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Silvia Luchetti, una todoterreno de los musicales en español

A medida que he ido ganando experiencia he aprendido a hablarme con mucha más amabilidad.

Fotografía: @JohnRibes

Silvia Luchetti es una de las intérpretes de musicales más importantes de Argentina y de España. Países donde ha hecho protagónicos, personajes secundarios y segundos repartos de musicales muy populares como Los miserables, Sonrisas y Lágrimas, Evita, La Bella y la bestia o Anastasia entre otros. En la actualidad es noticia por ser parte del elenco de Company, el musical de Sondheim producido, dirigido e interpretado por Antonio Banderas. El musical que más tiempo se ha representado en Málaga, que ha pasado por Barcelona y ahora está en el renovado Teatro Albéniz de Madrid con una temporada reducida.

Antonio Hernández (AH) ¿Qué hace en Company?

Silvia Luchetti (SL) Mi papel en Company es Susan. Formo parte de una de las parejas neoyorquinas de clase media alta de los setenta que hay en la obra.

Antonio [Banderas] me pidió que hiciera mi personaje con acento argentino, muy porteño. Me costó mucho porque llevo veinte años aquí en España y he tenido que trabajar para quitarme el acento en escena.

No es un papel muy grande. Formo parte de un matrimonio muy peculiar. Es el más adelantado a la época. Mi marido en la obra es gay. Y, una vez divorciados, seguimos viviendo juntos, viajando juntos, sabemos lo que hay. Esto a Bobby [el personaje que hace Antonio Banderas] le rompe la cabeza.

En los setenta el personaje que interpreta Albert Bolea, que hace de mi marido homosexual, tenía un monólogo que la censura norteamericana prohibió en su momento. Antonio Banderas lo quiso recuperar, pero no le dieron el permiso para hacerlo.

Además, a diferencia de otros musicales, Sondheim no permite repetir montajes. Si te cede los derechos, tienes que hacer una produccióndistinta de las que ya se han hecho antes en cualquier otra parte del mundo.

AH ¿Cómo es su Susan?

SL Es un personaje muy optimista, muy luminoso. De carácter muy fuerte. Le añadí muchas de mis cosas como mujer argentina. Antonio me dice que he sido capaz de dar vida a un personaje tan pequeño como el que tengo. De que siempre que estoy en escena se nota que soy Susan. Ya tenga una escena o esté observando desde una esquina del escenario.

AH – Hay una versión de Company que Bobby, el personaje principal, es mujer en vez de hombre. ¿Le gustaría protagonizar un montaje como este?

SL Por supuesto. Cuando se hicieron las audiciones de Chorus Line [el primer musical que produjo Banderas en España] no me iba a presentar, aunque los personajes de este musical tienen que bailar y yo he sido bailarina. Bailé durante mucho tiempo con Julio Bocca.

Sin embargo, me llamaron. Lo hicieron porque yo he hecho muchos personajes de musicales que tienen partes bailadas. Sin saber que Antonio estaba pensando en montar Company, me presente con Being Alive (Sentirse vivo), el tema con el que acaba la obra.

Posteriormente, en 2020 me llamaron para hacer unos talleres en los que se iba a trabajar para montar Company. Fue en plena pandemia. Estuvimos durante un mes yendo del teatro al hotel y del hotel al teatro. Tampoco se sabía quiénes de los que habíamos sido convocados íbamos a estar en elenco. Nos dedicamos a estudiar Sondheim ocho horas diarias. Estábamos alucinando.

Cuando me llamaron me salió espontáneamente el decir que qué bien que me hubiesen llamado, que me gustaría mucho ser Bobby. Fíjate. Bobby es un papel muy rico tanto para un hombre como para una mujer.

AH – ¿Qué cree que le ha llevado a formar parte del elenco de esta obra que ha sido uno de los estrenos del año?

AP Creo que la madurez que he adquirido. Tanto como mujer como profesional. Y los trabajos que he hecho en España que me han permitido conocer a muchas personas que se dedican a los musicales y a la interpretación.

La verdad es que no se me dan especialmente bien las relaciones públicas. Creo que tengo un talento reducido para ellas. Pero se me conoce mucho por los trabajos que he hecho. Tal vez, la Diana que hice en Casi normales me dio la madurez que exigía Company. Y por eso me llamaron.

