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Raquel Vidales, la crítica teatral desde un punto de vista femenino

“Yo aprendo mucho de la gente”

Raquel Vidales es una de las pocas mujeres que hacen crítica teatral en España. Función que ejerce en el periódico El País, junto con las labores de redactora de cultura y editora de Babelia, el suplemento cultural de dicho diario. Sin embargo, no es una recién llegada al periodismo, pues tiene a sus espaldas una larga trayectoria que la ha llevado de suplementos dominicales como el Semanalo de periódicos como El Mundoa ser la responsable de comunicación del Centro Dramático Nacional(CDN) y del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música(INAEM).

Antonio Hernández (AH) –¿Cómo fueron sus inicios en el periodismo?

Raquel Vidales (RV)– No tienen mucho misterio. Estudié periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Me trasladé a Madrid con ganas de comerme el mundo.

Empecé hacer prácticas muy pronto. En aquella época no estaba mal lo que se podía ganar haciendo prácticas. Unas 100.000 pesetas, de las de entonces, al mes durante tres meses. No había llegado todavía este mundo de las prácticas no remuneradas y de los becarios.

Cuando terminé la carrera trabajé en el Semanal. Como no era lo mío me cambié. Luego estuve en la revista Tribuna de Actualidadhasta que cerró en el año 2000. Tras lo que estuve rulandopor ahí, hasta que en el 2001 entré como Jefa de Prensa del Centro Dramático Nacional.

Me cogieron para este puesto porque siempre había estado interesada y en contacto con el teatro. De hecho en Tribuna de Actualidad escribía sobre cultura y, por tanto, también sobre teatro.

AH – ¿Cómo supo usted que el Semanal no era su sitio y que tenía que moverse?

RV– Era muy joven y quería probar otras cosas y no asentarme. No tenía necesidad de quedarme en el primer sitio que encontrase trabajo. Aunque claro, eran otros tiempos.

AH – ¿Qué se encontró al llegar al Centro Dramático Nacional?

RV – A mi me gusta ser periodista. Estar al lado del que escribe y del que informa. Este puesto me proporcionaba la oportunidad de trabajar desde el otro lado y en la gran institución teatral pública española.

Lo pasé muy bien, la verdad. Y aprendí muchísimo de cómo se hace periodismo desde dentro de una institución. Estando en el Gabinete de Prensa tuve que atender a muchos medios y periodistas con diferentes orientaciones y estilos. Aprendí fijándome en cómo me preguntaban y en lo que me pedían. Yo aprendo mucho de la gente.

AH – ¿Con qué director de Centro Dramático trabajó?

RV –Trabajé fundamentalmente con Juan Carlos Pérez de la Fuentey unos pocos meses con Gerardo Vera. La llegada de este último coincidió con el cambio de gobierno momento en el que me ofrecieron pasar al INAEM.

AH- ¿Condiciona mucho el director artístico la labor de una Jefa de Prensa?

RV– Sí, condiciona muchísimo. Cada uno tenía una forma diferente de trabajar. En general, con todos ellos tienes que trabajar de forma directa porque de alguna manera les condicionas su agenda y del Gabinete de Prensa depende, en gran parte, su imagen. Además, cada uno tenía su propio gusto estético que querían transmitir en todo, desde los carteles hasta los dosieres.

AH – ¿Su entrada en el CDN coincidió con el cierre del Teatro María Guerrero porque estaba afectado por las termitas?

RV – Esta crisis comenzó poco antes de que yo llegara. Tuvimos que instalarnos en unas oficinas fuera del teatro. El María Guerrero estaba cerrado y todavía no se había abierto el Teatro Valle Inclán. El mayor reto que teníamos en aquel momento era mantenerlo vivo sin tener sede. Conseguir la atención de los medios. Así que estuvimos los dos primeros años de gira. Fue divertido porque no tenía ningún tipo de atadura familiar que me impidiera irme de gira con la compañía.

AH – ¿Existen diferencias entre el CDN y el INAEM?

