Me resulta curioso cómo cada generación considera que los jóvenes que les suceden ‘se han vuelto locos’. Y sin embargo, cada nueva generación de jóvenes locos acaba convirtiéndose en adultos responsables, que a su vez amoldan las costumbres sociales de acuerdo con sus valores, para que la siguiente generación ‘loca’ vuelva a cuestionar esas normas.
¿De dónde viene pues esta locura pasajera? Será que cuando somos pequeños, nos pasamos el día soñando con lo que vamos a ser de mayores y cuando por fin nos hacemos mayores, empezamos a tropezar con obstáculos que nos impiden realizar nuestro sueño. Algunos de nosotros nos ponemos a buscar estrategias y soluciones de forma persistente, sin renunciar a nuestro sueño hasta lograr devenirlo. Otros en cambio a un momento dado nos cansamos de ir a contracorriente, abandonamos nuestro sueño y nos dejamos llevar por la corriente. Seguramente somos esos últimos los que luego decimos que la juventud se ha vuelto loca. Por locura entendemos la inocencia de creer en sus sueños. Nuestra reacción a esa locura que vemos en la juventud es el grito de pena de nuestro niño interno atrapado en el olvido, que nos hemos vuelto tan hábiles en ignorar y matasellar de absurdo.