AH –Pero ¿cuál ha sido su trayectoria profesional?

SL Comencé a los quince años de bailarina. Siempre dije que nunca iba a cantar, pero me gustaba tanto que acudí al conservatorio para estudiar opera. También me gusta muchísimo el teatro de texto y he profundizado en el mismo.

Esta formación me ha permitido presentarme a trabajos en los que es necesario tener conocimientos de las tres disciplinas. Trabajos que suelo elegir. No me presento a todo. Ni voy a todas las audiciones. Suelo presentarme a aquellos proyectos en los que pueda aportar y que me puedan aportar.

dónde quiero ir. Pero en ese camino estoy atenta a las puertas que se van abriendo y que me llevan a distintos mundos. Lugares donde empiezan a aparecer cosas interesantes que me hacen vibrar. Hay que estar abierta a esos mundos.

AH – ¿La ha influido en algo que su madre sea cantante de ópera?

SL Aunque a mi madre la adoro, yo no quería cantar. Creo que era por sus giras. Ella viajaba y yo me tenía que quedar con mis abuelos. Sin embargo, recuerdo con mucho cariño las veces que la acompañaba cuando giraba por Argentina.

Ahora me encanta viajar. En las giras por España voy en mi propio coche. Y en Company canto de soprano en la escena de la boda. Cuando me escucho compruebo que tengo el timbre de voz de mi madre. Gente que la conoce y ha venido a verme me dice que canto igual que ella. No lo creo.

AH – ¿Ha venido a verla?

SL Sí, bueno en Madrid todavía no. Lo verá a principios de enero que me la traigo porque es su cumpleaños.

De mi madre aprendí el respeto por la profesión y por lo que hacía. Algo que no soporto es la actitud de “Bueno, da igual”. Cuando uno ve un espectáculo impecable es porque a los que lo hicieron nada les dio igual. Este respeto lo heredé de ella.

AH – ¿Cuándo comenzó a hacer musicales?

SL En 1998 hice La Bella y la Bestia en Argentina. Luego Los miserables, el montaje clásico, con el escenario giratorio, que es el que más me gusta, en el que trabajé directamente con el equipo artístico original. Al que siguió Fiebre del sábado noche en la que trabajé con ArlenePhillips, la creadora de las coreografías originales.

Cuando estaba en El violinista en el tejado se anunciaron las audiciones para El fantasma de la ópera en España y me presenté. Eso me dio la oportunidad de trabajar directamente con Lloyd Weber como antes lo había hecho con Schönbergde Los miserables en Argentina. En Madrid entre por la puerta grande alternando en el papel de Christine con Julia Möller, a la que adoro.

Luego seguí trabajando en España. Estuve dos meses en Mamma Mía! Que dejé para hacer una producción pequeña de El diluvio que viene. Este cambio ejemplifica muy bien cómo me muevo.

Detesto las cajitas que a la gente le encantan. Si eres esto o eres lo otro. Encierran demasiado. Me fui a hacer El diluvio porque me permitía demostrar que era capaz de decir los textos con un acento castellano de España.

Eso me permitió saltar al Teatro Español para hacer dos zarzuelas con mucho texto. Adiós a la bohemia, dirigida por Mario Gas, y Black el Payaso, dirigida por Ignacio García. Ahí ya no quedaron dudas a ningún productor de que podía hacer papeles en castellano de España.

AH – ¿Ha trabajado en el Teatro de la Zarzuela?

SL No, no he trabajado nunca. Cuando te llaman es para un trabajo de un mes o un mes y medio. Y a veces puedes, pero a veces no puedes. Es algo que tengo pendiente.

AH – La he escuchado decir que actualmente está interesada en el teatro de texto.

SL Mucho. Porque ahora en España a partir de los textos se hacen trabajos mucho más corporales y sensoriales que antes. Hice una sustitución en una producción muy pequeña de Canarias de Quien teme a Virginia Wolf. Me sentí tan bien, me resultó tan rico y me gustó tanto que disfrutémucho.

Cuando voy a talleres me gusta mucho jugar con la palabra sin necesidad de música o de coreografías. Estoy como buscando. Hablo con autores. Escribo.