RV – Las diferencias son brutales. En el CDN se hace mucha promoción de espectáculos. Además se media en las entrevistas con actores, un trabajo más bien pesado.

Me cambié porque llevaba cuatro años haciendo lo mismo y quería ver otras cosas. Quería saber cómo funcionaba el ministerio por dentro como se toman las decisiones políticas. La actividad en el INAEM resultó ser más tranquila que la del CDN al ser una institución representativa. Coordinas y das soporte al mismo CDN, a la Compañía Nacional de Teatro Clásico, a las compañías de danza, ya las instituciones musicales.

A mi me sirvió para ir más allá del teatro. Conocer las otras compañías y unidades. Pero no estaba en el día a día de las mismas, en ese puesto no estás a pie de obra, sino acompañando.

Además gestionas la comunicación de las políticas de artes escénicas y musicales que emanan de la institución. Si no hay grandes crisis no es difícil, no es un ministerio que te de muchos dolores de cabeza.

Lo que tienes que hacer es asumir la responsabilidad de la comunicación de las decisiones políticas que afecten a los distintos centros o compañías, aquellas cosas que no dependan de decisiones artísticas sino de decisiones que tomaban los políticos.

AH – Y de ahí se va a El País ¿por qué?

RV –Llevaba ya mucho tiempo trabajando en los Gabinetes de prensa. Como ya he dicho, cuatro años en el CDN y casi tres en el INAEM. Era interesante pero no lo que quería para mí. Sentía la necesidad de volver a las trincheras. Si te quedas más tiempo te acomodas y luego resulta más difícil salir de los gabinetes de prensa y volver al periodismo.

Surgió una posibilidad de trabajar en El País. Por cierto, bastante rara ya que entonces, como ahora, lo habitual era entrar haciendo prácticas o a través del Master de Periodismo de El País. Me presenté a unas pruebas y me cogieron.

Entré haciendo la mili, trabajando de noche, haciendo turnos malos, pero a mi no me importó. Trabajé en la Web del periódico porque era donde estaban ampliando la plantilla.

Y una vez que entras te vas haciendo tu espacio. En aquel momento no tenía mucho interés en hablar de teatro, pues habiendo salido de una institución pública de teatro no me parecía ético, por eso de las puertas giratorias. Por otro lado, estaba Rosana Torres escribiendo de teatro en el periódico. Así que ni me planteé escribir sobre este tema. Además me apetecía aprender de otras cosas.

AH – ¿Qué comenzó haciendo?

RV –Como te he comentado entré para trabajar en la Web. Todo tenía que ser rápido, era para ya. Aunque una gran parte de los contenidos se volcaban del periódico era un trabajo muy de agencia y de última hora.

AH – ¿Cómo le resultó volver a ser soldado raso?

RV – Pues bien, la verdad. No tengo ambición de jefe. Además era un terreno nuevo para mí. Lo de la Web y lo de última hora. Me gusta cambiar y aprender cosas nuevas.

AH – ¿Qué fue lo siguiente que hizo en El País?

RV – Pasé a Sociedad y a Consumo. En ellas hice lo que surgiese. Posteriormente hubo un trasvase de Sociedad a la sección de Nacional donde estuve llevando las políticas de violencia de género e igualdad sin dejar Consumo. Posteriormente volví a la edición de la Web, de donde pasé directamente a Babelia y a Cultura. Babelia depende directamente del responsable de la sección de Cultura.

AH – ¿Qué supone escribir en y hacer un trabajo de edición en un suplemento cultural de tanta influencia como Babelia?

RV – Si cuando comencé a estudiar periodismo me dicen que voy a acabar trabajando en Babelia habría flipado, porque Babelia era algo muy serio hecho por señores muy importantes. Así que, cuando entré, me impuso bastante. A pesar de todos mis años de experiencia.

Babelia se hace fundamentalmente con colaboradores. Periodistas, críticos y expertos en literatura, arte o teatro. También hay temas que se hacen en la redacción. Temas muy preparados que llevan su tiempo.

