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Carta a mi “yo” de 20 años

¿Por qué escribirle a mi “yo” de 20 años, y no al de 15 o al de 25? Porque el de 15 aún era una niña, no sabía nada de la vida, y el de 25 probablemente tampoco, pero ya creía que sabía demasiado. Y porque ahora pienso que, a los 20, me habría gustado que alguien me dijera algunas cosas. ¿Y quién mejor que yo misma 15 años después?

Hola B, no te asustes, soy yo misma (o eres tú misma) quien te escribe, quince años en el futuro. Tranquila, mi misión no es decirte todo lo que te va a pasar en los próximos 15 años, eso es algo que tienes que vivir tú misma, pues de otro modo no llegarás a ser la persona que hoy soy. Y, créeme, con lo bueno y con lo malo, si es que “lo bueno” y “lo mal” existen, eres una gran persona. Si no recuerdo mal, ahora mismo debes haber empezado 3º de Derecho, la carrea que siempre habías querido estudiar. Estás empezando a pensar de verdad por ti misma, estás empezando a querer vivir, pero sin pensar en planes concretos por ahora. Eres inocente, con esa inocencia de quien ha crecido en una burbuja de cristal, protegida del mundo exterior, piensas que todo el mundo es bueno, y no te planteas ni por asomo que las cosas no te vayan a ir bien.

Tranquila, no estoy diciendo que las cosas no te vayan a ir bien. De hecho, creo que te van a ir como te tienen que ir para vivir las experiencias que tienes que vivir.

Sólo quiero decirte algunas cosas que nadie te dirá. Pero me encantaría haberlas sabido con tu edad. Algunas probablemente no las vas a entender, pero no pasa nada, lo irás haciendo, sólo interiorízalas y recurre a ellas cuando te haga falta. Pienso muchas veces en ti, en todas las cosas que no sabías, y me gustaría ir ahí a hablar contigo, a darte la mano y decirte que todo irá bien, pero no puedo. Hay quien dice que el tiempo no es lineal, y que el pasado sólo existe como recuerdo en forma de pensamientos. Que tú eres yo, y yo soy tú, así que quizá al decirte/me todo esto algo de fuerza y energía te llegue desde aquí/ahora. Quiero creer que sí. Porque, a veces, le pregunto a mi “yo” de 50 años cómo está, y tampoco me dice lo que voy a vivir en mis próximos 15 años, pero me dice que todo va a ir bien, que siga mi camino y confíe en mí misma.

Primero quiero hablarte sobre aquéllas cosas que nunca (óyeme bien, NUNCA) debes cambiar, pase lo que pase y vivas lo que vivas. Sigue sintiendo siempre esa ilusión que está en ti por aprender, por vivir cosas nuevas, por experimentar, por conocer gente nueva, por disfrutar intensamente de las cosas más pequeñas. Tu guía debe ser siempre ese termómetro interno que te dice cuándo algo o alguien encajan contigo. Hay cosas, personas, conversaciones, etc., que despiertan la curiosidad en ti, que inmediatamente te hacen sentir bien. De igual modo que, si te escuchas con honestidad, otras te crearán un “ruido” interno, un incoherencia, y algo te dirá que eso o ese alguien no es para ti. Por favor, escucha siempre esa voz. Es tu voz interior, aún no sabes siquiera que la tienes. Ya te habrás dado cuenta a estas alturas que nos educan para pensar con la cabeza, lo cual está muy bien y es muy útil en determinadas circunstancias. Pero creo que eso ya sabes hacerlo estupendamente. Has crecido con unos valores muy sólidos y tienes la cabeza muy bien amueblada, creo que no te vas a meter en ningún lío.