Pienso que las cosas se dan cuando se tienen que dar. Así que voy abriendo espacios. Y en algún momento caerá.

El otro día me encontré con Sanzol [el actual director del Centro Dramático Nacional] y le pregunté ¿cómo hago yo para trabajar en el centro que diriges? La mayoría de los que trabajamos en el teatro musical somos actores que, además, sabemos cantar y bailar. Es un asunto de cajitas, nos ven como actores de musical.

AH – ¿A qué se debe que haga coaching?

SL Siempre me ha gustado ser maestra, Me encanta enseñar. Con quince años ya daba clases de ballet a niñas más pequeñas. Me viene de mi linaje materno. Mi abuela fue profesora en la Patagonia en 1920.

En aquella época había que tener mucha vocación para montar una escuela y más en aquella regióndonde todavía había indígenas. Sin embargo, ella montó una escuela para niñas en un pueblo llamado Valcheta. Donde las enseñaba a leer y escribir y corte y confección para que tuvieran un oficio y no acabasen limpiando en casas de ricos.

Además, voy cumpliendo años y acumulando experiencia que creo que debo pasar a otras personas. En general, me resulta fácil ver qué necesita la otra persona.

AH – ¿Hace solo coaching para actores?

SL Sí. Trabajo con ellos la voz y la acción. Y, por supuesto, la interpretación. Creo que no se puede ser cantante sin ser actor o actriz. Si solo se es cantante, se es un sonido. Que puede ser bonito, pero que a me aburre. Y en el teatro musical, si aburre, apaga y vámonos. Prefiero un intérprete que no tengan una gran técnica vocal pero que cuando estén en escena estén contando algo.

Una canción en un musical es como un monólogoen una obra de texto. Claro que la partitura da dramaturgia, más en Sondheim que es dramaturgia todo. Con cada nota cuenta algo. Pero eso hay que abordarlo desde la actuación.

Si tienes un problema de llegar a una nota, te buscas un coach musical que te ayudará. Pero para que lo que cantes tenga interés, debes hacerlo desde la interpretación actoral. Va a importar menos que haya un gallo, a que no cuentes nada y la voz esté impecable. Yo enseño mucho a ser interprete de teatro musical desde el trabajo actoral.

AH – Ha trabajado con equipos artísticos de Broadway y del West End ¿Lo que acaba de decir lo aprendió de ellos?

SL – Muchas veces esos equipos tienen las cosas tan claras que no te permiten descubrir por ti misma el papel para el que has sido contratada. Te lo dan todo hecho y masticado.

Hay otros que lo que hacen es que te acompañan para que hagas ese recorrido y llegues al resultado final esperado. Y si no llegas a ese resultado pero aportas algo interesante, les parece bien y lo dejan.

La dirección de Company de Antonio Banderas no ha tenido nada que ver con ninguno de esos dos estilos. Él nos ha dado libertad para explorar e improvisar. Nunca había tenido esta libertad para trabajar en un montaje que venía de Broadway o del West End. Probábamos distintas cosas y luego se decidía dentro del montaje lo que podía quedar mejor. Fue un trabajo muy enriquecedor el tener tiempo para explorar, aunque fuese un papel pequeño como el de Susan.

AH – A pesar de haber hecho muchos protagonistas y secundarios del primer reparto, también ha hecho muchos secundarios y segundos repartos ¿cómo se siente en esa posición?

SL – Sí, he hecho muchos segundos repartos. Pero han sido segundos repartos muy ricos. Por ejemplo, he hecho la Condesa Lily de Anastasiaen Broadway como alternante de CarolineO’Connor. Y la gente se iba hablando de mi condesa y eso que solo trabajaba en el segundo acto.

No me muero por ser la protagonista. Lo que quiero es un papel en el que pueda aportar algo o me pueda aportar algo. El musical Los miserableslo he hecho dos veces. La primera fui Cosette. La segunda vez forme parte del coro-ensemble que representaban las barricadas de los estudiantes y alternante de Madame Thénardier.

