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Briznas en el viento

Éramos como briznas de hierba el día que el cielo empezó a llorar encima de los campos recién segados. Solo dos elementos más del decorado, del espacio infinito de suaves ondulaciones que se extendía hasta juntarse con el horizonte.Las nubes cubrieron un cielo que ya había teñido a gris, para dejarlo en negro noche y las gotas, empezaron a golpear. 

 

Tú y yo, como dos briznas de hierba nos habíamos dejado acariciar por el viento que se alzaba desde hacía rato presagiando la tormenta. No quisimos movernos.

 

Dejamos que el cielo descargara, que el agua recorriera nuestros cuerpos hasta la tierra y el barro resultante, acabara adherido a la ropa. Solo mirábamos un cielo lleno de truenos que quería estallar tanto como nosotros. Quizás buscábamos huir de la seguridad, de la rutina entre cuatro paredes que solo nos ofrecía silencios y días idénticos unos a otros. 

 

Mientras la lluvia hacía de nosotros su objetivo, mirábamos al cielo buscando respuestas a preguntas que aún solo habían resonado en nuestras cabezas. Solo después, cuando las nubes siguieron su camino, pudimos ver la noche estrellada, majestuosa, extendiéndose sobre nosotros mientras manteníamos las manos entrelazadas.

 

Respiramos, dejándonos llevar por la belleza de la visión. Nos sentíamos renovados, retirado el pasado de nuestra piel por la lluvia, calmado el corazón por la luz de las estrellas. Nos miramos jurándonos un mejor presente y un glorioso futuro. 

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