro para recibir una formación más formal como relaciones públicas y marketing?

NF – Era muy jovencita y había que estudiar. No era suficiente con venir al teatro de mis padres. La verdad es que no me hacía falta para trabajar en San Pol pero me sirvió para hacer otros trabajos.

Por ejemplo, llevé la producción de los espectáculos infantiles de la Expo 92. O he podido trabajar con producciones italianas o de Nueva York. Me ha permitido trabajar fuera de San Pol.

Sin embargo, lo aprendido lo he aprendido de forma práctica en este teatro. La titulación me ha servido para poder certificar lo que sabía.

Es cierto, que también me ayudó saber lo que quería. Era tan jovencita que necesitaba aclarar si era esto lo que quería o simplemente mi historia familiar me había llevado hasta aquí.

 

AH – ¿Qué aprendió fuera de San Pol?

 NF – Me di cuenta de que en este teatro se hacen muy bien las cosas. Somos muy pocos, pero trabajamos bien. Aprendí que no es necesario tener grandes equipos para montar un espectáculo.

Nosotros no tenemos tres turnos de técnicos o cosas similares. Todos hacemos un poco de todo. Lo que te da mucho bagaje. Por lo que te resulta más fácil trabajar luego en otros sitios.

 

AH – ¿Cómo fue lo de la Expo92?

 NF – Fue muy bonito. Llevamos toda la parte infantil durante seis meses. Nestlé montó un escenario en el que se representaba Pinocho y Don Quijote. Cada obra se hacía tres veces al día.

Aprendí mucho, la verdad. No solo había que controlar estas producciones sino todo lo que había alrededor en la exposición. Después de aquello me ha resultado mucho más fácil trabajar en cualquier otro sitio.

 

AH – ¿Cómo cuáles?

NF – Hacía la recepción de compañías de otras partes del mundo que venían a España invitadas por el Ministerio de Cultura.

 

AH – ¿Y en Nueva York?

NF – No, no trabaje en Nueva York. Llevé parte de las óperas que venían desde allí al Teatro de la Maestranza de Sevilla.

 

AH – ¿Ha hecho algo más?

NF – He llevado las giras de la compañía La Bicicleta, que es la compañía de San Pol, fuera de Madrid. Esta compañía gira todos los años. Por ejemplo, este año lo hemos hecho con Cuento de Navidad y Los músicos de Bremen. Y el año que viene tenemos previsto hacerlo con Mujercitas y con otro espectáculo.

 

AH – ¿Solo en España?

NF – Hemos coproducido con la Universidad Católica de Chile el mismo Quijote que hacemos aquí.

También hemos coproducido espectáculos de otros centros para luego hacerlos aquí en San Pol. Hemos trabajado con el Polka Theatre de Londres. Un teatro que tiene muchos más años que nosotros que se dedican solo al teatro infantil.

Es una belleza de teatro situado en un chalé en medio de Wimbledon. Con ellos hemos coproducido El mago de Oz, Castillos en el aire, El jorobado de Notre Dame. Producciones que hacían ellos y luego se han replicado aquí, con el mismo director de escena, Roman Stefanski, pero adaptándolas porque el escenario del San Pol es mucho más grande que el suyo.

 

AH – ¿Cómo se encuentran compañeros de viaje como el Polka Theatre?

 NF – Tenemos familia en Londres a la que visitábamos. En una de esas visitas mi padre fue a verlos. Se conocieron y conectaron. Por lo que les invitó a venir ya que los productos que tienen son preciosos. La verdad es que se enamoraron de España y cada vez que ha podido han venido.

 

AH – ¿Cuál ha sido la evolución del San Pol?

NF – He conocido este teatro creciendo poco a poco. He visto a mis padres cogiendo el teléfono y llamando a todos los colegios de Madrid y buscando clientes. Hasta llegar al boom de la sala con dos centros. Este en el que hacemos la entrevista [situado en la calle San Pol de Mar 1 de Madrid] y otro en la Casa de Campo. En aquel momento no había más teatros para público infantil que nosotros.

