La poesía a veces busca a sus poetas. Les espera hasta el momento adecuado para cruzarse fortuitamente y seducirlos cambiando para siempre sus vidas. La literatura griega llegó a la vida de Anne Carson de forma repentina, casualmente en su adolescencia y le impactó transformando su vida hacia lo que es hoy.
Poeta, ensayista traductora clásica, profesora y poeta, recuerda “yo era una adolescente necesitada de estímulos. Las dos páginas yuxtapuestas (en una edición bilingüe de poemas de Safo), una con un texto impenetrable, pero de gran belleza visual, me cautivó”. Esta casualidad en una librería local con 15 años cambiaría su vida y su carrera hasta hoy. Actualmente es una de las poetas más destacadas en lengua inglesa.
Nuestra vida está plagada de casualidades; pequeñas variables que destacan en nuestra rutina y que, muchas veces sin ser conscientes de ello, nos transforman profundamente. Carson afirma seguir sin saber exactamente qué es la poesía “si supiera qué es la poesía no tendría la necesidad de escribir. Es algo que sigo buscando a tientas en la oscuridad”.
La poesía habitualmente se alía con aquellos estímulos artísticos que están arraigados en la persona. En el caso de Anne, su base clásica, queda reflejada en su escritura tanto en narrativa como en poesía. Su obra está plagada de referencias filológicas y de la nostalgia del pasado, de aquello no del todo perdido ni del todo recuperado. Como en una restauración, las palabras van aproximando a la persona a aquello que le falta, aquello que no logra alcanzar pero que sigue persiguiendo con anhelo. En su poesía se mezclan imágenes y palabras, se conectan con maestría gramática y sintaxis y mezcla elementos clásicos con referencias contemporáneas, figurando con frecuencia poetas, filósofos, actores, músicos y hechos históricos.
Anne Carson es una poeta actual que brinda honor al pasado clásico, a las raíces de la cultura grecolatina y a la vez es consciente del impacto de todo lo que está sucediendo en estos momentos. Ambas referencias le sirven para descrear, una idea suya que define como “deshacer la criatura que había en nosotros invirtiendo el proceso de creación para indagar sobre el mundo”. Quizás eso, indagar sobre el mundo, en cómo y porqué hemos llegado hasta aquí en estos términos es una de las preguntas que muchos nos hacemos.
Si no eres la persona libre que quieres ser,
busca un lugar donde puedas contar la verdad sobre ello.
Contar cómo te va con todo.
La franqueza es como una madeja que se produce a diario en el vientre,
tiene que desenrollarse en algún lado.
Podrías susurrar de cara a un pozo.
Podrías escribir una carta y mantenerla guardada en la gaveta.
Podrías escribir una maldición en una cinta de plomo
y enterrarla para que nadie la lea por mil años.
No se trata de encontrar un lector, se trata de contar.
Piensa en una persona de pie, sola en un cuarto.
La casa está en silencio.
La persona lee un pedazo de papel.
No existe nada más.
Todas sus venas se pasan al papel.
Toma la pluma y escribe en él unos signos que nadie más va a ver,
le confiere así como una plusvalía,
y todo lo remata con un gesto
tan privado y preciso como su propio nombre.
Como profesora, faceta que pone como prioritaria, sus poemas tienen siempre un carácter multidisciplinar. Mezcla géneros, estilos, temáticas y deja también cierto margen de interpretación al lector para que añada su experiencia vital. Aprender es un proceso que debe hacer uno mismo, que debe ser fruto de una búsqueda y un hallazgo propio interiorizado.
Para ella la poesía, atrapa el momento, consigue ser ese aquí y ahora que puede rememorarse “si la prosa es una casa, la poesía es un hombre en llamas que la atraviesa rápidamente”. Su poesía directa y sincera no busca encuadrarse en ningún género solo expresar sin restricciones para que el instante no se desvanezca, aunque ya no esté. Según su visión, ahí nace la poesía “cuando el pensamiento está en movimiento”.
Una esposa está bajo las garras del ser.
Fácil es decir ¿Por qué no terminar con esto?
Pero supongamos que tu marido y cierta mujer oscura
suelen quedar en un bar por la tarde.
El amor no es condicional.
Vivir es muy condicional.
La mujer se instala en una terraza cerrada al otro lado de la calle.
Observa a la mujer oscura
que con la mano le toca la sien como si le estuviera metiendo algo.
Observa cómo
él se inclina un poco hacia la mujer y luego se vuelven atrás. Están serios.
Su seriedad la atormenta.
Y ahora, que estamos más en movimiento en nunca, en esta época en la que nada perdura más que el tiempo necesario para echarlo de menos cuando ya a pasado, seguimos unidos al pasado que hace miles de años existió y al momento que apenas acaba de suceder. Ambos nos influyen, ambos se han cruzado para cambiarnos si somos capaces de reflexionar sobre ello.