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Lidia Navarro, una actriz en la que confiar

Soy actriz para lo bueno y para lo malo, por encima de todas las cosas.

Fotografia: @Jesús Asensi

 

Lidia Navarro es noticia porque estrena 337 kmde Manuel Benito en el Teatro Quique San Francisco de Madrid, a la vez que prepara con Hernán Gené una obra sobre cuatro payasas que representan tres obras de Shakespeare Una actriz que desde que comenzó en Coslada, la ciudad de su infancia y adolescencia, no ha dejado de trabajar. Desde Farmacia de Guardia, su primer papel profesional, a Cuéntame pasando por Herederos. Aunque su carrera se ha desarrollado fundamentalmente en el teatro asociado a directoras como Ainhoa Amestoy,Aitana Galán o Tamzim Towsend, o directores como Fernando Romo o Carlos Be. Con todas ellas ha repetido varias veces

Antonio Hernández (AH) ¿Qué hace en 337 km?

Lidia Navarro (LN)– Hago cuatro personajes. La madre y la abuela de Tonin, el personaje principal que tiene Asperger, la perra Laika y una azafata del planetario. Hago todas las mujeres de la función.

Antonio Hernández (AH) ¿Cómo hace para ser un perro?

Lidia Navarro (LN)– Juego las características de un perro. Sus movimientos, ladridos y jadeos. Y los incorporo a la voz de Laika. Una voz muy poética, que pertenece a la conciencia del niño que protagoniza la obra y con la que él habla.

AH– ¿Es la primera vez que haces un personaje como Laika?

LN– No. También fui Mary la Perra en la obra Aitana Galán llamadaCasa de Fierasen la Sala Cuarta Pared. Una historia alegórica que transcurría en un zoológico con maltrato de fondo.

AH – Aitana Galán es una de las directoras con la que ha trabajado con regularidad. En general, los directores con los que trabaja suelen volver a llamarla para sus siguientes producciones. ¿por qué?

LN –No lo sé. A todos los he conocido por vías diferentes, pero siempre por trabajo. Me han visto trabajar y luego me han llamado. Y posteriormente me siguen llamando, sí. Esa pregunta sería para ellas.

AH – Los papeles que ha hecho son muy diferentes. ¿Es algo buscado?

LN – Los actores queremos que nos lleguen cosas chulas, pero no siempre llegan. Ha sido casualidad. He de reconocer que me gusta hacer de todo.

De todas formas, se supone que los intérpretes deberíamos poder hacer cualquier papel. Pero es verdad que hay unos personajes que se te dan mejor que otros.

AH – ¿Por qué?

LN– No sé muy bien por qué. Tal vez porque me gusta mucho jugar y se me dan mejor los que me permiten ese juego.

AH- ¿Por qué estudió filología española?

LN– Porque me gustaba mucho la literatura. Recuerdo que desde pequeña quería ser actriz, bailarina o escritora. Me pasaba el tiempo haciendo teatro y poemas.

La verdad es que antes de entrar en filología me presenté a la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) de Madrid. Tenía tantas ganas de entrar que en la prueba me quedé en blanco y no me cogieron. Así que empecé filología hispánica en la Universidad de Alcalá de Henares que estrenaba la especialidad de Teoría y Práctica del Teatro y un Aula de estudios y práctica teatral.

AH – ¿Dónde se forma una actriz que no va a las escuelas oficiales de arte dramático?

LN– Mucha gente me dice que soy autodidacta y no lo soy. Tuve la oportunidad de comenzar a trabajar muy pronto con personas que me enseñaban mucho.

También, he hecho y hago muchos cursos de interpretación. Sigo formándome. Acabo de hacer uno con Hernán Gené y voy a hacer otro con Andrés Lima en un espacio nuevo, La Ventana, que conocí a través de la danza. Disfruto mucho bailando. Bailo siempre que puedo.

AH – ¿Qué cree que se ha perdido por no haber estudiado en la RESAD?

LN– Seguramente mucho al ser una formación muy amplia y concentrada en poco tiempo con gente que tiene el mismo interés que tú. Aunque no creo que hubiera sido una actriz diferente, lo cierto es que si tienes una carrera como la mía tienes que trabajar de forma diferente para conseguir lo mismo.