Luego fue más fácil porque era el cliente el que te buscaba a ti. Aunque también aparecieron otras compañías y otros teatros que hacían el mismo tipo de teatro. Lo que nos obligó a diferenciarnos.

En la actualidad creo que somos el mejor teatro para público familiar que hay. Hemos conseguido mejorar nuestro producto porque la competencia nos ha obligado a diferenciarnos del resto para poder seguir ofreciendo calidad.

Hay que tener en cuenta que nosotros montamos el espectáculo específicamente para que permanezca en esta sala porque está dedicada nuestras producciones. Eso significa que cuidamos la producción y que podemos dedicar tiempo a montar toda la parte técnica, la escenografía, etcétera. Por ejemplo, para una producción como La isla del Tesoro hemos necesitado diez días antes de que los actores pudieran estar en el escenario ensayando con todo montado.

Nuestras producciones son muy grandes. Hemos conseguido hacer espectáculos que realmente no son infantiles. Tiene una edad a partida para que puedan venir niños a verlas pero no tiene límite de edad por encima. Son obras para todos los públicos independientemente de los años que se tengan.

 

AH – ¿En qué ha cambiado la gestión desde que llegó con respecto a la de sus padres?

NF –Ellos tendían a hacer montajes más complejos en cuanto a estructura. Más difíciles de montar y desmontar. Ahora nuestra producción de Caperucita Roja es muy grande pero muy fácil de montar, desmontar y guardar. Lo que permite alternarla con otros espectáculos en el mismo escenario. Y eso facilita la multiprogramación de la sala que he introducido

Como me gusta mucho la música, estamos haciendo ciclos de iniciación de los niños al jazz o al swing. Y, además, se alquila el espacio para que se hagan espectáculos de flamenco los jueves. Un ciclo que ni organizamos, ni gestionamos.

Nos estamos preparando para si pasa algo parecido a lo que sucedió durante la pandemia de covid. En la que estuvimos dos años enteros sin campaña escolar porque los colegios tenían prohibido hacer actividades fuera del centro. Aunque sí podíamos abrir los fines de semana. Nos tuvimos que reinventar.

AH – ¿Cómo se dio cuenta que necesitaba reinventar el teatro?

NF – Tan simple como que no me daba para pagar el alquiler. Durante la pandemia no nos lo condonaron. Así que incurrimos una deuda que hemos tenido que levantar.

 Cuando me paro y lo pienso, me gustaría volver a dedicarme solo a producir espectáculos para los seiscientos niños. Hasta hace poco, como todo el equipo teníamos que hacer de todo, había momentos en los que me sentía desbordada. En estas situaciones hay cosas que al final se descuidan.

Ahora que ya estamos mejor, para evitarlo, estamos empezando a doblar personal. Es algo nuevo en esta etapa. Algo que estamos aprendiendo. Hay que reinventarse otra vez para seguir creciendo.

 

AH – Con esta experiencia que ha tenido ¿hay algo que haya echado en falta en su formación?

NF –Me hubiera gustado saber más de la parte técnica. Yo hacía producción, pero siempre detrás de mi padre. Él era actor, actor de compañía, de los que se cogía la furgoneta y se iba de gira con el material. Él sabía absolutamente de todo. Y yo echo de menos saber más de varas, proyecciones y muchas más cosas. Un conocimiento que necesito para poder compaginar la multiprogramación en función de las necesidades de los montajes que ponemos en escena.

 

AH – Con la larga trayectoria que tienen en teatro para todos los públicos ¿alguna vez se ha acercado alguna institución pública para encargarles un espectáculo para sus centros teatrales?Estoy pensando en las producciones que hace la Compañía Nacional de Teatro Clásico, el Centro Dramático Nacional o el Teatro Real para su programa pedagógico, como hacen con otras compañías.

 NF –Nunca. Nos encantaría hacerlo. Este año los Teatros del Canal nos han invitado para programar una producción nuestra en sus salas en la siguiente temporada, pero no coproducen. Hemos pensado en programar Mujercitas.

