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Relatos de lo cotidiano

Últimamente no leo en los libros, leo en la calle, en la gente, en los escaparates y en los titulares de los periódicos…

Cada vez encuentro más ficción en los episodios de lo cotidiano. Caben todos los géneros; drama, suspense, misterio, teatro, comedia. Y todos los estilos; realismo, negro, leyenda, mito, surrealismo, fantasía.

La gente y la calle, la calle con sus gentes, lleva escritas todas las novelas, todos los cuentos, todas las páginas. Tratar de ordenar eso en capítulos es el oficio del escritor. La transcripción de un paseo, de un día en el centro, de unas vacaciones en la playa, de un vida entera incluso. Pero no es más que eso; traicionar sus recuerdos, contándoselos  a otros.

Fabular experiencias.

Pigmentar la mirada, retratar personajes que se amagan en personas. Decorar el escenario de sus actos. Enmarcar pedazos de espacio, trocitos de historia. Es el oficio del pintor. Con más o menos agua, en tela o en cartón… Poner color a lo vivido. Deformar lo menos bello, embellecer lo envejecido. Dibujar lo que interpreta, esbozar lo que creyó ver, o lo que nunca ha visto. La gente y la calle, la calle con sus gentes.

Detener el momento, pixelar olores. Positivar lo que pasa, plasmar lo que sucede en el mismo instante que ya ha sucedido. Reducir las sombras, poner más o menos brillo. Encuadrar de todo un rincón, un detalle, enfocar lo inadvertido. Ese es el oficio del fotógrafo. Salir afuera, para robar realidad, en secuencias. En disparos que congelan el movimiento. Abrir la lente, arrastrar el color, la luz… difuminar la imagen. Quitar  tiempo en blanco y negro. La gente y la calle, la calle con sus gentes.

Hay escuelas y maestros, hay museos, teatros, bibliotecas y críticos. Hay técnicas y modelos. Hay estilos y vanguardias, clásicos, genios y mitos. Hay tendencias y mercado. Hay precios y valor, devaluados y sobrecrecidos.

Mecenazgo y mecenas. Compradores y coleccionistas. Universidades y títulos. Galerías, librerías, mercadillos…  Fundaciones y hemerotecas. Movimientos, modas, géneros, escenarios y archivos.

Todo para lo mismo. Capturar la vida en pedacitos. Yo la narro, tu la retratas y coloreas… él la enmarca, ella la encuaderna, nosotros la recreamos, vosotros la admiráis y ellos la muestran.

No importar quién, dónde, ni por qué. La técnica, el medio, ni el estilo. La vida está llena de arte. Arte vivido y vivo. Está en la realidad, artesana de la rutina y de lo espontáneo. Expresada  en las manos, tallada en una espalda, en aquellos pasos, en el asfalto… Todo está afuera, escrito y sin escribir aún, sin guión ni esbozo, una película con millones de focos.

Está en la gente y la calle, en la calle con sus gentes… en lo cotidiano, en lo mío, lo tuyo, lo suyo y lo nuestro.

Eso eso es. Ni más ni menos.

Arte esperando ser contado!

Grela Bravo

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