AH – ¿Cómo se forma alguien que no va a centros como la RESAD?

LN – A parte de lo que aprendes trabajando, que se aprende mucho, vas eligiendo cursos en función de lo que crees que necesitas en cada momento o de las carencias que detectas o de lo que te apetece.

Se aprende mucho también viendo, observando y leyendo. Actualmente estoy releyendo El actor y la diana de Declan Donnellan. Leo mucho porque también doy clases.

AH –¿De teatro?

LN –Sí, doy clases de teatro a niños, adolescentes y adultos. Empecé un proyecto de formación a niños en el colegio de mi hijo junto a Jesús Asensi y Teatro del Filo. Un proyecto que ha ido creciendo hasta convertirse en los responsables de las extraescolares de teatro que se dan en diferentes colegios de Montecarmelo y Las Tablas [nuevos barrios del norte de Madrid]. El año pasado los cursos fueron en la calle porque la pandemia no permitía hacerlo en aulas.

AH – ¿Qué les enseña?

LN–Creo que a través del teatro se pueden enseñar muchas cosas. El objetivo del curso no es que se formen como actores o actrices. Si quieren serlo, adelante.

Mi interés principal es estimular su curiosidad, creatividad e independencia mediante el trabajo y el juego. También quiero enseñarles a trabajar en equipo y a comunicarse. Me gusta pensar que el teatro les ayuda a ser mejores personas.

AH – ¿En qué sentido?

LN– Creo que el arte en general sirve para ese propósito. Soy una firme defensora de lo que no es utilitario. De aquello en lo que no interviene el dinero.

Soy madre y lo que he intentado es dotar a mi hijo de herramientas que le permitan ser libre y feliz. Que no necesite cosas materiales para disfrutar de la vida.

AH – ¿Practica usted la austeridad?

LN– Sí. Soy muy austera por eso puedo seguir siendo actriz [y ríe diciéndolo] Soy feliz en las montañas, acampando. No necesito otros lujos.

AH – ¿Es dura la vida de una actriz?

LN– Sí, pero es muy bonita. Solo he tenido un bajón. Ha coincidido con la pandemia de covid, en la que estuve buscando alternativas laborales. Pero a medida que las cosas se van normalizando me he dado cuenta de que no son alternativas válidas para mí. Soy actriz para lo bueno y para lo malo, por encima de todas las cosas.

La lectura de El entusiasmode Remedios Zafra [Premio Anagrama de ensayo de 2017] me ha confirmado que la vocación tiene su trampa.

AH – ¿En qué sentido?

LN– Pues como dijo Asunción Balaguer en la última obra que hizo en el Teatro Español sobre su vida: “Disfruto tanto actuando, que tendría que pagar por ello.” Yo también soy de las que disfruta mucho actuando, por lo que me intereso más por lo que voy a hacer que por lo que pagan. El aspecto económico siempre lo dejo en segundo plano.

De hecho, si no fuera por la docencia me costaría cubrir los gastos. Y eso que soy afortunada porque siempre he tenido trabajo de actriz y trabajo con regularidad en proyectos que me ilusionan.

AH – En esta situación de tener que complementar el salario de actriz con otras actividades ¿qué le diría a toda esa gente que piensa que ya está bien de que se subvencione la cultura?

LN– Creo que no se han sabido explicar las cosas. La cultura nos nutre y nos llena. Sin embargo, no veo que la cultura sea una prioridad socialmente hablando.

Cuando en mis clases hablo a los jóvenes sobre literatura dramática, o creamos textos partiendo de nuestras experiencias o inquietudes, o debatimos sobre sus problemas, me doy cuenta de que tienen un interés enorme por aprender.

El sector de la cultura no es distinto a otros sectores que también reciben subvenciones, como puede ser la industria del automóvil. Sin embargo, la cultura, la sanidad o la educación no están adecuadamente financiados. Quizás porque no son rentables, no producen beneficios económicos, sino bienestar.

AH – ¿Cómo se sitúa la actriz Lidia Navarro en este contexto de la vida actoral?

