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Pepa Rus, una actriz preparándose para hacer La Celestina.

“Faltan historias de mujeres, escritas por mujeres”.

La actriz Pepa Rus, la Macu de la serie Aida, es noticia por estrenar la obra de teatro ‘A media luz los tres’ de Miguel Mihura, en la terraza del Teatro Galileo de Madrid, donde estará los meses de julio y agosto; obra en la que interpreta todos los personajes femeninos, un buen motivo para quedar con ella y hablar de su trayectoria profesional y el papel de la mujer en el teatro. Una charla que ella aligera con su mirada, el gesto y la risa con la que da muchas de las respuestas y busca la complicidad del entrevistador.

Antonio Hernández (AH): AH: ¿En Chiclana de la Frontera no debió tener muchas oportunidades para conocer la profesión?

Pepa Rus (PR): Había una cosa maravillosa que no me he encontrado en Madrid. Se trata de una escuela municipal gratuita en la que yo entré con doce años. Allí tuve contacto con muchos actores, conocidos o no, pero con una trayectoria profesional y muchas cosas que contar. Empezando por el director de la escuela, Antonio Estrada, que es actor, dramaturgo y director. Gracias a esta escuela yo pude probar y descubrir lo que es la interpretación. Y me encantó. Pensé que si puedo ganarme la vida con esto hay que estudiar, trabajar y para adelante. Vi una opción más en mi vida.

AH: ¿Qué otras opciones tenía para asegurarse un futuro?

PR: Estudié filología hispánica. Pero no tanto por asegurarme un futuro, que también, sino porque me gusta la literatura, la lingüística, la historia de la lengua que ahora son mis hobbies. Yo soy muy clásica con los hobbies. Una buena película, una buena serie y un buen libro… Hasta ahora que he descubierto el de pasear a mi perro por el campo que me encanta.

AH: ¿Pero ahora es actriz?

PR: Me admitieron en la ESAD, Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla en la que estuve dos años. En el último trabajando en un programa de Canal Sur. Pero después de dos años la dejé y me vine a Madrid.

AH: ¿Por qué?

PR: No me sentía cómoda allí. No sé por qué, no por nada. En aquel momento vital supe que tenía que venirme a Madrid. Y opté por venirme.

AH: Llega a Madrid ¿Y?

PR: Me puse a estudiar y a buscar trabajo. Recuerdo estar en casa de un amigo con la maleta y decirme a mí misma ya estás aquí. Y al día siguiente salir de la casa con dos tipos de curriculums. Uno de actriz y otro de camarera. Dependiendo de la oferta de trabajo presentaba uno u otro.

AH: ¿Fue así, presentando curriculums, cómo encontró el papel de La Macu en Aida?

PR: Fue por casualidad. Tuve mucha suerte. Un representante me avisó y me llevó al casting, hice varias pruebas y me eligieron. Y ahí empezó una masterclass que ha durado ocho años. La suerte tiene un papel muy importante en mi carrera.

AH: ¿Qué le ha dado la Macu?

PR: Todo. Le estoy muy agradecida. No te puedes imaginar. Gracias a la Macu he tenido un reconocimiento personal, popular. Me ha permitido seguir trabajando. Y me llevo una familia maravillosa y un aprendizaje de ocho años muy grande.

AH: ¿Se aprende más trabajando que estudiando?

PR: Sí. Hay que estudiar en las escuelas, pero como todas las carreras del mundo, hasta que no trabajas en ellas no te completas. El arte dramático es muy práctico. Hasta que no te ves trabajando tres meses delante de un público o en una serie… En las escuelas de arte dramático la teoría sigue siendo muy por encima y la práctica muy liviana para hacer una función de una semana o tres días al final del curso. Cuando te llega un Mihura y en quince o dieciocho días lo tienes que hacer, ahí cambia la movida.

AH: ¿Cómo se prepara un Mihura en ese tiempo?

PR: Primero y ante todo gracias a Fernando Soto [el director de A media luz los tres]. Ha sabido dirigirnos de una forma muy liviana, muy libre, desde el punto de partida del juego, de pasárnoslo bien. Con marcas muy claras y un código muy claro. Ha sido gracias a Fernando, más que nada.

AH: ¿Ha trabajado con mujeres directoras?

PR: Sí, en televisión.

AH: ¿Se trabaja de la misma manera o es distinto?

PR: Yo es que creo que al fin y al cabo somos personas por mucho que nos separe la biología. Cada uno tenemos nuestra personalidad y la misma valía. No es una cuestión de género. Si que noto que faltan historias de mujeres escritas por mujeres. Que salgan a la luz, porque seguro que habrá guionistas o dramaturgas maravillosas, pero no tienen la repercusión que tienen los hombres.