AH – ¿Qué diferencia hay entre trabajar en la sección de Cultura o Babelia?

RV – La sección de cultura es de información más inmediata. Un aquí te pillo y aquí te mato.Mientras que en Babelia se tratan temas más específicos que no tendrían cabida en la sección.

Por ejemplo, si hablamos de teatro, el género de las Artes Vivas tiene más cabida en un suplemento cultural que en una sección de cultura. Los suplementos culturales tratan temas más en profundidad para lectores que buscan un acercamiento más específico y especializado.

Cuando se escribe en un suplemento cultural, lo primero que uno tiene que plantearse es el tema que además debe ser de interés nacional. Hacer esto en el caso del teatro es muy difícil pues se hablan de cosas que se ven en Madrid y que también deberían interesar a un señor de Murcia. Por eso a la hora de elegir tienes que hacerlo teniendo en cuenta su transcendencia cultural.

En este sentido, muchas veces te preguntan porqué se dedica un artículo a un espectáculo que va a estar un solo día y no a uno que va a estar tres meses. Normalmente porque el segundo tiene un alcance de guía de ocio o cultural o de agenda, y el primero tiene un aspecto que lo hace distinto, especial o innovador.

AH – ¿Cómo pasó de la información teatral a la crítica?

RV – De casualidad. De los dos críticos que tiene El País, uno de ellos tuvo una baja médica. En principio iba a ser corta pero luego se alargó. Entonces mi jefe pensó que estábamos descuidando la crítica y que había que hacer algo. Pero los críticos no aparecen en cualquier sitio, son difíciles de encontrar, hay que formarlos. Además, nos parecía bien que las críticas las hiciera una mujer puesto que habitualmente la crítica ha sido siempre una cosa de hombres.

Estuvimos buscando. Miramos en la Real Escuela Superior de Arte Dramático(RESAD) de Madrid donde hay mujeres que saben mucho y que escriben muy bien. Sin embargo el género de la crítica es muy complicado. Por un lado se tiene que saber de lo que se habla y por otro evitar el exceso de especialización para poder interesar a un lector medio.

AH – ¿Por qué cree que hay tan pocas mujeres que se dediquen a la crítica teatral cuando entre el público de teatro predomina las espectadoras y hay muchas mujeres trabajando en teatro?

RV – Uno no se hace crítico de la noche a la mañana. Te tienes que curtir. Como te he comentado, empecé de casualidad para cubrir una baja por enfermedad y luego a mis jefes les ha parecido bien que me quedase para que haya más variedad en las críticas.

En mi caso, tengo la suerte de escribir al lado de Marcos Ordóñezy Javier Vallejoy aprender de ellos. Además, como editora de Babelia edito sus textos.

Por otro lado, tampoco hay puesto libres para ocupar. La generación anterior de críticos sigue estando activa. Esto hace que no haya modelos femeninos que nos permitan ver que las mujeres también pueden hacer crítica teatral. Porque si no lo ves es difícil que puedas pensar serlo o que puedas querer serlo.

Esto está cambiando. Por ejemplo, en Babelia el equipo de críticos y expertos que colaboran es paritario. Es algo buscado para que haya opiniones de hombres y de mujeres.

AH – ¿Cómo se plantea las críticas? ¿Qué es lo que pretende?

RV – Después de un año todavía me planteo cada crítica que hago. No es que diga “voy a hacer esto”. No es algo que me salga como cuando solo hago información.

Revisando las críticas que he hecho me he dado cuenta que hay muchas de obras escritas y/o dirigidas por mujeres. No sé si esto es una casualidad. Desde luego no es deliberado. Tal vez, se deba a los temas que nos interesan a las mujeres son distintos que los que interesan a los hombres.

Hay una crítica tradicional dominada por hombres que condicionan tópicos, por ejemplo, sobre lo que se dice de las actrices. Tal vez yo aporte una mirada distinta por ser mujer, lo que no quiere decir que no esté llena de tópicos, otros tópicos, y es bueno que también se vean. No es ni mejor ni peor. Es distinto.