Desde que leí la novela de Victor Hugo a los dieciséis años tuve claro que Los miserables eran las barricadas de estudiantes. Yo quería formar parte de ellas. Saber lo que se sentía. Mucha gente me dijo que si iba aceptar ese rol viniendo de hacer papeles importantes y protagonistas ¿por qué no? [dice con asombro, como si la pregunta no tuviese ningún sentido]

Hay compañeros que vienen a ver Company y me dicen que qué pena que no tenga ninguna canción, excepto mi participación en la escena del coro de la boda. A me sorprende que me lo digan. Estoy trabajando como actriz, que es lo que soy, en una obra de Sondheim con Antonio Banderas y con otro montón de buenos intérpretes de musical. En una producción con veintisiete músicos en la que se me ha permitido jugar como yo quisieracon mi argentinidad. No es para que de pena ¿no te parece?

AH – He leído que el objetivo del coaching que usted hace es ayudar a que los intérpretes encuentren su propia voz

SL Normalmente se piensa que la voz cantada tiene que estar impostada. Puesta en un sitio concreto. Sin embargo, yo comienzo a trabajar desde la voz hablada. La voz cantada tiene que parecerse a esa voz. Si alguien la oye tiene que reconocer a la persona que canta. Debe tener su color.

Cuando hago coaching personal, también me interesa la voz interior. La voz con la que tú te hablas a ti mismo, ¿Cómo lo haces? ¿Te gritas?Aquí sale la psicóloga argentina [dice riendo], otra de esas cajitas de las que te hablaba.

AH – ¿Cómo se habla a sí misma Silvia Luchetti?

SL A medida que he ido ganando experiencia he aprendido a hablarme con mucha más amabilidad. Desde que era pequeña fui muy cañera conmigo. Tenía que ser perfecta.

Muchas veces me decía: “¡Soy idiota!” que es algo que se dice mucha gente. Eso ya ha quedado atrás. Ni lo pienso.

He adquirido una herramienta fundamental que es el humor. Hay que aprender a reírse de uno mismo. También a hablarse con más amabilidad y compasión. Y hay que aprender a perdonarse. Si lo hiciste mal, aceptar que lo hiciste mal, y punto, aunque lo hayas hecho sin querer.

Lo importante es gestionar todas esas situaciones para posicionarse en un sitio en el que te encuentres bien en este mundo. De saber que uno vale mucho, porque si no, no estaría aquí. Debes recordar que tienes la posibilidad de hacer y de decidir qué quieres dejar cuando ya no estés.

AH – ¿Tiene todo esto algo que ver con que se haya ido a vivir a un pueblo de Ávila no muy lejos de Madrid?

SL Siempre he sido superurbanita. Nací en Mar del Plata, pero a los quince ya estaba bailando en Buenos Aires. También estuve estudiando en Londres poco antes de venirme a España.

Siempre viví en ciudades, pero cuando estaba confusa o me sentía mal tenía que irme a la montaña o al campo a disfrutar del silencio. Que está muy relacionado con que yo haga meditación y yoga.

El cambio de la ciudad a un pueblo surgió en una crisis personal. Pensé que era el momento de irme a vivir a un pueblo con mis gatos y probar. Lo hice y me gustó tanto que ya llevo catorce años viviendo en Casavieja.

Me he integrado muy bien. El otro día vinieron ochenta y siete personas del pueblo a verme en Company. Con una pancarta y todo. Son un gran público. Muy directos al contarte que les pareció. Si les gustó o no. Me paran por las calles del pueblo para hablarme de las partes que disfrutaron. Cada uno me va dando un feedbackdiferente. Es muy interesante conocer su reacción a un tipo de teatro que no siempre tienen la oportunidad de ver.

Viviendo en un pueblo, disfruto de un equilibrio entre la vida en el campo con mis animales y la vida en la ciudad cuando vengo a trabajar. Un equilibrio que perdí durante el confinamiento por la pandemia. Estuve encerrada en el pueblo y echaba de menos poder venir a Madrid de tanto en tanto.

AH – ¿Es duro ir y venir todos los días cuando tiene trabajo?

SLVolverme no. Cuando uno acaba de actuar sale con mucha energía. Además, a me gusta conducir. Me relaja volver por la carretera, viendo el cielo estrellado, escuchando habitualmente jazz. Incluso hay veces que vuelvo componiendo música para tocarla con mi banda. La mayoría de las canciones que toco con ellas nacen en el coche.

