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Reseña de “Intemperie” de Jesús Carrasco

Hay imágenes que no puedes sacarte de la cabeza.

“Intemperie”, ópera prima de Jesús Carrasco, es uno de esos libros que se quedan dando vueltas en tu memoria días y días después de haberlo terminado. Hay imágenes que no puedes sacarte de la cabeza.
La historia narra la angustiosa huida de un niño de unos nueve años, a través de un territorio árido y deshabitado, donde sobrevivir bajo la dureza del sol y la escasez de agua es toda una hazaña. En el libro no se mencionan nombres, ni lugares concretos, ni tampoco la época en que transcurre. Todo se centra en los hechos que afectan a los dos personajes principales, unidos por la necesidad de sobrevivir.
Desde el comienzo se intuye que el motivo de la huida del niño, que ha decidido arriesgar su vida, es algo muy grave. Enseguida se topa con un cabrero, un viejo tosco y enfermo que le acoge bajo un silencio protector. Poco a poco se va tejiendo entre ellos, una relación hilada por la supervivencia, pero también por el cariño.
Los hombres que buscan al niño lo van cercando y hay varios momentos muy angustiosos por la forma en que el autor te enfrenta a la vileza humana más extrema, en contrapunto con una generosidad y una nobleza ruda y auténtica.
El autor utiliza un estilo muy sobrio pero con un vocabulario extremadamente rico en términos rurales y de campo. Yo he tenido que utilizar el diccionario en varias ocasiones. Es una de esas historias exponenciales qué página página van creciendo, hasta ese punto en que notas que se ha inoculado dentro de ti.
“Intemperie” es un gran libro, uno de los mejores que he leído últimamente.
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