LN– Estoy contenta. Porque tengo un plan B, el proyecto de formación que llevo a cabo junto a mi compañero. Sigo formando a niños con los que empecé cuando tenían cuatro años y van a cumplir dieciséis. Niños a los que les gustaba unirse para hacer cosas y compartir. Juntos hemos tenido experiencias teatrales y vitales maravillosas.

Cada vez acepto mejor la profesión, como es, no exactamente como la idealizamos. Y cada vez me gusta más ir al teatro y encontrarme con mis compañeros. Creo que porque soy muy consciente de lo difícil que es montar una obra.

En la primera obra que hice tras el confinamiento, me pareció que el teatro era más vida que la vida.

AH – ¿Por qué cree que se interesó por el teatro?

LN– Por timidez. En un ejercicio que hice en un curso con Rosario Ruíz, que nos pidió que resumiéramos nuestra vida profesional desde que comenzó nuestra vocación en un minuto, me di cuenta que era una niña muy tímida. Me pasaba el día escribiendo poesía inventando escenas, y canciones. Era mi manera de comunicarme con los demás.

Por eso busqué algo en Coslada, donde vivía. Encontré un curso de teatro en una escuela municipal. La profesora del curso, María Ángeles Martín, tenía un grupo de teatro que se llamaba Oripando con la que hice mi primera obra, un Anfritiónde Plauto, en el Festival de Teatro Aficionado de Navalcarnerojunto a Miguel Cubero y María Ayuso. En ese festival vi a Yllana por primera vez.

Mi adolescencia la pasé haciendo teatro. Fui muy feliz. De hecho, nos dejaban la llave del Centro Cultural La jaramilla y nos pasábamos el fin de semana haciendo escenografías y ensayando.

AH – La dotación teatral de Coslada en la actualidad es impresionante ¿era igual entonces?

LN– No, no tenía la dotación actual.

AH – Entonces ¿se acercaba a Madrid a ver teatro?

LN– Sí, pero no mucho. Entre estudiar y hacer teatro no teníamos mucho tiempo. Y luego, aunque me independicé muy pronto y me fui a vivir a Madrid, al barrio de Carabanchel, tampoco fui tanto como hubiera querido. Tenía que estudiar filología, estaba en el aula de teatro y tenía que trabajar también. Así que hubo una época en que no podía ir demasiado.

AH –¿Qué aportan los trabajos televisivos?

LN– Depende. Si solo tienes una frase ofrece poco.Pero si tienes un personaje se aprende mucho. Es otro tipo de medio. Se trabaja de otra manera. Sobre todo, si tienes un personaje con continuidad puedes ser creativo incluso puedes llegar a crear el personaje junto con los guionistas.

Es cierto que no hay papeles pequeños, pero si solo trabajas en secuencias anecdóticas no puedes hacer nada. Ni si quiera Isabella Rossellini pudo hacer mucho con las tres frases del cameo que tenía en Friends

AH –¿Qué pinta la danza en todo esto?

LN– Empecé muy tarde en la danza. Lo hice en la escuela de Karen Taft. Bailo siempre que puedo. El baile me ha ayudado mucho en mi trabajo como actriz.

AH –¿Cómo han llevado sus padres esta dedicación al teatro?

LN– Creo que a mis padres les cuesta entender que quiera vivir en un medio tan inestable o tan poco seguro. Ellos son profesores, con su salario a final de mes y las vacaciones pagadas y todo eso. Viendo lo que disfruto enseñando a niños, me animan a que siga sus pasos y me haga profesora.

Pero soy muy feliz como actriz. Para mí es muy estimulante ir de un proyecto a otro. Trabajar con compañeros nuevos, porque siempre se aprende. Gran parte de lo que soy es gracias a la educación que ellos me dieron.

AH –¿Qué le ha enseñado la interpretación que le valga para la vida?

LN– El teatro te da la sensación de que eres inmortal. Nada puede suceder cuando estás en el escenario. Da igual lo que la realidad imponga: todas hemos hecho funciones con fiebre, sin casi voz, con heridas, circunstancias personales dolorosas, y la función sigue adelante. Es una sensación que, aparte de en el teatro, solo la tuve cuando estuve embarazada.