AH: ¿A qué cree que se debe esto?

PR: A que aún seguimos arrastrando un poco de lastre pero creo que poco a poco esto irá cambiando.

AH: Y en el mundo de la interpretación ¿lo tienen las mujeres más difícil?

PR: No, yo creo que no. Yo creo que hay más personajes masculinos al haber más autores masculinos. La mujer en escena sigue siendo la esposa de, la hija de, la prima de. Siempre somos algo de.

AH: En la actualidad se la ve mucho en el teatro, primero con Insolación de Emilia Pardo Bazán y ahora con A media luz los tres de Mihura. Cuando Carmen Machi dejó Aida se volcó en el teatro, que añadió a su popularidad el prestigio que tiene hoy en día ¿está usted siguiendo la misma estrategia?

PR: No. No estoy siguiendo ninguna estrategia. Como ya he dicho he tenido mucha suerte en mi carrera profesional. Fíjate que yo el año pasado vine a la terraza del Galileo para ver Milagro en casa de los López de Mihura (que después de un año de gira se puede ver en el Teatro Reina Victoria) porque me parecía un planazo ver una buena obra, con una buena compañía y una cerveza. Me lo pasé fenomenal. Cuando me lo propusieron este año pensé  “Uy, qué maravilla”.

AH: En esta obra hace muchos personajes femeninos ¿en quién se ha basado para construir cada una de las mujeres que interpreta?

PR: En ninguna en concreto. Ha sido un trabajo más abstracto.

AH: ¿Qué tienen ellas de usted y que se le ha quedado de ellas?

PR: Todo parte de una misma. Tienen tu cuerpo, tu cara, tu voz. Todas tienen algo de mí. Lo que pasa es que al final exageras algo de ti en cada una. Por eso creo que todas se parecen un poco a mí y tengo un poco de todas ellas porque sino no las podría hacer.

AH: Se trata de un trabajo muy físico ¿en qué sentido?

PR: En el sentido de que se partió de un trabajo muy clownesco. La comicidad no solo parte de las situaciones sino también del estado físico, de la tensión física, de cómo se maneja el cuerpo.

AH: Con este planteamiento ¿dónde queda la palabra de Mihura?

PR: Mihura trae el teatro del absurdo al teatro español. Y el clown y el absurdo se llevan muy bien. Serían buenos novios.

AH: ¿Serían mujeres distintas si se hubiera escrito ahora?

PR: Más que mujeres distintas, yo diría que tendrían reacciones distintas a las que tienen en la obra ante la propuesta de Alfredo (es el personaje que interpreta Fernando Cayo en la obra). Pero serían mujeres muy parecidas.

AH: ¿Y sería distinto si la hubiera escrito una mujer aunque fuera en aquella época?

PR: Sí

AH: ¿En qué sentido?

PR: Cuando una mujer habla o escribe de otra mujer le da más profundidad, un mayor arco psicológico. Aunque en este caso partimos del absurdo de Mihura y tampoco es que los personajes masculinos tengan una carga psicológica importante.

AH: ¿Quiere decir que los personajes son ligeros?

PR: Sí. En esta comedia los personajes tienen un objetivo constante durante toda la obra pero no tienen trauma. No tienen un conflicto interno importante. En el sentido de que no le dan importancia, no de que el conflicto no sea importante.

AH: ¿Qué personaje le gustaría hacer en teatro?

PR: Siempre lo he dicho. Una de mis obras favoritas es La Celestina por todo lo que conlleva lingüísticamente. Pero no estoy preparada para hacer La Celestina. Me faltan unos cuantos años de experiencia y de trabajo. Pero sí me gustaría algún día en mi vida poder hacer una bonita Celestina. Bueno, bonita dentro de lo que se permite hacer esa obra. Es un reto. Y en audiovisual me encantaría hacer una mala malísima.

AH: ¿Le gustaría interpretar algún personaje masculino?

PR: No es algo que yo haya pensado mucho. Fíjate, con doce o trece años hice de Don Martín en Doña Rosita la soltera de Lorca, pero no, no es algo en lo que yo haya pensado. No es algo que me plantee, pero si viniera lo cogería con alegría.

AH: Y para terminar ¿qué pregunta no le han hecho que le gustaría que le hubieran hecho?

PR: Uy, es que los periodistas sois muy curiosos y no os dejáis nada sin preguntar (responde, regalando la última risotada de la tarde antes de pasar al camerino a prepararse para salir a escena).

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