Fotografia: @Fernando Trejo
“No me siento indiferente a nada de lo que pasa en el mundo”
La celebración del Nu-Ca Festival Internacional de Cabaret en el Teatro Fernán Gómez el mes pasado trajo a Madrid a Astrid Hadad, la mítica y admirada cabaretera mexicana, creadora del heavy-nopal y de las neo-rancheras. Personaje tan fascinante y divertido en la entrevista como lo es sobre el escenario. Características que le han granjeado el interés más allá de México como muestra el que la cadena HBO le haya dedicado un documental o que el Museo Metropolitan de Nueva York le encargase un cabaret barroco desde donde llegó directamente para presentar “Miscelánea”.
Antonio Hernández (AH) – Astrid Hadad ¿nace o se hace?
Astrid Hadad – Me he ido haciendo a través de los años. Ha sido una búsqueda. Mi primera intención fue cantar pero cuando empecé a cantar me di cuenta que no era lo que necesitaba ni mi espíritu ni mi ser. Necesitaba algo más para expresarme.
Así que incursioné en la escuela de teatro y descubrí el cabaret alemán y lo que era el teatro de revista en México. Este teatro era una mezcla de muchas cosas. Podría ser cabaret pero se hacía con más dinero y con más artistas. Era una forma de criticar al gobierno y la política que mucho auge a partir de 1910. Hubo autores [de este tipo de teatro] que tuvieron que salir huyendo del país. No se perseguía a los actores sino a los autores.
También hice una investigación sobre lo que podía decir cantando y a la vez que es lo quería decir. Estudié los dos primeros años de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) donde desarrollé una conciencia política muy fuerte. Entonces quería que mi arte expresara parte de lo que yo sentía ante la corrupción y las injusticias y lo que no me gustaba pero sin ser panfletaria. Odio todo lo panfletario. Aunque la verdad es que participé en marchas que fueron muy panfletarias. Precisamente por eso quería poder decir lo que yo quería pero de otra manera. Una manera más creativa.
AH – ¿En qué centros se formó?
Astrid Hadad – Estuve en una academia donde se formaron dramaturgos muy importantes de México, algunos que ya han muerto, antes de entrar en el Centro Universitario de Teatro que también es de la UNAM. Era muy difícil de entrar en este centro. De 260 solicitudes solo entraban 20. Estuve dos años.
Después me salí para hacer una gira con un grupo de teatro por Europa y pude ver el cabaret alemán. Allí me di cuenta que no tenía nada que ver con el mexicano. En cuanto a la crítica política y social, sí, pero no a la forma de presentarlo. Era muy sobrio y México era muy exuberante. Así que me dije que tenía que hacer otra cosa.
Entre gira y gira empecé a cantar y hacer mis propios espectáculos con música vernácula. Boleros y rancheras. Poco a poco fui desarrollando mi propia manera de presentarme ante el público, creando el vestuario. Al principio me base mucho en lo que fue el siglo de oro del cine mexicano, en sus personajes, para ir forjando mi propio personaje para la escena.
AH – ¿Cuándo aparece el heavy nopal y la neo-ranchera?
Astrid Hadad – En 1988, hice una obra de teatro sobre Lucha Reyes llamada “La occisa o Luz levántate y lucha”. Fue una cantante de rancheras que precedió a Lola Beltrán. Lucha Reyes era mi referente de mujer rebelde, aunque acabó muy mal, alcoholizada, y se suicidó. Yo espero no acabar tan mal.
Ella fue la que realmente comenzó a cantar las rancheras de una forma diferente. Le dio una vuelta a las canciones de cantina que estaban destinadas únicamente a los hombres. De tal manera que cuando ella cantaba en las radiodifusoras las familias decentes apagaban la radio. Porque ¿cómo una mujer se podía atrever a cantar La tequilera? Yo no saqué mi primer disco hasta 1990, mucho después.
AH – Pero usted sigue la tradición de Lucha Reyes ¿por qué también fue prohibida en la televisión mexicana?
Astrid Hadad – Exactamente. Fui prohibida porque hablaba de política y no tenía pelos en la lengua. Además porque me atreví a sacar a la Virgen de Guadalupe en una falda de ranchera mientras cantaba “La tequilera” y me azotaba. A la Virgen de Guadalupe se la sacaba en la revista. Pero aquello les pareció escandalosísimo. ¿Cómo se podía sacar a la Señora de México, nuestra protectora, en una canción tan terrible?