Pero hay otra parte de nosotros, lo que no se educa en las clases, de la que no se nos habla, la que se esconde debajo de capas y capas de racionalidad, de clichés, de estándares de lo que es correcto hacer o no hacer, que es nuestra verdadera esencia, nuestra voz interior, la que nos dice quiénes somos en realidad y lo que nos hace felices. La tienes y muy fuerte, pero no lo sabes. Tengo que decirte que vas a vivir experiencias donde sentirás frustración, una gran contradicción entre lo que sientes y lo que es bueno para ti, entre lo que te gustaría que fuera tu realidad y lo que realmente es. Y no vas a escuchar esa voz interior, sólo intentarás una y otra vez que las cosas cambien, esperar y esperar. Lucha siempre por lo que crees que merece la pena, no tirar la toalla y luchar es una cualidad muy importante que tienes, pero escucha siempre tu interior. Si paras, respiras, callas, y te permites estar en calma y escucharte, tendrás siempre la respuesta. Esto es un arma valiosísima que podrá ayudarte a ir siempre detrás de lo que te hace feliz y dejar atrás aquello que no te deje progresar. No es fácil, y si hoy puedo estar diciéndote esto, es probablemente porque vivirás circunstancias difíciles que te harán llegar a esa conclusión.

Nunca te asustes, tú misma te proteges, ten siempre la seguridad de que llegarán a tu vida aquellas circunstancias y personas que tienen que hacerlo para que yo hoy pueda decirte todo esto. Lo que sí me gustaría que hicieras diferente a mí es la forma de vivir todo eso.

Tenderás a querer controlarlo todo siempre. A que todo esté bien. Pero nadie te ha dicho nunca que la vida no funciona así. No se puede controlar todo, y cuanto más lo intentes, más frustración y dolor sentirás. Asume ya que vivirás circunstancias negativas, pero no las veas como negativas. Son eso, experiencias que llegarán para que aprendas de ti y del mundo, para que te plantees cosas, para que evoluciones. Sólo acógelas, respira, y busca SIEMPRE un sentido, encuentra cuál es la lección detrás de ello, vívelas y sigue adelante. Si consigues hacerlo así, aprenderás más y serás más feliz. Pero hazlo fluyendo. Sé que no vas a entender qué significa esto, ni lo harás por muchos años, pero un día todo encajará. Vive, siente, y camina en la dirección que te dicte tu interior. Y cuando llegue la tormenta, no te sientes a esperar que pase aterida de frío y amargada. No tengas miedo de los truenos. Mójate, respira el olor a tierra mojada, baila bajo la lluvia, recuerda que, antes o después, siempre sale el sol. Y, cuando eso ocurra, la única diferencia será si has disfrutado la tormenta, si has fluido con ella mientras tronaba, si has aprendido que las tormentas mojan, suenan fuerte, pero no matan. Y que el sol lo seca todo. No merece la pena pasar la tormenta triste y metida en casa, te lo garantizo.

Otra cosa que quiero que sepas. Esas cosas y personas que llegarán, en ocasiones te robarán tu paz, tu calma, te harán sentir completamente perdida y desequilibrada. Hasta ahora, nunca antes has sentido eso. Crees que sí, pero no. Tu mundo es estable, hay cosas que no te gustan cómo son y te hacen soltar algunas lágrimas. Pero no hablo de eso. Tu prioridad ahora es estudiar y aprobar la carrera. Encontrar a alguien con quien encajes y casarte algún día. Eso es tu plan, no es la vida.

Llegarán momentos en los que las cosas se tuercen, donde te sentirás perdida del todo. Llegarás a cuestionarte muchas cosas que ahora ves como verdad absoluta, incluso sobre lo que eres y lo que quieres. Será duro, sí. Pero insisto, no te asustes. Sentirse perdido no es estarlo. Recuerda en esos momentos que lo importante es que, gracias a eso, buscarás tu propio rumbo y encontrarás la fuerza para seguirlo. Mucha gente camina perdida y ni siquiera lo sabe. Eso sí que es un drama. Camina con confianza y con la seguridad de que, años después, vas a agradecer todo lo que te ha pasado.

