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“Cuando el destino te llama, tienes que seguirlo”
El estreno de Lucia de Lammermoor de Donizetti en el Teatro Real trae a Madrid a Lisette Oropesa. Una joven soprano norteamericana, de Luisiana, de padres cubanos y de abuelos catalanes y castellanos que canta de forma regular en el Metropolitan de Nueva York y que acaba de debutar en el Covent Garden de Londres con el mismo papel que interpreta en Madrid. Una mujer que como buena norteamericana es simpática en el trato, sabe lo que quiere y no le importa trabajar duro para conseguirlo aunque lo tenga que hacer poco a poco, paso a paso. Como el que ha conseguido en Madrid, y al que se ha rendido la crítica.
Antonio Hernández (AH) – ¿Cómo vivió el ser hija de emigrantes en Estados Unidos?
Lisette Oropesa (LO) – Yo nací en Estados Unidos y viví en una casa cubana. Viendo Univisión y hablando español. Fue en la escuela donde aprendí el inglés. Lo aprendí muy rápido porque a mi alrededor siempre hubo mucha gente hablando este idioma.
En casa siempre fuimos bilingües. Es algo que siempre me ha ayudado muchísimo en todo y en la carrera de ópera.
AH – Usted nació y creció en Luisiana, un estado con un importante pasado español, aunque todo el mundo lo relaciona con su pasado francés.
LO – Luisiana tiene un pasado muy interesante y, también, terrible por los muchos años que duró la esclavitud. Aunque mi entorno siempre fue fundamentalmente latino o español, nada de cajún o francés. Mi bisabuela nació en Barcelona y vivió hasta que yo cumplí diez años. Mis bisabuelos y tatarabuelos eran de Segovia. Por lo que siempre me rodeó la cultura española.
AH – En Nueva Orleans hay mucha música, pero no recuerdo que tenga un teatro de ópera.
LO – Pues sí, si tiene. Tiene el teatro más antiguo de Estados Unidos que todavía sigue en el barrio francés. Y la New Orleans Opera es una de las compañías más antiguas. Se tuvo que mover de edificio después del Katrina porque el huracán lo destruyó.
AH – ¿Cómo se le ocurrió estudiar ópera en ese ambiente tan jazzístico?
LO – Mi madre era cantante de ópera. Mi abuelo también cantaba ópera. Aunque yo empecé a estudiar flauta también cantaba porque se me daba bien. Hice las audiciones para estudiar flauta o canto en la Universidad. Y aunque comencé con flauta, al final me tuve que cambiar porque tenía mucho más talento como cantante. Ahora, me siento muy afortunada de ser cantante.
AH- ¿Quién la convenció de que tenía más talento para el canto?
LO – Mi madre. Ella me dijo que me iba a gustar más cantar y estar en el escenario. Además añadió que tenía una voz muy buena y que sabía idiomas. Sin embargo, yo quería hacer otra cosa porque ella era cantante.
AH – ¿Su abuelo también era cantante?
LO – No. No tenía formación pero cantaba muy bien, tenía buen oído y aprendía escuchando discos. Poseía una voz lindísima. Perfecta. Era genético.
AH – ¿Qué le ofreció Luisiana en el aprendizaje de música clásica?
LO – Del sur de los Estados Unidos han surgido muchas cantantes de óperas. Por ejemplo, Leontyne Price que era de Misisipi, muy cerca. En la universidad en la que yo estudié había profesores buenísimos. No solo es que tuviesen una carrera sino que sabían enseñar.
En Luisiana la cultura de la música es muy importante. Va mucha gente a tocar y a formarse en cualquier tipo de música porque hay muchas oportunidades para tocar o para cantar. Es muy distinto de otras ciudades. No sé si es que la gente tiene más talento, será el agua o la comida [añade como una broma y nos reímos los dos] Es la cultura musical que hay, que es muy buena. Es especial.
Además en casa tenía muchas posibilidades de aprender. Mi abuelo grababa semanalmente las retransmisiones desde el Metropolitan de Nueva York. Además tenía muchos discos y CDs porque le encantaba la ópera. Y yo tenía acceso a todas esas colecciones.
AH – ¿Cómo se produjo el salto desde Luisiana al Metropolitan?
