fbpx

María Díaz, una jefa de prensa teatral que se pone el mundo por montera

María Díaz no es una persona que se esconda. Sin embargo, no es conocida por el gran público a pesar de llevar mucho tiempo trabajando en el mundo del teatro. Pero seguro que gracias a su trabajo gran cantidad de espectadores han tomado muchas buenas decisiones teatrales. Esto se debe a que se dedica a hacer comunicación teatral de compañías (como Ron Lalá), obras (como “Cartas de amor” con Julia Gutiérrez Caba), actores (cómo Pedro Casablanc) y actrices y festivales de teatro (como el próximo ZGZ Escena que tendrá lugar en la ciudad de Zaragoza).

Antonio Hernández (AH) – ¿Por qué se ha especializado en comunicación teatral?

María Díaz (MD) – Tenía claro durante la carrera que me tenía que especializar. No en un medio de comunicación, porque me gustan todos, la radio, la televisión. Me gusta escribir. Me tenía que especializar y  la cultura era algo que había vivido toda la vida.

He sido una afortunada siempre. He vivido en una familia en la que había libros por todos los sitios. Hasta la cocina era una biblioteca. Mis padres eran unas personas a las que les gusta mucho la cultura. Vivíamos en Salamanca y mi madre nos traía al teatro a Madrid. También íbamos mucho al cine. Así que he vivido la cultura siempre. Era algo que me interesaba. Además en mi casa había una colección de arte.

Empecé con el cine. Un mundo en el que creo que lo hice casi todo. Tuve una productora de cortometrajes. Monté una dolly  con unos amigos. Hice script de cine. Además, trabajé en la oficina de prensa del Festival de cine de San Sebastián.

En un momento dado entré en la tele y todo aquello se olvidó. Entonces apareció alguien que me ofreció ser la jefa de prensa de la [productora teatral] Pentación.

Eva Paniagua, amiga y productora de teatro, me dijo: “¿Por qué tú no?” Estaba muy cansada de la tele y pensé, “Si esto no lo he hecho nunca”. Pero como no tengo miedo, o soy una inconsciente, todo es posible, me metí en esto. Y en esto llevo…

Lo he dejado un par de veces. La primera vez porque pensé que esto no era para mí. Y me fui a hacer un programa a la EITB y volví porque me lo pidieron. He ido creciendo. Encima en los años duros he tenido trabajo. Además, me llevo muy bien con la gente con la que tengo que trabajar, lo que me hace pensar que no lo hago tan mal. Creo que entiendo muy bien a los artistas, porque lo he mamado.

AH –  Cuando se deja ¿por qué se vuelve?

MD – Porque me lo pidieron y porque me había quedado un gusanillo dentro. La primera vez había hecho 3 ó 4 funciones, nada más. Lo bueno de empezar en algo en lo que nadie te ha enseñado es que empiezas a hacerlo a tu manera y si ves que funciona…

Cuando yo empecé no trabajaba con actores conocidos y todo parecía complicado. Yo venía de la tele y proponía hacer cosas como una entrevista en el Museo de Cera y vendérselo a Madrid Directo [un programa muy popular en los 90 en la Comunidad de Madrid]. Los actores iban encantados y la tele te lo compraba.

Aquello funcionaba. Se vendían entradas y me iba cargando las pilas. Lo bueno que tiene mi trabajo, a parte de la gente que conoces, es que te permite crear.

Además el mundo del teatro es maravilloso. Me permite levantarme todos los días sabiendo que voy a tener jornadas de 20 horas que voy a disfrutar. En las que sé que voy a conocer a gente maravillosa. Y entonces te vuelven a llamar para otros proyectos.

Las dos veces que volví, creo que volví porque tenía que demostrarme a mi misma que podía. Ahora, el día que me vaya, no creo que vuelva. Y algún día creo que me iré. Haré cosas nuevas. Yo siempre estoy haciendo cosas nuevas como si tuviera 20 años.

AH – ¿Qué le ha enseñado la gente del teatro?

MDTodo. Todo. Me ha enseñado a ser generosa. A compartir las penas y las alegrías. Me ha enseñado a disfrutar en cada momento de lo bueno y de lo malo. A enfrentarme a las críticas.

Incluso viniendo de una familia que se leía mucho, me han enseñado a leer a los clásicos. Con los clásicos yo tenía una cierta cosa que no me acababa de cuajar.

