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Reconocerme y vivir

Eran noches en las cuales solo podía pensar en lo mucho que sufría sin tenerle a mi lado, ya que no sabía otra cosa que hacer más que vivir a su lado, platicar y al mismo tiempo convivir como si no existiera algún otro motivo de estar en este mundo.

A su partida las noches se convirtieron en llantos interminables, reproches donde el abandono se sentía latente, puesto que fueron años que todo lo que realizaba era por ese bello ser, del cual nunca me cansaba, a toda hora cuando me era posible le buscaba solo para platicar u expresar mis emociones, sin crítica pero siempre con un consejo.

La vida era rutinaria después de su partida, todo era lejano, todo era nada en esos momentos, nada era lo suficiente y mucho menos tenía algún valor para mí, así que busque la forma de reunirme con su ser desde múltiples aristas, desconocía las bellezas del mundo y sobre todo desconocía lo que era vivir fuera de aquella existencia que yo misma había elegido, así que le tenía miedo a la vida.

Pero algo cambió, un sueño se apoderó de mi, si bien fueron años en los cuales el rumbo era indefinido, recordé lo que me dijo ese día y en todo momento, si me fui es para poder cuidarte en dónde estés, así que sal y vive, sal y demuéstrale al mundo ese bello don que tienes, siempre me gustó verte escribir, es como si brillarás en el momento en que las palabras comienzan a fluir, sin necesidad de estudiarlas a fondo.

Me costó más trabajo del que pudieran imaginar, tener la confianza para escribir y hacer del conocimiento aquello que late en mi corazón, que surge en algún lugar de mi alma y busca expresarse, con un sentimiento de entrega, pero lo más importante es que en algún momento tomé la fuerza necesaria para que esto pudiera fluir, no para escribir sobre situaciones que lleven a las personas a una angustia constante, sino para demostrarnos a cada uno de nosotros que los malos momentos si se pueden superar siempre y cuando logremos comprender lo que nuestro control anhela.

Fueron años de arduo estudio de mi misma, de conocerme, reconocerme y sobre todo de aceptarme en cada una de mis etapas, fue un trabajo espiritual, el cual si bien muchas veces me escondía y retrocedía, una vez más tomaba mayores fuerzas para salir adelante, a pesar de mi misma, que fui mi gran saboteadora, el recuerdo de ese bello ser que me ha acompañado en cada momento de mi vida si bien fue el que dejó sin un identidad propia, al mismo tiempo fue el que me ayudó a renacer.

Quizá nadie se imagina que las barreras han Sido enormes, pero las más grandes eran aquellas que yo misma me imponía, aquellas que jamás imaginé poder pasar, pero si bien aprendí a seguir adelante, amándome a mi misma por quién soy, debo decir que fue lo más difícil y complicado, pero hoy me da las fuerzas para hacer aquello que amo, escribir desde una pequeña frase que siento en el momento, hasta reflexiones que me llevan nuevamente a un autoconocimiento sin límite.

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