LO – Fue un salto directo. Acabé en la universidad, me dieron el diploma y me fui directa al Metropolitan porque me invitaron a estar en el programa de nuevos artistas. Fue algo inmediato y rapidito. Empecé con 21 años. Fue el destino y cuando el destino te llama, tienes que seguirlo.
AH – ¿Qué le dio Nueva York que no le había dado Luisiana?
LO – En Nueva York hay mucha, muchísima gente que conoce lo que es la ópera. Fue como otra escuela. Tenía maestros, clases de canto y de idiomas. Tenía clases con Renata Scotto, Kiri Te Kanawa, Mirella Freni. Tenía una de estas clases o cursos con ellas casi cada tres semanas.
El MET es el teatro más grande del mundo. Esto significa que allí trabaja mucha gente y mucha gente muy famosa por lo que hay mucha presión. No se puede ir a jugar, a hacer fiestas. Había que tomárselo en serio y estudiar.
No me costó porque soy una persona que se toma las cosas muy en serio. Es duro porque hay mucha competencia. Hay muchísima gente que quiere pasar por allí. Y en el MET no tienen tiempo para estar mirándote, contemplándote. Tuve que trabajar, pero me llevo a otro nivel. A otro lugar.
Por ejemplo, llegué muy gordita y me dijeron que era mejor que bajará de peso por el tipo de personajes que yo canto, de tipo ligero.
It was a challenge, but I did it. [Fue un reto, pero lo conseguí]
AH – ¿Tuvo que estudiar interpretación actoral?
LO – Sí, se estudia. Pero era más importante estudiar canto e idioma. Creo que la interpretación actoral se aprende haciendo, con la experiencia. Cada director quiere cosas diferentes.
Al principio, tenía nociones de cómo hacerlo pero ahora tengo más seguridad, he adquirido confianza.
AH – ¿Cómo fue el salto a Europa?
LO – Hice mi debut en Europa en la Ópera de Gales con El rapto del serrallo, pero después de algunas representaciones tuve que cancelar. Mi madre me llamó para decirme que mi padre se estaba muriendo, que no le quedaba mucho tiempo.
Ha sido la única vez en mi carrera que he cancelado. Me fui a Luisiana y estuvimos una semana juntos antes de que se muriera de repente. Fue lo mejor que he hecho en mi vida porque así pudimos estar juntos.
AH – ¿Qué le ayuda a tomar este tipo de decisiones difíciles?
LO – Yo quería verle a él, no quería que se muriese sin verle otra vez, y él quería verme a mi. Llevaba 4 meses sin verlo porque estaba viajando mucho.
Igual que después de su muerte. Tenía otro contrato y tenía que decidir que hacer. Por poco cancelo, pero pensé en lo que querría mi padre. Me acordé de que él siempre me decía que tenía que seguir con mi carrera, que no dejase que nadie, ni nada se metiese por el medio, que me quitase del camino.
AH – En una carrera como la suya ¿es importante tener un entorno familiar en el que sentirse seguro?
LO – Si. Me siento afortunada porque mi marido dejó su trabajo, un trabajo normal en una oficina, para estar conmigo y ayudarme. Estamos muy felices y hacemos todo juntos. Cocinamos, corremos maratones. También tengo a mi madre, a mi abuela, a mis hermanas.
AH – ¿He leído que es corredora y que hace maratones?
LO – A los 22 empecé a bajar de peso yendo al gym. Pero a los 27 comencé a correr. Estaba viajando demasiado y no siempre había un gimnasio al que poder ir en el lugar en el que estaba.
Mi marido y yo nos preguntamos que deporte hacíamos fatal para comenzar a practicarlo y a aprenderlo. Nos dimos cuenta que era correr y decidimos intentarlo. Empezamos en Nueva York en pleno agosto con mucho calor y nos costó mucho conseguir hacerlo bien.
Además, hay muchas ciudades preciosas para correr. Madrid es una de ellas. Es increíble. Por otro lado, es una manera fantástica de ver una ciudad, que te quita el estrés y te mantiene en tu peso. Y encima es sano y me gusta mucho.
AH – ¿Cómo de importante es para una cantante de ópera estar y mantenerse sana?
