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Mujer lunática

Yo soy muy lunática.

Así debería haber empezado a conversar con mis amores del pasado y  así lo lo haré con mis futuribles.

Conocer y decidir.

Quedarte o largarte.

Reivindicarme lunática y hacerlo con firmeza y vehemencia.

En una época de mi vida me obligaron a desposeerme de esa cualidad por comodidad (o incapacidad) del que yacía a mi lado de manejarme cambiante, como la luna.

Hay días que frente al espejo no veo nada, estoy desaparecida y tiendo a dramatizar y sobre sentir mi inexistencia, como la luna nueva.

Minúscula.

Oscura.

Vacía.

La luna nueva no se ve pero puedes mirarla.

Bonito oxímoron para la luna pero no para la mujer lunática, para ella es un ojalá que alguien la mire cuando no es visible.

Los días de vacío pasan y como luna que crece me lleno.

Mi mirada, entonces, es capaz de perforar el material más duro del universo, la vida que sale de ellos es espectacular, tomo conciencia del cambio y me permito decrecer.

Inevitable por definición: solo lo que está vivo se mueve y la mujer cíclica no sabe de quietud.

Elige bien de quien te rodeas porque de ellos te conformas y con ellos navegas. Luego: trátalos bien.

Trátalos bien en todos sus ciclos.

Navegar con una mujer lunática te obliga ha hacerlo sin luz alguna vez, es difícil, pero en soledad sería imposible.

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