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KAVAFIS. ACEPTACIÓN DE LA FUGACIDAD DEL TODO

Cavafis es un autor cuya vida es casi una incognita sin respuesta. Solitario, no es posible saber con precisión demasiado sobre los eventos vitales que influyeron en su poesía. Sin embargo, su vida está bien documentada. Estuvo residiendo casi la totalidad de sus días en Alejandría, con una existencia tranquila y rutinaria como funcionario. Estaba fascinado por el pasado, por el legado clásico de su cultura lo que le llevó a leer constantemente sobre ella y a crear con los conocimientos clásicos la base de sus poemas.

 

Suelen definirlo como un autor bastante alejado de las corrientes poéticas de su tiempo aunque sí coge algunos rasgos del decadentismo francés que rompe la creencia en los valores permanentes de épocas anteriores y considera las experiencias como percepciones que tienen sentido si son vividas y experimentadas personalmente. Las respuestas emocionales dan sentido a la vida.

 

A un día monótono, después

le sigue otro monótono, inmutable. Pasarán

las mismas cosas, que suceden otra vez.

Momentos similares nos encuentran y se van.

 

Un nuevo mes trae el mes que ha transcurrido.

Se puede fácilmente adivinar qué nos espera:

igual que ayer será, lo mismo de aburrido.

Y así el mañana es como si mañana ya no fuera.

 

Según el decadentismo, la existencia no es un continuo, muchas veces lo que entendemos son fragmentos inconexos a los que según nuestras experiencias y conocimientos damos sentido y valor.  Ante esto, la persona debe aceptar los sucesos como inexorables, fuera de su control, como un destino. Cavafis recoge estas ideas y considera que la forma de superar la existencia, ante esta impotencia, es la creación artística. Centrarse en los momentos vitales significativos ayuda a la persona a superar la monotonía. La poesía es capaz de atrapar las emociones, las sensaciones y las experiencias separándolas de su fugacidad.

 

Cavafis expresa en su poesía esta indefensión ante el mundo exterior y la falta de conexión y comunicación real que siente, a menudo, con los demás. La poesía para Cavafis es una forma de construir ilusiones de futuro pero también una forma de añorar el pasado.

 

Que no intenten descubrir quién fui

por cuanto hice y cuanto dije.

Un obstáculo se levantaba y mudaba

los hechos y el tono de mi vida.

Un obstáculo se levantaba deteniéndome

muchas veces cuando iba a hablar.

 

Su poesía es original, llena de matices, rica en recursos y sobre todo universal. Tiene una forma de expresar que permite que cualquier lector se sienta identificado con alguna de sus obras. Todos nos sentimos en alguna ocasión desorientados o confusos por los cambios que se suceden a nuestro alrededor, por aquellas experiencias que no acabamos de hacer nuestras y quedan más allá de nuestro control.

 

Él considera que nos hacemos a través de nuestros actos. Sentir es preferible a no sentir, aunque en ocasiones sentir pueda ser desagradable. La vida hecha confeccionada de las elecciones que tomamos ante las opciones que se nos presentan.

 

Voces amadas e ideales

de aquellos que murieron o de aquellos que están,

como los muertos, perdidos para nosotros.

A veces nos hablan en sueños;

a veces, en el pensamiento, la mente los escucha.

Y, con su sonido, retornan por un instante

ecos de la poesía primera de nuestra vida

como música que lejana, en la noche, se extingue.

 

Actualmente debemos reconocer que hay tantas opciones y tantas elecciones diarias que no podemos ser capaces de controlar qué consecuencias tendrán todos los actos que realizamos. Pero la poesía nos permite tomar el control de aquello que sentimos y crear un pequeño momento de realidad ajustado a nosotros. Aceptamos y reconocemos que somos como gotas en un océano pero que no por ello no tenemos una identidad ni un sentido dentro del conjunto. Quizás buscarnos y sentirnos satisfechos a pesar de la ausencia total de control nos proporciona un control auténtico sobre algunas de las elecciones que hacemos. Cavafis nos hubiera animado a no temer a lo que pudiera venir si no a esperarlo y descubrirlo y a actuar en consecuencia, evitando ser solo elementos pasivos en la marea.

 

Voy a pararme aquí.

Voy a ver yo también un poco la naturaleza

de un mar de mañana y de un cielo sin nubes

el malva reluciente y la orilla amarillenta;

todo bañado de hermosa y clara luz.

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