Parece mentira que a estas alturas de la historia las mujeres sigamos sintiéndonos culpables cada vez que pensamos en nosotras mismas. Que todavía creamos que es una actitud egoísta el hecho de cuidarnos. Y no sé qué es peor: que lo piensen los demás o que lo pensemos nosotras.
Reflexiono sobre ello tras una conversación que mantuve con una amiga. En un momento complicado de su vida, decidió pensar un poco más en ella, y anteponer su bienestar a otras cuestiones menos importantes en ese momento. Por supuesto, hizo lo correcto. Era lo que tenía que hacer. Pero ella se sentía culpable y egoísta. Oírselo decir, me produjo tristeza.
¿Hasta cuándo vamos a estar pensando antes en los demás que en nosotras mismas? ¿Por qué tenemos que anteponer siempre la felicidad de los demás, la familia, la pareja, los hijos… a la nuestra propia? ¿Acaso no nos merecemos nosotras ser felices?
Intentar estar bien no es ser egoísta. Es lo justo. Es lo que debemos hacer siempre.
No podemos pasarnos la vida luchando contra todo. Contra todos. Nos boicoteamos nosotras mismas.
Yo ya hace años que decidí ser más egoísta. Y, sí es cierto, hoy en día huyo de lo que me hace daño, de lo que no me sienta bien, de lo que me hace infeliz. Me alejo de personas o situaciones que no me gustan. Busco mi felicidad. Y si tengo que decir no, digo no. Hago lo que quiero y no hago lo que no quiero hacer. Y ya no me siento (tan) culpable ni egoísta.
No tenemos que esperar a que los demás nos cuiden. Tenemos que cuidarnos nosotras mismas. Nuestro dolor no es menor que el de otros. Tenemos que sanar nuestras propias heridas antes de intentar curar a los demás. Y no podemos sentirnos culpables por ello. No somos egoístas. Tenemos que cambiar el chip.