A veces se hace cansado. Pero si viviese en Madrid en el centro, probablemente también me cansaría de ver gente continuamente. Todo no se puede.

AH – Aunque hace ya veinte años que ustedvive en España ¿es muy diferente trabajar aquí que en Argentina?

SL – Las cosas han cambiado mucho tanto en España como en Argentina. Allí hay actores más pasionales, creo que fruto de la mezcla de españoles e italianos y del propio lugar. Que obtienen el fervor del público como si se tratase de un partido de fútbol entre el Boca y el River.

Para que te hagas una idea. Cuando Luis “Indio” Romero vino a dirigir Casi Normales pensaba que la obra no le gustaba al público por la reacción que tenía durante los ensayos generales. Allí el público es mucho más expresivo a lo largo de todala función que el español.

Pero hay cosas de trabajar en España que me gustan. Me gusta que los horarios están más organizados y establecidos. En Argentina te haces unos mates y puedes quedarte ensayando hasta las tres de la mañana. Aquí he aprendido que además del trabajo hay otras cosas en la vida. A mí me gusta la pasión, soy muy pasional, pero con medida.

Soy una convencida de que en el teatro hace falta pasión. Pero la pasión desbordada no te lleva a nada. Por eso también se necesita disciplina. Tener disciplina es amar al teatro para que no muera. Porque no todo vale en teatro. Trabajar sin descanso, sin organización, no te permite rendir adecuadamente.

Sin embargo, echo de menos la presencia de las artes escénicas en los espacios públicos. Recuerdo cuando se cerraban grandes avenidas en Buenos Aires para que bailase Julio Bocca con el ballet estable del Teatro Colón. Es como si aquí se cerrase la Gran Vía para que un primer bailarín de la Compañía Nacional de Danza bailase el Lago de los cisnes.

AH – ¿También está involucrada en causas sociales normalmente relacionada con la protección de los animales?

SLSí, tengo una asociación que se llama Mama Gata. De hecho, mucha gente de la profesión tiene gatos de esta asociación. La montamos tres personas. Inés León, una gran actriz que ahora está en la Gran Vía con Mamma Mía! y Pilar Cristóbal, que es una pianista clásica fantástica.

A ninguna de las tres nos gustaba ver a las crías de los gatos callejeros abandonadas y, en muchos casos, maltratadas. Son un problema tanto en los pueblos como en las ciudades.

Todavía hay muy poca conciencia sobre el mismo, aunque va creciendo. Por ejemplo, en Mallorca te encuentras barrios con carteles que señalan que la colonia de gatos está esterilizada y que está cuidada. O carteles en los que se buscan voluntarios para cuidar a dichas colonias.

AH – ¿Qué pregunta no la han hecho nunca y le gustaría que le hicieran?

SLSi no me gustaría hacer otra cosa.

AH – ¿Y le gustaría hacer otra cosa?

SLMe encantaría tener una casa de té. Me gusta mucho la repostería y se me da muy bien. He hecho repostería para todos los elencos en los que he trabajado. Incluso he hecho menús. Por supuesto, sería una casita de té con piano.

Aunque nunca dejaría el teatro. Siempre estaría relacionada con el mismo de alguna manera.

AH – ¿Pensaba que me iba a decir que quiere dirigir porque se lo he escuchado alguna vez?

SLSí, quiero dirigir. Hice talleres sobre Into the Woods [otro musical de Sondheim] en los que me dedicaba fundamentalmente a trabajar la parte vocal con los alumnos. Pero también participé en el montaje de algunas escenas. Ahí me pico el bichito de la dirección.

Me asombró la capacidad que tiene un director para hundir o potenciar a un actor. Los intérpretessomos bastante inseguros y cualquier cosa nos puede desequilibrar.

Me gustan mucho los musicales. He hecho ya diecisiete personajes. Por lo que me conozco las obras de memoria y qué necesita cada papel. Creo que con esa experiencia podría aportar mucho como asistente de dirección de musicales. Sería una nueva faceta en la que aprender y desarrollarme. Se abre una nueva puerta de las que hable al principio y con ellas nuevos mundos posibles me están rondando en la cabeza. Ya veremos donde me llevan.

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