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Mensaje(mi)

Esta madrugada escribí 

mi confesión en tu espalda. 

Dibujé con caricias 

mis palabras calladas, 

deslizando mis dedos

en tu piel dormida y abandonada.

 

No hay verdad más sincera

que aquella que sale sin pretenderlo, 

que sorprende incluso al confeso más reticente.

 

Susurré líneas y giros 

entre los lunares que salpicaban 

la colina de tu columna

desnuda e inocente.

 

No hubo más que un mensaje 

al cuerpo enviado. 

Un murmullo de mudos 

que quedará escondido 

entre los pliegues 

sin que nunca lo sospeches.

 

Solo la madrugada y las primeras luces

fueron testigos de mi intención, 

mientras respiraba tu aliento

y bebía de tus ojos ausentes 

tras tus párpados cerrados.

 

Me abracé aún temblorosa 

por el mensaje enviado:

La primavera fué el inicio 

de un te quiero oculto por el miedo al rechazo, flores al viento lancé

para despistar tu mirada 

que escrutaba la mía.

Sin embargo, desde ese día 

habías robado mi corazón

que late ahora entre tus costillas.

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