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Soledad Y libertad

“Antes de gritar libertad, mide bien la cantidad de soledad que eres capaz de soportar”

Hace unos días leí esta frase y el mensaje me pareció muy potente y pertubador a la vez. Precisamente, porque considero que uno de los miedos más terroríficos que nos acecha en esta vida es el de quedarnos solos. Y si no ¿porqué se hacen tantas tonterías para evitarlo? Me pareció una clara advertencia: piensa bien lo que haces antes de decantarte por tu libertad, piensa que a lo mejor no estás tan mal estando mal, es decir, no estás tan mal siendo prisionero de una situación que no te agrada, porque puede ser peor quedarte solo. ¡Cuánto más profundizo peor se pone! Junto al miedo a la muerte, el miedo a la soledad es el que más  paraliza y más nos influye a la hora de tomar decisiones importantes. Y si no, mira a tu alrededor y analiza a tus amigos, a tu entorno y a ti mismo…

La necesidad de sentirse acompañado es algo innato al ser humano. Desde que nacemos estamos agasajados con los cuidados de nuestros padres, en el colegio el sentido de pertenencia a un grupo es primordial, luego vienen las parejas, el entorno social… siempre ruido y más ruido de fondo, sin pararnos a discernir entre el ruido bueno y el malo.

Pero  ¿cuántas veces hemos vivido en una “soledad sana”? y  en el caso de haberlo hecho ¿la hemos disfrutado o la hemos sufrido?

Todos nacemos para ser autosuficientes, pero lo olvidamos demasiado pronto y entonces nos volvemos seres dependientes de hechos y de personas. Deberíamos bastarnos a nosotros mismos para disfrutar, para pensar, para vivir, para decidir… La vida en compañía es posiblemente una buena opción, siempre que quien nos acompañe, nos aporte y los dos juntos sumemos.

Ahora bien, la temida soledad tiene una cara luminosa que no podemos ocultar: la que nos ofrece el tiempo para dedicarlo a lo que nos gusta, para cuestionarnos dilemas diferentes a los habituales, para conocer nuestras debilidades y fortalezas, para disfrutar de  paz mental; la que nos permite entregarnos a placeres como la lectura, acto solitario en sí mismo, que nos lleva a conocer otras vidas, que nos acompañan e incluso se anclan en nosotros por mucho tiempo. Aunque parezca paradójico, la soledad nos ofrece una vida mucho más rica en todos los aspectos.

Si por las circunstancias que sean te encuentras en un momento de soledad, aprovéchala antes de que se te escape. Disfruta con agrado de todas las posibilidades que te brinda y piensa que cuánta más soledad acumules, más libre serás, más sabio serás. Que nacemos solos y morimos solos, es un verdad irrefutable, pero también lo es que vivimos solos, por mucho que nos resistamos a ello, incluso en esta era de hiperconexión en la que nos hallamos.

Saber ser feliz en soledad provocará que el motivo de nuestras elecciones deje de ser una “necesidad” y se transforme en “libertad” de elección. Una forma mucho más acertada de elegir a aquellas personas a quienes queremos invitar a que caminen a nuestro lado.

No nos olvidemos:

 “Es todavía más espantosa la soledad de dos en compañía” -Ramón de Campoamor

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