Como no pudieron evitarlo porque estaba cantando en vivo pusieron algo para que en la pantalla no se viera a la virgen.
AH- ¿Pero no fue nadie a verla antes al teatro?
Astrid Hadad – Yo tenía mucho vestuario, pero nadie se imaginó que iba a causar escándalo.
AH – ¿Qué impacto tuvo este escándalo en la vida profesional de Astrid Hadad?
Astrid Hadad – Yo ya había hecho telenovelas. Cuando acabé la obra de Lucha Reyes me llamaron porque necesitaban a una actriz que supiera cantar. Pero cuando la gente me iba a ver al teatro, se encontraba con algo muy distinto a lo que veían en las telenovelas.
Hice solo tres novelas. Hasta que me di cuenta que no podía seguir haciéndolas. Además, había ganado el suficiente dinero para mantener mi propia carrera y ya no volví a rodarlas. Pero cuando la gente iba a los bares pequeños en los que cantaba la tipa que salía por la televisión la gente se encontraba con otra cosa.
AH – Pero ahora usted es una figura respetada en México. Alguien a seguir y a estudiar.
Astrid Hadad – En ciertos círculos. Incluso se han hecho estudios sobre mí en Estados Unidos. Sobre todo porque saqué el cabaret de los lugares pequeños y lo llevé a lugares abiertos. He cantado en lugares muy grandes.
Sobre todo se fijan en mi vestuario porque al no tener dinero para las escenografías, pensé que mejor me las ponía. Como dijo un crítico de arte que ya murió, Olivier Debroise, era un museo andante de cultura popular. Me hago trajes para decir lo que quiero decir y mostrar lo que quiero mostrar con poco dinero.
AH – ¿Los diseña usted?
Astrid Hadad – Sí, los diseño yo
AH – Y los espectáculos ¿los escribe usted?
Astrid Hadad – También. Escribo los espectáculos, descompongo la canciones [bromea riéndose como una niña traviesa, como ha hecho y hará a lo largo de la conversación varias veces, risa que se contagia al entrevistador.] Más que compositora soy descompositora. Cojo canciones del cancionero popular como “La rielera” y les escribo otra letra porque me da mucho coraje que a la mujer se la vea como un símbolo.
Por ejemplo, en la Revolución, como las rieleras o las soldaderas, mujeres que llevaban de todo cargándolo a sus espaldas pero si eran heridas en la batalla no tenían derecho a asistencia médica. Nadie hablaba de eso, solo de las heroínas. Las mujeres fueron muy maltratadas durante la Revolución. Por eso le cambié la letra, como forma de protesta, y me burlaba, porque en todo lo que hago siempre hay humor.
AH – Lo de descomponer las canciones suena a deconstruir ¿se adelantó…?
Astrid Hadad – Me adelanté a Ferrán Adriá. Yo soy como la comida desestructurada porque yo siempre he sido desestructurada.
AH – ¿Cómo se llega tras toda esta historia a “Miscelánea” que ha presentado en el NuCa Fest de nu-cabaret en el Teatro Fernán Gómez de Madrid?
Astrid Hadad – Fueron años de búsqueda y de ir probando. Lo que detonó todo esto fue la primera puesta que hice sobre la vida de Lucha Reyes. No quise hacer una biografía al uso. Todo lo hice de una forma muy distinta a como se presentan las biografías.
En lugar de empezar con el nacimiento y seguir con las cosas que le fueron sucediendo a lo largo de los años, empezaba en un bote de basura, donde la había metido la historia, y terminaba en un archivo. Lo hacía de una manera tan distinta y con un vestuario tan diferente a lo acostumbrado que la gente estaba fascinada. Y entendieron un poco más la vida de esta artista.
Fue entonces cuando me di cuenta que la imagen es muy importante para concretar y decir exactamente lo que uno quiere decir. A partir de ese momento empecé a sacar imágenes. Si quería hablar del arte prehispánico y de las diosas, sacaba una diosa prehispánica, como la Coatlicue, de una manera postmoderna.
Insisto que es cabaret porque soy una cantante de música popular que habla de lo social, de política, sobre las mujeres. Eso es el cabaret trasgredir, divertir y hacer reflexionar a la gente. Que no salga solo contenta, que tenga una inquietud adentro cuando termine.