LO – Muy importante. Los cantantes no somos ordenadores. Para lo que hacemos tenemos que tener una energía tremenda. Eso significa que tienes que comer bien, tienes que dormir bien y estar emocionalmente estable.
Cualquier cosa que pase en tu vida emocionalmente debes dejarlo cuando entras en el escenario o debes usarlo para lo que tienes que hacer en escena.
Porque cuando no estás bien lo primero que se va es la voz.
Estar bien es importante para no enfermar o para recuperarse más rápidamente de una enfermedad. Soy joven pero tengo que cuidarme porque tienes que hacerlo lo mejor posible.
Por ejemplo, yo duermo mucho. Diez horas y hasta 12 horas a veces. Pero cuando me levanto, me levanto con energía y doy todo lo que puedo en el escenario.
AH – ¿Buscando en Internet he visto que ha hecho unas cuantas “Lucia di Lammermoor”?
LO – Sí, he hecho varias. No muchísimas pero sí un par. Estudié el papel mucho tiempo, en el MET. Lo he representado en un teatro pequeño de Estados Unidos, en un teatro mediano de Alemania. Luego pasaron cinco años antes de que me volvieran a llamar para hacer Lucia. Pero no me importó. Las cosas llevan su tiempo.
Antes de venir al Teatro Real lo he cantado en el Covent Garden, donde debutaba con este papel. Fue un éxito tremendo a pesar de que yo tenía miedo pues allí también lo había cantado Joan Sutherland y otras cantantes legendarias.
AH – Pero la producción que se puede ver en Madrid es la de la English National Opera no la de Covent Garden.
LO – Sí, pero también es fuerte, como la que hice en Covent Garden.
AH – ¿Qué aporta todo este bagaje profesional a la Lucia que hace en el Teatro Real?
LO – En primer lugar, me permite tener la técnica vocal necesaria para cantar el papel. También, la capacidad para interpretarlo desde el punto de vista actoral.
En este montaje no tengo muchos movimientos en escena. Lo que es muy difícil de hacer porque no te puedes esconder en ellos. Casi siempre estoy en el suelo mirando hacia el cielo. Y las pocas acciones las tengo muy marcadas.
Es algo que me cuesta más trabajo pero el haber cantado el papel varias veces me hace sentirme segura musicalmente. Además me siento arropada por el reparto. El tenor [Javier Camarena] y el barítono [Artur Rucinski] son increíbles. Todos cantan perfecto. Es un honor para mí y hace que yo quiera dar lo mejor de mí.
AH – ¿Le ha pedido algo especial el director musical [Daniel Oren] de esta producción?
LO – No me ha pedido algo imposible. A él le gusta que se cante piano, pianísimo, y que las notas se mantengan mucho tiempo. Siempre al límite. Lo que es muy difícil porque obliga a mantener la respiración. Mantener la tensión correcta en el abdomen para poder cantar de esa manera. Cuesta trabajo hacerlo y, también, explicarlo.
AH – A parte de tener que estar quieta ¿el director de escena [David Alden] también le ha pedido algo especial o que le haya sorprendido con respecto a otras producciones que haya interpretado?
LO – Creo que es la primera vez que hago la escena de la locura casi la mitad del tiempo parada. En el centro y en el proscenio. Sin nada alrededor de mí.
Toda la expresión tiene que ser con la postura y con el canto. Y ni siquiera. Me pidieron que no hiciera muchos gestos, a lo que respondí [lo dice sonriendo] que era cubana y que tengo mucha energía. Además de que Lucia no era the living dead, ella no está muerta.
Tuve que buscar la manera de expresar lo que me pedían sin dejar de ser yo misma. Si uno deja de ser sí mismo, el público siente que no se es auténtico. Hacer lo que te piden de una manera orgánica para ti, porque sino el público nota que es falso, que no eres tú.
AH – Eso es muy difícil de hacer.
LO – Gracias por decirlo.
AH – Gano el premio de zarzuela de Operalia pero no he encontrado que haya cantado ninguna zarzuela.