El covid ha cambiado la situación. Si tienes covid no puedes ir al teatro. No puedes salir a actuar.

Por otro lado, me encanta jugar. Creo que es una capacidad que se pierde cuando uno crece. En mis clases veo que hay niños que a una determinada edad se dicen que ya no pueden jugar porque piensan que no tienen edad para hacerlo, aunque pueden seguir haciéndolo.

Jugar a ser otros te permite empatizar con otras formas de hacer y de pensar. De hecho, los actores nos pasamos el día analizando personas, como los psicólogos. Necesitamos entenderlas para poder encarnarlas, para que no parezcan un cliché.

AH –¿Qué le gustaría hacer a partir de ahora?

LN– Me gustaría ir al Festival de Mérida, que ya me toca. Trabajar en la sala grande del Teatro María Guerrero. Hacer más cine. Pero como esperar no espero nada en concreto, todo lo que me llega lo afronto con muchísima ilusión. Lo que realmente quiero es trabajar.

AH –¿A qué actriz le gustaría parecerse?

LN– Si tengo que elegir a una, a Petra Martínez.

AH –¿Por qué?

LNMe identifico mucho con la forma de vida personal y actoral que lleva.

AH –¿Qué aprende de las compañeras y compañeros con los que ha trabajado?

LN– Mucho. Me encanta escucharlos. En Herederos Concha Velasco o Álvaro de Luna tenían muchas cosas que contar. Por ejemplo, de cómo había cambiado el mundo de la prensa del corazón. O de las largas giras que hacían. Yo casi no he hecho giras como las que ellos me contaban.

En el otro extremo se encuentra Néstor Goenaga, el joven actor que hace de Tonín en 337 km. Él me cuenta las aspiraciones que tienen los actores de su generación para los que el sector audiovisual es una presencia constante en sus carreras desde el principio.

Mi primer trabajo fue para la tele como novia de Carlos Larrañaga en Farmacia de guardia. Sin embargo, ni se me había pasado por la cabeza trabajar en ese medio como actriz.

AH –¿Cómo llegó a Farmacia de guardia?

LN– Fue una cosa graciosísima, de esas cosas engañosas que pasan en la profesión. El día a día no es así. Nos enteramos de que se iba a hacer una audición y presentamos unas fotos muy caseras.

Las mías me las hizo José Luis Pecharromán, que ahora es uno de los directores de fotografía más importantes de España. Las presentamos y me seleccionaron para la audición que llevaba Carmen Utrilla a la que le gusté mucho y por eso obtuve el papel.

AH –¿Cómo le ha preparado todo lo que ha hecho anteriormente para337 kmy para lo que va a hacer con Hernán Gené?

LN– Me ha enseñado a aceptar mejor la confianza y el respeto que depositan en mí los directores y/o autores cuando me piden estar en sus montajes.

AH –¿Cómo se ha producido ese cambio? ¿La aceptación de lo que los demás ven en usted?

LN– Tal vez, porque me estoy relajando y porque creo que, al igual que otros muchas compañeras, merezco estar en escena. Al no haberme formado en la RESAD siempre he tenido la espinita de no haber un recorrido más formal.

AH –¿Tiene previsto hacer una devolución en Coslada y/o con la compañía de aficionados con los que empezó?

LN– Con la compañía sí. Nos hemos encontrado varias veces y hemos fantaseado con juntarnos y hacer algo, ahora que muchos de los que pasamos por allí somos profesionales.

También me encantaría juntarme de nuevo con los compañeros de Fuegos Fatuos. Una compañía que dirigía el recientemente fallecido Fernando Romo. En la que teníamos que hacer de todo desde cargar y descargar los decorados de la furgoneta hasta hacer la función.

AH – Parece que está hablando de Viaje a ninguna partela película de Fernando Fernán Gómez

LN–No es que me gusten las condiciones en las que tenían que trabajar sus protagonistas, pero sí me gusta mucho su espíritu porque facilita los proyectos con alma. Como la que tienen 337 kmy lo próximo que haré con Hernán Gené.

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