Y me ha reforzado una idea que tenía de haber sido una nómada toda la vida y es que siempre en cualquier lugar vas a conocer a alguien que vale la pena conocer.

AH – ¿Cómo por ejemplo?

MD El actor Adolfo Fernández y la productora Cristina Elso que me parecen dos regalos que me ha hecho el teatro. Llevo trabajando con ellos 13 años y su empresa K Audiovisual y sigo trabajando porque cada espectáculo que me ofrecen es un regalo. No solo los espectáculos. Ellos viven fuera de Madrid y mi chico y yo empezamos cenando y acabamos pasando un fin de semana con ellos. Aquello es como la película “El ángel exterminador” una vez que entras no sales de allí.

El teatro también me ha regalado a Sergio Peris Mencheta que me parece una cabeza privilegiada del teatro de este país. Y a Fernando Sánchez-Cabezudo que me parece una maravilla.

Y también a algunas de mis grandes amigas como son Graciela Huesca y Carmen García, que son distribuidoras, o Nuria Cruz Moreno que es productora.

Me han regalado tanta gente que ahora tengo un universo.

AH- ¿Por qué trabaja María Díaz en esto?

MD –No trabajo por dinero. No quiero hacerme rica. Trabajo porque me apetece, con la gente que me apetece y con los espectáculos que quiero y porque tengo la sensación de que nadie me está tomando el pelo. En mi trabajo lo quiero dar todo porque la gente que trabaja a gusto conmigo lo da todo.

AH – ¿Los profesionales del teatro la eligen o usted elige?

MD – Es recíproco. A mi me llegan proyectos que rechazo. A veces porque no me interesan. Otras veces porque no me cuadran en ese momento, no siempre se puede hacer todo. O porque tengo un espectáculo en esa línea y es complicado defender dos espectáculos en la misma línea.

Normalmente hago espectáculos que a mi me apetecen. Otra cosa es que vaya a ver un espectáculo y en la butaca dices “¡Cuánto me hubiera gustado que me hubieran llamado para hacer esto!” porque la obra es una maravilla.

Hay espectáculos a los que digo que no porque no me seducen. Nunca diré que es por eso. De hecho estuve año y medio sin hacer nada de teatro porque todo lo que me ofrecieron no me interesaba y me lo podía permitir porque tengo puestos otros huevos en otras cestas.

AH – ¿Es importante tener opciones?

MD – Sí. A mí me ha permitido trabajar en una línea de teatro que con los años me ha dado credibilidad con los medios. La gente me asocia con un tipo de espectáculo.

He apostado por espectáculos que el texto es muy bueno y tiene mimbres muy buenos y luego el resultado no lo es. Pero ahora mismo tengo una cartera que es para presumir de ella.

Te voy a contar una anécdota. Cuando me llamaron de Ron Lalá me pilló en un momento de la vida que yo no estaba para vender a 5 tíos que no los conocía nadie. Mi idea era decirles que no. Así que fui a verlos al teatro para decírselo en persona que no iba a poder hacerlo. Era la época de su “Mi ministerio del interior” y mientras la estaba viendo me estaba riendo junto con gente de todas las edades y pensando “¡Menos mal que todavía no les he dicho nada! Porque con estos tíos voy a trabajar.” Es que si trabaja otra me muero. Desde entonces hemos recorrido juntos un camino maravilloso aunque yo iba para decirles que no. A mi me gustan los retos, como La Zona Kubik. Ron Lalá ha sido otro regalo que me ha dado el teatro.

AH – Lleva desde producciones grandes o con grandes nombres y otras más pequeñas y con gente desconocida, parece que el tamaño de la producción no le importa.

MDSolo importa el buen teatro que además que sabes que lo hace gente con corazón. Si se dan esos dos factores yo trabajo con la gente más importante y la menos importante.

Ha habido gente importante que con proyectos que no me interesaban les he dicho que no y a la menos importante con proyectos que me interesaban les he dicho que sí.

He hecho apuestas muy arriesgadas y he salido adelante, de lo que estoy muy orgullosa porque era una apuesta en común, de sensibilidad y de sentido.

Ha habido apuestas de no cobrar nada hasta ver lo que pasaba, si nadie cobraba no ibas a cobrar tú. Pero hemos remado divinamente y hemos llegado.

AH – ¿Es esta una de las razones por las que acaba como socia de proyectos como Barco Pirata y Pabellón 6?