LO – Cuando era más joven acudí a muchos concursos. En el de Operalia se gana mucho dinero y, además, conoces a Plácido Domingo a mucha gente importante. Así que fui y me presenté a todo lo que pude. Me hubiera vestido de hombre y me habría presentado de tenor si hubiera sido posible.
Gané el tercer premio de soprano y el premio de zarzuela. Me aprendí dos arias de zarzuela y gané. No significa que seas la mejor cantante de zarzuela. Tampoco significa que a partir de ese momento tengas una carrera en un sentido. Lo que consigues es dinero. Eso es lo más importante.
Con ese dinero puedes ir a hacer audiciones a Europa, o te puedes ir a vivir a Nueva York donde tendrás más oportunidades, o puedes comprarte ropa para asistir a concursos o audiciones o puedes pagarte clases de canto que son caras.
AH – En España hay un gran debate sobre cómo renovar el género de la zarzuela ¿le han ofrecido cantar zarzuela?
LO – Sí, conozco el debate. En Cuba también lo hay. La zarzuela es casi siempre para una voz más dramática que la mía. Para mi voz no hay tantas zarzuelas y en Estados Unidos tampoco se hacen, a pesar de que Plácido Domingo está intentando que se representen en Los Ángeles, Houston o Miami, por lo que tengo pocas posibilidades de cantar en alguna.
La zarzuela es algo muy español. No es muy latino de Estados Unidos. Es algo muy de aquí. Aunque si me llega la oportunidad algún día, a lo mejor me resulta increíble.
AH – La temporada que viene Ainhoa Arteta abrirá la temporada en el Teatro de la Zarzuela.
LO – Ainoha Arteta es una de mis sopranos preferidas. Es increíble. Es muy bella por dentro y por fuera.
AH – Revisando su carrera no he encontrado que haya cantado música contemporánea.
LO – No, no he hecho mucho. He cantado una obra de Daniel Catan [Florencia en el Amazonas en la ópera de Los Ángeles] que no era tanto una obra contemporánea en el sentido musical del término, sino una obra escrita en nuestra época. Música tonal. La única ópera que he cantado en español.
En un par de años voy a estrenar una obra contemporánea en el MET. Está compuesta para mí, pero no puedo decir mucho más.
Hay muchos papeles de repertorio que quiero cantar. Y si empiezas a cantar óperas contemporáneas te encasillan en este tipo de repertorio para siempre y no te ofrecen el otro. Así que prefiero empezar con Bellini, Donizetti…
AH – ¿Qué personajes le gustaría interpretar?
LO – La Elvira de I puritani o la Amina de La sonámbula de Bellini, la Julieta de Romeo y Julieta de Gounod. Hay muchos personajes que todavía me faltan. Una vez que haya cantado lo que quiero cantar ya podré hacer otro repertorio.
AH – ¿Cómo se consigue el papel que uno quiere cantar?
LO – Uno tiene que ir paso a paso. Si cantas bien en un teatro te llaman para cantar en otro teatro. Luego puede que te vuelvan a llamar del primer teatro.
Si lo haces superbién tal vez te pregunten qué quieres cantar tú, pero lo habitual es que te llamen para un papel concreto. Luego tú decides si lo cantas o no. Eso no impide que tenga un listado de personajes que quiero cantar.
También es muy importante tener un agente que te ayude. Que tenga muchos contactos y que pueda hacer llamadas en tu nombre, que te busque oportunidades.
AH – Hay muchos teatros de ópera en Estados Unidos ¿a qué cree que se debe este interés por este género?
LO – Tal vez se explique porque en Estados Unidos hay mucha mezcla y hay mucha gente de origen europeo.
Me alegra que haya este interés por la ópera y que en mi país se encuentren algunos de los teatros de ópera más grandes del mundo. En Europa también hay grandes e importantes teatros. Pero mientras en Europa es un tema cultural, que pertenece a la tradición, allá hay que estar pidiendo dinero a los mecenas de los teatros. Nuestro gobierno no dedica mucha inversión a las Bellas Artes y tenemos que buscar formas de mantener la ópera.
Sin embargo hay muchas y muy buenas universidades en las que estudiar música.
AH – La existencia de esos teatros significa que hay una muy buena red para el desarrollo de la ópera, para crear aficionados y un tejido cultural.
LO – Sí. Es cierto.