En esta época del año las necesidades de la piel cambian ya que requiere más hidratación y más protección frente al sol y los radicales libres. Es el momento de utilizar fórmulas ligeras que no ensucian los poros ni provocan brillos, y olvidarse de las preparaciones untuosas.
Hábitos imprescindibles
–Exfolia sin irritar. Si tienes la piel sensible, sustituye las cremas con gránulos por las exfoliantes con enzimas (de papaya y piña), que son más suaves. Evita las mascarillas con arcillas porque pueden resecar.
–Limpia con suavidad. Evita las limpiadoras que son demasiado detergentes porque eliminan la capa protectora. Opta por las cremas desmaquillantes, las espumas y las aguas micelares, menos agresivas.
–Tonifica con agua termal. Como la piel está más seca a causa del sol, el agua del mar y las piscinas, usa un tónico sin alcohol y con activos suavizantes (caléndula, manzanilla) o en su lugar, vaporiza agua termal por el rostro. Te calmará.
–Escudo antirradicales libres. Todas las mañanas y antes de la crema hidratante, aplícate un sérum rico en antioxidantes (vitamina E, idebenona, té verde…). También te protege del sol y aporta luminosidad.
–La hidratación. Siempre es importante, pero ahora más. Elige una textura bien ligera y aplícatela varias veces al día.
Por la noche refuerza los cuidados
Antes de irte a dormir, ayuda a tu piel a reparar los daños causados por el sol:
Después de limpiar tu piel, aplica de nuevo el sérum antioxidante por todo el rostro. Presta especial atención al contorno de los ojos porque la piel es más fina y resiste peor las agresiones externas.
Luego, aplica una crema ligera que incluya ácidos grasos esenciales (aceite de borraja, germen de trigo, etc.), minerales y vitaminas que devuelvan la vitalidad al rostro.
Si notas la piel ‘tirante’ o castigada necesitas aplicarte cremas con ácido hialurónico porque ayudan a retener más agua.
Mimos semanales
Una o dos veces por semana, ponte una mascarilla hidratante y ya verás cómo tu rostro lo agradecerá.