MD Barco Pirata es un regalo de Peris Mencheta y Nuria Cruz Moreno. Llega un momento que ven que me he involucrado tanto con ellos que creen que pagarme solo el sueldo no es justo y entonces me hacen socia de la empresa.

Pabellón 6 fue distinto. Era una idea de Ramón Barea de crear un teatro off en Bilbao. Me pareció maravillosa y en una ciudad en la que yo tengo muchas vivencias. Había que arrimar dinero y el proyecto me llegó en un momento que lo tenía. Un proyecto no puede morir ni por falta de ilusión ni por falta de dinero. En aquel momento yo tenía ilusión y tenía dinero. Mi chico también. Y Adolfo Fernández y Cristina Elso.

A mi me llena de orgullo saber que ahora mismo en Bilbao hay una oferta de teatro off del que yo soy en parte responsable. Era el sueño de otro, pero que compartió con gente que supimos escuchar y entender. Lo inauguramos con “Cantando bajo las balas” Es un proyecto lleno de alma.

AH – Está en muchos lugares de España haciendo muchas cosas diferentes y parece que está en todos esos sitios a la vez ¿Cómo se consigue esa ubicuidad?

MD – Le estoy dando vueltas a ese tema pero creo que todavía no lo tengo suficientemente trabajado. Yo duermo tres horas al día. Me acuesto a las 3 de la mañana y me levanto a las 6 de la mañana.

Viajo de noche. De tal forma que me has visto en un estreno una noche. Al día siguiente en otro sitio en una rueda de prensa. Y luego en un estreno esa noche. En el medio visito una ciudad a la que vuelvo tres días más tarde. Así que hay mucha gente que se acostumbra a verme en su ciudad y piensa que vivo allí. Pero yo vivo en Madrid aunque es verdad que paso mucho tiempo fuera.

AH – ¿Cómo se prepara uno para esto?

MD – Creo que es la genética. A mi me ha tocado y la he sabido sacar partido.

AH – ¿Cómo se le saca partido?

MD – Sin miedo. Valorando hasta donde se puede llegar. He hecho muchas cosas en la vida porque nunca he tenido miedo. Hay cosas que he tenido claro que las podía hacer y otras que no, pero que quería demostrarme a mi misma si podía o no.

Yo he sido script de cine porque tengo memoria y soy observadora y me lo ofreció Antonio Giménez Rico porque me conocía y le dije que sí para ver si podía.

AH – ¿En teatro solo ha hecho comunicación?

MD   Ahora también soy productora. Y he salido al escenario a hacer una broma a Pepe Sacristán en Amadeus en un Teatro Arriaga que estaba lleno hasta las cartolas. Él me decía: “Tú eres actriz, tú eres actriz”. A mi que tengo un respeto por los actores…

En un momento dado el regidor gerente y yo decidimos gastarle una broma. Iba a hacer de un personaje que no hablaba, una figura de mármol que representaba a su mujer, con una superpeluca y vestida de la época. Pepe estaba en la corbata. Se giraba y hablaba de cómo había sido su relación con ella. Ella, el personaje, no hablaba en ningún momento solo le miraba.

Él me reconoció a la primera debajo de ese disfraz. Le hizo mucha gracia la idea. Yo no me movía. Era un mármol. El se volvió y dirigió hacía mí diciéndome cosas, intentando que me diera la risa. Yo ni pestañeé.

Cuando terminó la función se acercó y me dijo: “Te invito a cenar, porque lo que has hecho ahí… Eres una jabata.”

También he participado en generar ideas. Como el cartel de una obra. Pero básicamente, lo mío es la comunicación.

AH –¿Si no estoy mal informado ha llevado la comunicación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC)?

MD – No. Nunca he llevado la comunicación de un centro público. He trabajado llevando la comunicación de la compañía Ur que dirigía Helena Pimenta hasta que la hicieron directora de la CNTC. Si que he hecho parte de la comunicación de la parte privada de algunas de sus producciones.

Siempre que me han ofrecido un trabajo fijo se me han puesto los pelos como escarpias y he dicho que no.

AH – ¿Por qué?

MD – Porque creo que no valgo. A mi me interesa este mundo y mi vida porque cuando me levanto cada mañana soy dueña de lo que yo hago. Puedo trabajar muchas horas pero soy dueña de mi tiempo. Eso me parece fundamental.

