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Ay Dios, la Fe

Me preguntan: tienes Fe? Y me pregunto, tengo Fe? y me respondo: “Debo tener Fe”.

Para mí la Fe es como una combinación de poder mental, de sentir las cosas como si ya fueran realidad y una energía que da calor a mi cuerpo.

Cuando busco el significado de Fe hay muchos relativos a la confianza en algo o en alguien, a la seguridad de que algo va a pasar o a la creencia en un ser superior. De hecho, según el apóstol Pablo, la Fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Aplausos, tal cual.

Una sicóloga a la que acudí hace algunos años me preguntó: Tú tienes Fe en que todo va a estar bien? Y yo muy rápido respondí con un SI rotundo, casi sin dejarla terminar, y ella también casi sin dejarme terminar de pronunciar el SI, replicó: “pues no parece”.

Yo no sabía si reír o llorar, porque en realidad uno da por hechas muchas cosas, pero si las pensáramos mejor, tendrían más impacto en nosotros y en nuestro comportamiento.

Muchas frases nos suenan como cliché porque se oyen bonitas y son comunes, pero cuando las decimos de corazón son tan ciertas y tan verdaderas que nos podemos sorprender.

Hoy le escribo a la Fe porque, ya no mi psicóloga sino el líder de un grupo de oración en la iglesia a la que asisto desde  hace muchos años un día me dijo: Clau, la Fe es como un músculo, hay que entrenarla todos los días. Me quedé pensando en esa analogía imaginándome a la Fe como si fuera un músculo del cuerpo. Hay que nutrirlo, fortalecerlo y ejercitarlo para que crezca.

Activar la Fe

Pero, y cómo entreno la Fe? Fácil. Estando consciente de que debo entrenarla y activarla cada día en cada situación que deba afrontar; un viaje, por ejemplo; acudo a la Fe para estar segura de que todo saldrá bien; entro a una reunión de trabajo con la convicción de que será un éxito; voy a una cita con el  odontólogo con la certeza de que todo  será fácil y saldrá bien; sufro el pinchazo de  una llanta del carro y activo la Fe para saber que llegará la manera o la persona que me va a ayudar a salir con  bien de esa situación.

Cuando tomé el hábito de acudir a la Fe, experimenté su resultado. Funciona, y funciona mucho porque todo se vuelve posible y se resuelven las cosas.

Dar crédito a la Fe.

Aún más importante que entrenar la Fe, es revisarla. Una Fe sin evidencia se diluye; hay que pensar en lo sucedido y revisar la situación que asumí con Fe , ahí es cuando evidencio que todo resultó tan bien como lo había previsto, entonces la Fe cobra relevancia, cobra valor y protagonismo.

Si no reviso no hago a la Fe parte del logro y el musculo simplemente no crece ni tiene valor en la vida. Mi Fe perdería relevancia.

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