fbpx

Botas de barro

“Se remangó los pantalones, para no salpicarlos con el barro al cruzar el barrizal que cubría parte del camino. Sus botas, estilo militar, tenían una gruesa suela, así que no había problema. Avanzó con paso lento pero firme, con cautela, como pisando huevos. La suela de la bota se hundió en el barro y por un momento estuvo a punto de perder el equilibrio al pisar sobre el terreno resbaladizo. Avanzó otro par de pasos, despacio, y comenzó a sentir cómo su corazón se aceleraba con cada nueva pisada sobre aquel terreno fangoso.

Tras haber caminado apenas un par de metros, notó con cierta angustia que su bota se hundía hasta la altura del tobillo. Quiso retroceder, pero ya era demasiado tarde. Sus pies se hundían lentamente y ella no podía salir de allí. Eran arenas movedizas. Su corazón se aceleró aún más y empezó a sollozar, presa de pánico. Ahora se hundía más rápido. El lodo le cubría las rodillas y ella braceaba en un intento inútil de moverse de allí.

Comenzó a gritar. Al principio eran pequeños gritos ahogados; luego pasaron a ser gritos desgarradores. Miró a su alrededor y, atónita, vio a un montón de gente al otro lado del camino que la observaba. Con miradas triunfantes y sonrisas malévolas. Gritó con más fuerza, pidiendo auxilio, y las sonrisas de aquellas personas se transformaron en carcajadas. 

Aquella mezcla de su propio llanto, sus gritos, y la risa de la gente hicieron que sintiese su cabeza a punto de estallar. Llenó de aire sus pulmones , cerró los ojos y gritó con todas sus fuerzas. ¡¡¡Nooooooooo!!!. Y entonces despertó. Sobre sus sábanas empapadas, y su cara humedecida por las lágrimas. En algún rincón de su habitación le pareció oír una carcajada. Encendió la luz y sólo vio, al pie de su cama, sus botas estilo militar manchadas de barro…”

Este es otro pequeño relato que he escrito hace poco.

A veces, es difícil discernir entre los sueños y la realidad. Y nuestros miedos están ahí, acechando, en nuestro inconsciente.

 

BUSCAR