No quiero meterme en una empresa que me da proyectos que en un momento dado no me interesen. Soy tan apasionada que lo que no me gusta no lo sé vender. Necesito creer en lo que hago. Por eso me permito el lujo de seleccionar las cosas que hago y las que no hago.

Luego me parece que me convertiría en un funcionario. No tengo nada en contra de los funcionarios. Hasta los envidio. Pero para funcionario no valgo. En esta vida hay que valer. Tampoco valgo para bailar en el Teatro Bolshoi.

AH – ¿Ha hecho comunicación para actores?

MD – Sí. A través K Audiovisual de Cristina Elso. Ahí tengo la suerte de hacer comunicación para Pedro Casablanc. Ahí tengo la suerte de que soy la Jefa de prensa de Pedro Casablanc, algo que me llena de orgullo. Otro regalo que me ha hecho el teatro y encima es de los seres más divertidos que me he encontrado en mi vida.

A través de esta agencia también trabajo con Macarena Sanz, que me parece una bomba de señora, con Lidia Navarro, que me parece otra bomba. Con un montón de gente. Pero nunca independientemente.

Cristina me ofreció y acepté porque me parecía que hacía una apuesta por sus actores en la línea que yo la hago por el teatro.

AH – ¿Cuál es la diferencia entre hacer comunicación para una obra, para una compañía o para un actor?

MD   Tampoco es mucha. La cosa es que conozcas el producto que estás manejando. Una compañía tiene más aristas, o más vértices o más ángulos.

AH – ¿Porque se tiene que tener en cuenta a todos los componentes?

MD – Sí. Te da una manga más ancha porque si tienes que dar una entrevista si no puede mengano puede fulano. Sin embargo, Pedro Casablanc tiene una agenda que para que quieres unas prisas… entonces hay que ajustarse a su agenda.

Lo importante es entender el producto que quieres vender, sintonizar con él y envolverlo para regalo. Hacerle entender a la gente que eso es la pera aunque fuera una cosa comprada en un todo a cien. Según como envuelvas las cosas, parecen una cosa u otra. Mi capacidad como jefe de prensa es saber envolver para regalo.

AH – ¿Tiene equipo?

MD – Trabajo sola. Mi forma de trabajar y de crear van indisolublemente unidas a mi personalidad. Cuando me contratan me contratan a mi. En su momento tuve una persona para trabajar conmigo que era estupenda. Sin embargo, los clientes acababan pidiendo que fuese yo.

Prefiero coger menos cosas, las que puedo. Trabajarlas yo y ser dueña y responsable de mi trabajo. Envidio a la gente que ha podido crecer como empresa pero yo para eso no valgo. Soy artesana, muy artesana.

AH – ¿Por qué cree que hay tantas mujeres que se dedican a la comunicación teatral como Toñi Escobero o como las componentes de Lemon Press?

MD – Y está también Silvia Espallargas que fue la primera y para mí es la mejor.

Quizá tengamos más sensibilidad que los hombres. Somos más sensitivas. Entendemos mejor las cosas. Aunque no creo que haya diferencias entre hombres y mujeres a la hora de trabajar. Sin embargo, es cierto que en este mundo hay más mujeres. Tal vez porque tenemos ese punto de que si tenemos que ser más madres, somos más madres, que más hijas, pues somos más hijas, y si tenemos que ser más amigas también sabemos ser más amigas.

Tener buena sintonía con las personas que trabajamos es importante para gestionar sus agendas. Si tuviese que pelearme con cada artista para convencerlo de que tienen que hacer determinadas entrevistas no me darían las energías, pero si fluye todo…

AH – ¿Es educacional?

MD – No lo creo. En este trabajo hay personas de distintas procedencias y hemos llegado a esto por distintas casualidades de la vida. Es como cuando visitas un país y te dices que vas a seguir visitándolo. Esto te pasa con el teatro.

AH – ¿Es adictivo?

MD   Sí. Es totalmente adictivo. Pero también es verdad que te regala muchas cosas. No es una adicción que te gasta. Es una adicción que te da. No es una adicción que te destruye.

En esta profesión todos los días estás aprendiendo cosas nuevas. Te ríes. Lloras. ¡Qué me diga alguien cuántos trabajos hay así! Para los que uno vale. Hay muchos trabajos que pueden ser así pero para los que yo no valgo. Dentro de mis capacidades este es adecuado para mí.

AH – ¿Es importante conocerse para elegir un buen trabajo?