Con mi primer espectáculo sobre Lucha Reyes comprobé lo que el vestuario provocaba en los espectadores. Entonces decidí que mis canciones y todo lo que iba a decir se iba apoyar en el vestuario. Aunque mis referencias son artísticas y universales porque agarro de todas partes.
AH – ¿Además de estudios de teatro tiene estudios de arte?
Astrid Hadad – Soy completamente autodidacta. Cuando no trabajo me paso el día leyendo sobre historia y arte. Y a donde voy siempre visito los museos porque me fascinan. Tengo una conexión con lo visual. Algo natural. Las cosas que veo en un museo hacen que mi mente trabaje de forma muy creativa
AH – ¿Tiene referentes artísticos concretos?
Astrid Hadad – Soy bastante ecléctica. Cuando empecé, empecé tomando cosas de Diego Rivera. Después de muchos años escribí un artículo sobre el muralismo y lo que puede ser el cabaret ahora.
En México se comenzó el muralismo para hacer lo mismo que hizo el catolicismo y, antes, los aztecas. Es algo que por lo visto se hace en todas las culturas.
Los aztecas pintaban en las paredes sobre sus antepasados para reafirmar su valía y su antigüedad. En el catolicismo se usaba para evangelizar a los aztecas. Y el muralismo sirve para lo mismo. Para que la gente que no supiera leer conociera y entendiera la historia de México.
Por eso yo comienzo a basarme en los cuadros y en los murales de Diego Rivera. Una de las primeras cosas que hago es sacar uno de sus cuadros, “Los alcatraces”, en el que una india está vendiendo alcatraces [calas]. Me puse la falda con la imagen de la Virgen de Guadalupe y me coloqué unos alcatraces en la espalda y cantaba “Soy virgencita y riego las flores.”
AH – ¿Cómo siguió evolucionando?
Astrid Hadad – Antes no usaba tanto vestuario, pero ahora uso un vestido por canción. Me volví loca. Siempre he sido muy exagerada.
AH – ¿Y le da tiempo a cambiarse?
Astrid Hadad – Sí, soy la mujer que más rápido se cambia del mundo. No solo diseño trajes que se puedan poner y quitar rápidamente sino que también intento que se puedan guardar en maletas normales. Antes se podía viajar con maletas muy grandes y ahora es imposible. En este sentido también he evolucionado.
Y en mi discurso. Antes era más improvisado todo y hablaba de lo que pasaba en el momento y de lo que me saliera. Ahora está más enfocado a lo que quiero decir. Hago referencias al presente, hablando del pasado. Mi teoría es que en cada época se repiten los mismos errores y las mismas injusticias.
Acabo de hacer un cabaret barroco para el Museo Metropolitano de Nueva York por el que estuve estudiando el Barroco y me he dado cuenta de que hay muchas cosas que perviven aunque no tengan los mismos nombres.
Por ejemplo, lo de las castas, una división que se hacía en aquella época por el color de la piel. Como ahora, solo que entonces tenían nombres específicos. Como en la entomología. Si tenían tres partes de mestizo con indio, se llamaba tresalbo. Si era una mezcla de español con nativos se llamaban albinos. De hecho la pintura más original de la época era la pintura de castas porque se hizo para ser exportada a Europa porque en España se quería saber cómo era la gente de allá y como eran las frutas. Se pintaban estas pinturas, ponían el nombre en función del color de la piel y debajo pintaban las frutas mexicanas como zapote, chirimoya, guanábana.
AH – Hay muchos estudios estadounidenses sobre usted incluso un documental realizado por la HBO ¿Por qué cree que hay tanta fascinación con Astrid Hadad en Estados Unidos?
ASTRID HADAD – Porque hay una parte de la historia de México que es universal. Por ejemplo, si hablo de la colonización, hablo de la opresión de los pueblos. Lo que le decía, en mis espectáculos hablo de historia pero haciendo referencia a lo actual.
AH – ¿Interesa Astrid Hadad en el resto de Europa tanto como interesa en España?
Astrid Hadad – Pues sí. Por ejemplo, estuve en el museo quai Branly de París haciendo tres funciones y dando una conferencia sobre mi trabajo.
AH – El personaje de Astrid Hadad es fascinante ¿a qué cree que se debe?
