Al alba
cabalgan los versos
—no sé quién me dicta el silencio.
La fiebre es un misterio que invade,
suelta las crines del cerebro,
relincha, arde un instante
y espanta de una vez por todas las moscas
sin altura de miras.
.
Entro en abril y la cera del paso
va cayendo sobre las andas.
Este año algo me dice que mi madre baila
en un banco de albohol escarlata
—pues yo quisiera llevarla a hombros,
lavar su rostro bendito con agua de rosas—,
perfume vacío de soberbia…
Andra Mari ya canta.
.
Las líneas de la mano delatan lugares comunes,
vagones del sueño donde nadie habla.
Y yo los voy a descarrilar. Sí.
Al barranco con todo.
Y que caiga una tormenta libre de juicios,
un respeto de viejos olmos.
Así cada recuerdo estará preso en esa roca
con palabras de tunera.
.