MD – Es importante para todo. Si no te conoces a ti, difícilmente vas a poder trabajar con seres humano. Es básico saber cómo buscas, cómo miras, cómo llamas. Si no te conoces a ti mismo no vas a ningún lado.

AH – ¿Cómo ha llegado a conocerse a sí misma?

MD – Por narices. Soy hija de una madre muy moderna y muy divertida. Salí de casa muy joven y tuve que buscarme la vida desde entonces. Aprendí dándome tortas, en la calle. Es verdad que experiencia de la que no aprendes no te vale de nada.

Primero me enseñaron a mirar y a escuchar. Mi padre era neurocirujano y mi madre tenía una inteligencia excepcional para la vida. Y yo aprendí a analizar y a concluir.

Aunque es curioso, porque en mi familia la única que he salido así, soy yo.

AH – ¿Le ha influido algún profesor o profesora?

MD – No. Yo estoy en contra de la educación que me dieron. Me dieron una educación religiosa y bastante pacata que no era lo que yo vivía en casa, afortunadamente. La eligieron para mí con la mejor voluntad del mundo, pero no la compartía. Si hubiera tenido hijos no les hubiera enviado a esos colegios.

Lo bueno de que no te guste lo que ves es que te manejas con información. Lo que rechazas lo rechazas porque lo conoces. He reaccionado en contra de muchas cosas que se me intentaban imponer porque no me gustaban.

En mi casa yo veía unas libertades que me emocionaban y me producían algo. Decidí elegir. Cada vez que me cambiaba de ciudad pensaba que o me comía la ciudad o la ciudad me comía a mi. Me hice a eso hasta el punto de que tengo amigos en todas partes, puedo viajar por muchas ciudades de España sin ningún problema. Gracias a eso he desarrollado la capacidad de relacionarme con todo el mundo, porque de base todo el mundo me parece interesante.

De hecho, con los únicos que no puedo son con los tontos voluntarios. Esos que pudiendo ser cultos o listos, deciden no serlo.

AH – ¿Cómo se le ocurrió La guía gastrocómica que publicó en 2016?

MD – Porque juntaba mis grandes pasiones. Mi abuela era una cocinera fantástica que colocó el restaurante Nicolasa de Donosti en el mapa hace casi un siglo. Mi madre era una cocinera excelsa. Y mi padre un sibarita. En casa, lo de comer ha sido siempre un disfrute. Mi madre hacía la cosa más simple y aquello era un festival de emociones. Luego, como hemos viajado mucho, he conocido muchas cosas. A mi me encanta comer y beber.

Además, como buena vasca, me he dado cuenta que esto de la comida y de juntarse en los bares y en los restaurantes es lo que permite participar los unos de los otros, contarse las cosas, insultarse si hay que hacerlo, reírse. Es donde se comparten las cosas.

Cuando llego al mundo del teatro, esta parte se potencia. La gente del teatro ensaya de sol a sol. Cuando acaban de trabajar y salen con todo cerrado hay que encontrar un momento para estar con esta gente tan sensible, tan inteligente, emocionalmente, tan interesante, tan divertida, tan generosa ¿cómo no vas a compartir un rato con ellos?

Me he convertido en la guía de todas las compañías. Como he estado en mil sitios y en todos los sitios es como si hubiera vivido me acaban llamando para que les diga algún lugar para comer que conociera o que me hubiese recomendado alguna compañía o actor.

Decidí poner este conocimiento negro sobre blanco. Pero en vez de hacerlo yo, pensé que mejor que lo cuenten ellos, la gente del teatro. Se lo propongo y me junto con 116 que querían compartir sus experiencias, y eso que tuve que decir que no a algunos porque no llegaban a tiempo para publicar.

El libro es una garantía porque está hecho por gente que va a los restaurantes a pie de calle. Gente que valora el cariño y el trato. Por eso hubo un momento en que pensamos hacer un libro de los sitios a los que no hay que ir seguramente más gordo. Pero ¿para qué lo negativo?

Los cómicos son muy generosos, porque hay que ser muy generoso para salir al escenario. Y también lo son fuera del escenario. Así que cuando les dije que quién quería participar se apuntaron. De hecho, la presentación que se hizo en La Mirador, que prestó Cristina Rota, fue deliciosa, con los cómicos entregados, divertidos, contando anécdotas. Pregúntale a tus compañeros que asistieron.

AH – Igual que hay muchas mujeres en comunicación hay pocas mujeres críticas de teatro ¿por qué?