 

AH – ¿Han recurrido alguna vez a dramaturgos españoles conocidos que no pertenecen al equipo y los colaboradores habituales de San Pol para que escriba para ustedes?

 NF –Nunca. Es cierto que una vez se representó en nuestra sala En busca del arco Iris. Era el X Premio de la Asociación de Teatro de la Infancia y la Juventud (AETIJ) de Teresa Núñez porque el premio incluía la producción. Y también trabajamos con Eduardo Galán. Pusimos en escena un texto suyo llamado La silla voladora.

 

AH – Ustedes han hecho una nueva producción de Mujercitas, hace no mucho se pudo ver otro montaje en el Teatro Español, se ha hecho una nueva película y también se ha reeditado el texto con ilustraciones de Fernando Vicente ¿Por qué cree que hay tanto interés por Mujercitas?

NF – En nuestro caso es una cuestión nostálgica. Mi madre son cuatro hermanas y siempre quiso montarla. A pesar de que es un libro que tiene un siglo y medio, durante la producción me he dado cuenta que es muy actual. Además, hemos hecho una producción como las hacíamos antes. Dedicándole tiempo.

 

AH – ¿Por qué se repone Caperucita Roja?

NF – Aunque al principio producíamos dos o tres obras al año. Luego pasamos a una producción nueva anual y a hacer dos o tres reposiciones que mantenemos durante unos cuatro años para dar lugar a que las vea una generación entera.

Este año estamos reponiendo montajes de los cuarenta años dentro de la que entra esta producción. Para mí es muy especial porque es la primera que produje sola, sin mi padre. Fue iniciativa mía.

 

AH – ¿Qué otras producciones vais a reponer este año para celebrar el cuarenta aniversario?

NF – Hemos programado Los músicos de Bremen, que tiene la particularidad de que la música es de Nacho Mañó de Presuntos implicados, para niños de tres a ocho años. Seguimos con Cuento de Navidad, que ya es uno de nuestros clásicos. Luego hemos producido Mujercitas. Para posteriormente reponer La Flauta Mágica. A la que ha seguido La isla del tesoro y en abril Caperucita roja, producciones de las que ya hemos hablado. Y acabaremos con Pinocho.

 

AH – ¿Es el Pinocho de la Expo?

NF – Sí, pero muy remozado. Nuestro Pinocho se estrenó en los ochenta. Imagínate todo el tiempo que ha pasado. Por eso tiene música nueva y hemos tenido que revisar el texto.

Siempre hay que revisar el texto. Estamos pensando en reponer Aladino y la lámpara en octubre. La última vez que la pusimos en escena la actriz que hacía de pareja de Aladino comentó que no entendía muy bien porque cuando ella frotaba la lámpara el genio se le aparecía a Aladino.

Hay cosas que antes podías contar de una manera y ahora no se pueden seguir contando igual. El mundo ha cambiado y la sociedad lo pide.

 

AH – ¿Hay alguna pregunta o algún tema que usted eche en falta en la entrevista?

NF – No. Creo que ha sido una entrevista muy completa. No echo nada en falta. Aunque si me gustaría hablar de la ilusión que nos hace que muchos de los actores que trabajan con nosotros hayan decidido dedicarse al teatro porque vinieron de niños a ver nuestros espectáculos. Por ejemplo, Ainhoa Molina que va a ser Pinocho y que hace de Heidi en otra producción.

 A mí me han llegado a llorar de emoción durante las audiciones por poder estar en el escenario en el que vieron sus primeras obras de teatro. Me dicen que para ellos es un sueño, aunque no consigan el papel.

También me emociona que haya padres que vinieron siendo niños y que ahora acuden con sus hijos. O gente que te dice que les gusta el teatro porque de pequeño sus profesores o sus padres les traían a nuestra sala.

La verdad es que hace mucha ilusión que en estos cuarenta años hayamos creado tantos espectadores y afición por el teatro.

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