Astrid Hadad – Creo que se debe a que tengo una curiosidad infinita y todo me llega. No me siento indiferente a nada de lo que pasa en el mundo. Y a que no solo me interesa lo mío, sino que quiero que todo el mundo sea feliz. Y a que soy una fustigadora de políticos
AH – Pero esto último es un problema porque le dificulta el acceso a medios masivos.
Astrid Hadad – Exactamente, pero no me arrepiento porque he hecho lo que he querido hacer. Y he tenido la suerte de que no siendo una artista oficial ni demasiado aceptada, he viajado por todo el mundo. Mi trabajo ha sido bastante reconocido.
No soy famosa, pero nunca me interesó la fama. Me encanta ir al mercado sin que me estén pidiendo fotografías.
AH – ¿Cómo se consigue estar en el margen, no ser un artista oficial, y mantener el favor del público, no desaparecer de la esfera pública?
Astrid Hadad – Con mucho trabajo. Una gran parte del trabajo que hago es de promoción. Escribir a los festivales, pidiendo aquí y allá que me contraten, dando entrevistas. Ese es el trabajo más pesado que no me gusta pero que lo tengo que hacer si quiero estar presente, porque no tengo promotores Es como estar enviando constantemente botellas al mar para decirles que aquí hay alguien y que te vean.
AH – ¿Qué ofrece “Miscelánea” el espectáculo que ha traído a Nu-Ca Fest?
Astrid Hadad – Ya que hace mucho que no venía a España es un programa en el que he mezclado cosas clásicas de mi repertorio con cosas nuevas. Agarré de todo. Está “El calcetín” y “La tequilera” si es que me la piden. Pero no he podido incluir lo último, como una canción que he hecho con un poema de Sor Juana para “Cabaret barroco de Astrid Hadad” en Nueva York porque no están grabadas las pistas. En este espectáculo trabajo con pistas lo que me resulta difícil porque no estoy acostumbrada, no lo hago mucho. Suelo actuar con 4 músicos en directo que me acompañan.
AH – ¿Qué significa “El calcetín” para Astrid Hadad?
Astrid Hadad – Mi único éxito. Digo que la gente tiene algo de masoquista. Ha gustado tanto que allá donde voy me encuentro gente que conoce la canción aunque no me conocen a mí. Es increíble. Me ha traído mucha satisfacción.
AH – ¿Le cambió en algo?
Astrid Hadad – No. Por primera vez me felicitó un compositor, José Sierra Flores, que era doctor y rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Nos hicimos muy amigos.
Yo le hice un cambio al final, sin pedirle permiso, y él me dijo que qué bien lo había hecho. Todo eso que digo de mi pechuga, mi tomatito, con un toque de cumbia.
AH – Además de Astrid Hadad ¿qué otros profesionales están haciendo cabaret en México y sería interesante conocer y seguir?
Astrid Hadad – Hay una agrupación que se llama “Las reinas chulas” que son las que iniciaron el Festival Internacional de Cabaret de México que ya lleva quince ediciones. Desde el año pasado les cortaron el presupuesto porque los políticos están intentando reducir la crítica política, pero ellas tres son las referentes más importantes de cabaret en México en la actualidad.
También está Jesusa Rodríguez que fue la que nos impulsó a todas hacer cabaret, aunque ella ahora no lo hace.
Y varias personas que empiezan, como Alfonso Castañeda, que está haciendo cosas muy interesantes. Y unos chicos de Cuernavaca, del que no recuerdo el nombre de la agrupación. Y “Las hijas de Safo” que hacen cabaret de calle como por ejemplo en el metro o en pequeñas plazas. Como yo, que saqué el cabaret de los lugares pequeños y canté en el Zócalo de México D.F. Aunque hace mucho que no lo hago porque los últimos gobiernos de la Ciudad de México concesionaron todo a una gran empresa que pertenece a Televisa y los cantantes independientes nos fuimos a Alabama.
AH – Si alguien fuera a México y quisiera ver cabaret ¿dónde debería ir ahora?
Astrid Hadad – A El Vicio. Es un lugar específico para ver cabaret. Antes se llamaba El hábito. Tiene una tradición de casi 20 años.
AH – ¿Es ahí donde se hace el Festival Internacional de Cabaret de México?