Por último, algunos consejos que me gustaría que alguien me hubiera dado. Parecen muy obvios, pero medítalos, y recurre a ellos siempre que lo necesites. Sé fuerte y camina, aquí estoy 15 años después cuidando de ti, no voy a permitir que nada de lo que vivas te hunda, todo lo contrario; vas a dejar de ser esa niña inocente que eres, vas a acumular experiencias, vas a evolucionar, siempre conservando lo mejor que tienes a lo largo de los años: tu capacidad de seguir ilusionándote, de querer exprimir la vida, de disfrutar de todo, y de nunca perder tu sonrisa.

  • La única persona que estará siempre contigo eres tú misma. Cuida de ti, habla contigo y quiérete. NADA ni NADIE te dará la felicidad, si no consigues vivir de manera que te hagas feliz a ti misma, nunca lo serás. Las cosas que vivas y las personas te aportarán o restarán, pero nunca dejes en sus manos el poder de hacerte feliz o infeliz.
  • Haz las cosas que te hacen sentir bien. Todavía no sabes cuáles son esas cosas. Vive, experimenta cosas nuevas sin miedo a lo desconocido, y lo descubrirás. Quédate con esas cosas, y saca de tu vida todo lo que no te haga brillar.
  • Conoce a toda la gente que puedas. Tu círculo ahora es muy reducido, pero hay otras personas, otras culturas, otras formas de pensar y ver la vida. Sal ahí fuera, viaja, y rodéate de las personas que te hagan sentir bien, que te propongan nuevos retos, y por favor aléjate de aquéllas que no te aporten nada, que sientas que te desvían de tu centro, que te desequilibran. No es egoísmo, es cuidar de ti. Vas a conocer a personas increíbles, algunas de las personas que hoy son las más importantes de tu vida aún tardarás años en conocerlas.
  • La vida es cambio. Esto te costará mucho asimilarlo. Te gusta controlar, sentirte segura, pero el cambio implica lo contrario. Sólo recuerda que no es malo, si siempre estuvieras en el mismo punto no aprenderías nada nuevo, nadie nuevo llegaría a tu vida, te perderías un montón de experiencias y algún día morirías sin haber vivido. A veces los cambios llegarán solos: agárrate a tu centro y disfruta las curvas. Otras veces sentirás que tienes que hacerlos tú: hazlo, no te agarres a cosas o personas cuando ya no te hacen feliz. Ten la valentía de reconocer cuándo llega ese momento y salta. El vacío no es vacío, sólo es desconocido. Y comprobarás que, lo que en ocasiones te parece horrible y te da miedo, puede convertirse en una experiencia maravillosa.
  • No hemos venido a este mundo a pasar lo más tranquilos posible por él y acabar nuestros días metidos en nuestra cueva calentitos y sin habernos expuesto. Hemos venido a experimentar, a sentir, a llorar, a reír, a aprender y a conocernos a nosotros mismos. Y eso no se hace desde el sofá de casa. Así que no desaproveches ninguna ocasión de buscar, experimentar y saltar. Siempre en la dirección que tu interior te diga.
  • Y confía. Confía en ti misma, vas a ser siempre tú la que te levante del suelo cuando caigas. La que comprobará que todo lo que te digo es verdad. Aquí estoy 15 años después dándote la mano, camina hacia aquí, no tengas miedo. Sé siempre tú misma.

No podía continuar mi camino sin decirte todo esto. Ahora yo seguiré caminando, siento que nuestro “yo” del futuro me dice lo mismo, que confíe, que siga experimentando porque la aventura continúa. Y algo me dice que todo va a ir bien. Porque, a partir de hoy, nunca permitiré desviarme de mi centro, haré todo lo que permita mi equilibrio interno. Y el resto llegará.

Nos vemos. Aquí, allí, dentro de unos años, quién sabe. Somos sólo una, pero en momentos diferentes. Pero una. Te quiero más que a nadie en el mundo, y siempre cuidaré de ti.

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