MD – Creo que es uno de esos trabajos que siempre lo han hecho los hombres y los medios, por tradición, no se fían el dárselo a una mujer. No creo que sea un problema de las mujeres. De hecho van más al teatro que los hombres.

AH – ¿Cuáles son sus futuros proyectos?

MD – Estoy montando una productora teatral con dos socias: Ana Sánchez de la Morena y Julieta Soria. Es una empresa que todavía no tiene nombre. Va a producir espectáculos que tengan que ver con las mujeres. Especialmente con las mujeres que fueron silenciadas.

Ahora mismo, el primer proyecto que manejamos, y que también lo va a dirigir una mujer, es un espectáculo que ha escrito Julieta sobre Zenobia Camprubí  y que va a dirigir la actriz Pepa Pedroche, que se va a estrenar como directora. En principio se verá el año que viene.

Hay otros proyectos, como uno sobre Maruja Mallo y otras mujeres españolas. Yo tengo ganas desde hace años de hacer algo sobre Sylvia Plath, un personaje que me seduce enormemente.

Creo que las mujeres somos personajes muy seductores para llevar a la literatura, al teatro, al arte y a todo. Nos está costando tener un sitio. Porque ¿cuántas mujeres han tenido que firmar con nombre de hombres o con el nombre de su marido?

AH – Hay quien dice que la historia del siglo XX es la historia de las mujeres ¿está de acuerdo con eso?

MD – Yo también lo creo. Hasta ahora no se sabían muchas cosas porque no se podían decir. No se si conoces la historia de las fotografías de la Guerra Civil española que hizo Robert Capa. Se dice que por el tipo de foto solo se pudieron hacer con la cámara de su novia, Gerda Taro. O bien esta le prestaba la cámara o bien eran fotos de ella.

En un tiempo en el que las mujeres no tenían un sitio para poder colocar su trabajo o firmaban como hombres o un hombre hacia pasar el trabajo de ellas como suyo. Eran seres capados que no tenían un sitio. Si en el siglo XXI y en el 2017 nos está costando, imagínate en el siglo pasado.

AH – En el proyecto que nos acaba de comentar ha hablado de personajes femeninos, productoras, directoras, actrices ¿y autoras?

MD – Julieta Soria [una de las socias] es autora. El texto que vamos a hacer es de ella. Ana Sánchez de la Morena se va a encargar de la producción. Y yo de la comunicación.

Es una compañía en la que va a haber hombres. Por ejemplo, Juan Cañas de Ron Lalá va a hacer la música de esa primera obra. Es una productora donde básicamente se le va a dar un lugar a las mujeres. Pero no forzado. Es decir, no tienes un lugar asegurado por ser una mujer frente a un hombre. Lo que ocurre es que conocemos un montón de mujeres que tienen un montón de cualidades y hemos decidido tirar de ellas para que lo hagan. Por ejemplo, a Pepa Pedroche la he visto trabajar de ayudante de dirección y sé que puede dirigir. Por eso la hemos llamado.

Las mujeres son las que tiran de las familias, las que tiran de las sociedades, las que tiran de todo. Hay que a darle el sitio que se merecen. No todas podemos ser Tamara de Lempicka, pero estamos ahí. Anda que no ha habido artistas que son lo que son gracias a que había mujeres mecenas.

También es verdad es que a veces las mujeres no necesitamos más enemigas que nosotras mismas. A veces nos cuesta apoyarnos unas a otras, pero es fundamental que nos apoyemos y que entendamos que si no sumamos van a poder con nosotras.

AH – ¿Qué pregunta no le he hecho que le hubiera gustado que le preguntase?

MD – Pienso que nunca hay preguntas sin hacer. Si acaso lo que hay son preguntas sin contestar. Lo que si me gustaría contar es que yo he hecho muchas cosas en mi vida. No sé si es porque no he encontrado lo que realmente me va o es que me gusta todo. Me gustaría pensar que es lo segundo.

Con esta pregunta acabamos la entrevista pero al despedirnos, con esa generosidad que dice haber aprendido de la gente del teatro, añade a modo de consejo para los y las lectoras de esta entrevista, una frase que dice le hubiera gustado decir a lo largo de la charla que hemos tenido “Él que no se pone el mundo por montera no va a ningún sitio.” Habrá que hacerla caso y ponerse el mundo por montera.

BUSCAR