AH – ¿Tiene en cuenta al lector?

RV – Desde luego trato de no darle una lección académica, evito tener que ganar autoridad a través de ese factor profesoral. Trato de darle una pista que le permita acercarse a la obra de una forma amena.

También trato de ser lo más clara posible para que el lector no tenga que descifrar si la obra me ha gustado o no y para que aquellos que me sigan sepan porque me interesa la obra sobre la que escribo.

AH – ¿Cuál es el impacto de la crítica teatral en el mundo actual con tantas opiniones de espectadores en redes sociales?

RV – Una crítica mala puede tener impacto mientras que una buena tiene poco. Dentro del impacto que puede tener la crítica teatral, que es poquísimo.

AH – ¿A qué cree que se debe que la crítica no tenga impacto?

RV – En los periódicos más longevos el número de críticos se ha reducido o han desaparecido y los medios nuevos que aparecen ni siquiera la introducen.

La crítica ha disminuido tanto en volumen que ya se encuentra en muy pocos lugares. Lugares tipo blogs que tienen seguidores muy específicos. Aunque tener una cabecera que respalde tu trabajo, siempre le da un valor añadido a tu crítica.

Por último, el teatro es un medio con muy poca visibilidad ni en la sociedad ni en los medios. Creo que es en El País el medio en el que más crítica teatral se hace. Somos tres críticos, eso es impensable ya en cualquier otro medio.

Además, la crítica es para un público especializado, que a lo mejor no te lee cuando publicas pero que en algún momento te busca para ver que has dicho sobre la obra. Eres una referencia.

Los espectáculos pequeños te agradecen mucho que vayas a verlos. Hay tantos espectáculos que si les eliges y tu crítica es buena puede animar a la gente a ir.

AH – ¿Por qué los lectores se fían más de una crítica mala que de una buena?

RV – Lo que quería decir es que si una obra la ponen mal con todo lo que hay apetecible, es bastante probable que la gente no vaya a verla. Se te quitan las ganas. Sin embargo, una buena crítica sirve para reafirmar la opinión o lo que ya había decidido ir a ver el lector. Tendría que ser muy, muy buena para que cualquier persona que la leyese y cambiase de opinión y fuese a verla sino tenía pensado ir.

AH – ¿Cómo es publicar al lado de dos popesde la crítica teatral en España como son Marcos Ordoñez y Javier Vallejo?

RV – Estoy muy en contacto con ellos porque como te he dicho soy su editora en Babelia y edito sus textos. Así que me fijo en ellos y aprendo. Solo puedo estar agradecida de tener este hueco para curtirme y buscar mi estilo. Porque todos los críticos tienen su estilo. Uno no llega y te conviertes en un crítico con estilo personal. Es como la interpretación. Te vas haciendo a medida que escribes crítica poniendo en juego las influencias que tienes.

AH – ¿Qué aprendió en el CDN y en el INAEM que ahora le sirven para hacer crítica?

RV – Mucho. Pasé varios años de gira, sentada en un patio de butacas, porque no me gustaba quedarme en el hotel trabajando. Hasta me echaba la siesta con el ruido de fondo de los técnicos en el escenario.

Ese estar en el teatro, el ir a las salas de ensayo para recopilar material para los dosieres, etc. me ha dado un gran conocimiento para valorar lo que sucede en escena. No solo aprendí cómo se hacen las cosas, sino lo que cuesta hacerlas.

AH – El teatro es habitualmente por la tarde ¿le resulta fácil conciliar el trabajo en el periódico, con asistir al teatro y con la familia?

RV – Es lo más difícil de este trabajo. Trabajo en el periódico y muchas veces salgo directa desde el periódico a ver una obra. Tengo que planificar muchísimo.

Tampoco me paso el día en el teatro. Suelo ir dos días a la semana, que ya es bastante, excepto cuando coinciden muchos estrenos. En estos casos hasta hago doblete.

En cualquier caso es muy complicado, aunque, como ya he dicho, creo que es cuestión de planificarse.

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