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Serpientes urbanas

Solitaria…
Divagando por las calles
Caída de no sé dónde
Apareciste con tus curvas sinuosas
Quieta
Reposando
En la acera
Sin pedestal para contemplarte.
No te hacía falta.
Lo cediste al Cul de la lleona que te observaba ahora, presa por el miedo de ser tocada.
Ansiaba tu libertad
Tu osadía
Perdida entre los vaivenes de pies
Me cautivaste
De repente me sentí como una hormiga ante una de las esculturas de Richard Serra. Tu piel madura, reseca…como el color del acero oxidado de aquellas altas paredes que te atrapan e invitan a recorrerlas todas ellas. Con tus mismas curvas. Presentes y penetrantes, escondiendo y jugando con el vacío. Espacio en movimiento. Llenando toda la sala del Guggenheim Bilbao. La materia del tiempo.
Ahora te gozo de nuevo
Como una obra de arte.
Pero te siento triste.
Me equivoqué poseyéndote
Solo por puro placer
Qué egoísta fui
Quizás te pueda devolver tu regalo
Llevándote al bosque
Para que sientas el susurro de tus compañeras colgadas que verdes y vivas anhelan también la libertad de tus últimos días.

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