Astrid Hadad – No, se hace en varios lugares. Por cierto, gracias a este festival se han comenzado a hacer festivales de cabaret en varios lugares. En Argentina, en Cuernavaca, el Nu-Ca Fest de Madrid.
Las reinas chulas tienen una gran capacidad para hacer promoción, algo que a mí me cuesta mucho. Aunque soy una loca en escena, soy más para adentro que para afuera. Las reinas chulas han hecho mucho bien haciendo que el cabaret sea visto por muchas personas.
De hecho en México había becas para el teatro pero no para el cabaret. Ahora ya existe gracias a la visibilidad que le estamos dando. Eso quiere decir que hemos avanzado.
A pesar de todo, cuando me contratan, en algunos casos me dicen que no diga cosas. Son cosas que todo el mundo sabe. No entiendo porque habiendo comentaristas políticos tienen tanto miedo a los artistas. Como si un artista al decir lo mismo en un escenario llegara más a la gente que lo que pueda decir un columnista. Tal vez, porque nadie lee los periódicos.
AH – ¿Puede ser que los artistas lo sepan transmitir mejor?
Astrid Hadad – En una ocasión estaba en Texcoco que es un lugar donde hay una pobreza tremenda. Allí había unas señoras que consiguieron un lugar en una plaza muy grande. Cuando terminó el espectáculo le dijeron a mi representante que me diera las gracias por el espectáculo. Mi representante les dijo que podían pasar a hablar conmigo. Ellas respondieron que no que solo querían que me dijera que les di voz, que había dicho lo que nadie les escuchaba decir a ellas. Creo que por eso los políticos tienen miedo del cabaret.
AH – Con las letras que tienen sus canciones no puedo hablar con usted sin preguntarle por la situación de la mujer en México comparada con Estados Unidos o Europa.
Astrid Hadad – Terrible. Hemos tenido como un retroceso. En cualquier trabajo las mujeres ganan menos que los hombres. Hay una violencia brutal contra las mujeres. Cada vez hay más mujeres desaparecidas. Hay una locura. El machismo que parecía que estaba desapareciendo está resurgiendo y hay un problema de género muy, muy grave.
Además, la ultraderecha ha ido tomando fuerza otra vez y muchos derechos que se habían logrado se están echando para atrás. Por ejemplo, el aborto. Y parece que se ha parado el que se le pague la seguridad social a las mujeres que trabajan en las casas.
Pero creo que no solo en México, sino en todo el mundo.
AH – ¿Han llegado a México movimientos cómo Me Too?
Astrid Hadad – Creo que como estamos gobernados por monopolios, las actrices en México que han sufrido acoso no van a hablar porque se quedarían sin trabajo.
AH – ¿Cómo se incorpora todo esto a la cultura en general y al cabaret en particular?
Astrid Hadad – Eso es lo que precisamente hace el cabaret. Insistir en eso y hablar y dar fuerza a las mujeres. Eso es lo que uno hace cuando uno está en zonas tan marginadas. Decirles que ellas tienen que luchar. Como lo que hago cuando canto “La llorona” que les digo que ellas valen y que tienen que ser lo que quieran ser, que tienen que poner su voz adelante.
Cada vez hay más mujeres fuertes en México. Tanto en política como en puestos directivos. Como la periodista Carmen Aristegi; la escritora Elena Poniatowska, que siempre ha sido una luchadora por las mujeres; como Claudia Sheinbaum que espero que gobierne porque tiene un verdadero interés por la cultura y que está con López Obrador. Hay muchas, muchas. Aunque México está en un momento político muy difícil porque los políticos han tomado la política como un negocio, en vez de como una herramienta para hacer feliz a la gente.
AH – ¿Qué no le han preguntado y le gustaría que le preguntaran?
Astrid Hadad – Con qué sueño.
AH – ¿Y con qué sueña Astrid Hadad?
Astrid Hadad – Con que un día los políticos aprendan astronomía y sepan que somos un puntito microscópico en el universo. Y que los egos que son más grandes que cualquier universo se achiquen tanto como la Tierra, que somos nada, y se den cuenta que el objetivo final es que todo el mundo sea feliz.
Ese es mi sueño que algún día todos podamos ser felices. Leía en un artículo que con el 10% de lo que nos gastamos en publicidad podría comer todo el mundo. No existiría el hambre en la tierra.
El fin último es que unos y otros seamos felices.