Los zapatos ya, no parecen tener el mismo brillo. Restriega con fuerza uno contra el otro tratando, inútilmente de igualarlos. Sin resultado. Como si el aspecto de los zapatos pudiera hacerle sentir limpia por dentro.
Se encuentra sentada en una esquina. Ya no siente ganas de reír, de hablar con sus amigas. Ya no. Hace días que pasa el tiempo perdida en sí misma, ausente a todo lo que le rodea, como su el sentido mismo se hubiera ido en un parpadeo inoportuno.
Sin cadenas siente los pies y la piernas lastrados, no puede moverse con fluidez. Ahora bailar, sentirse ligera, le parece un sueño, algo que pertenecía a otra persona y a tenido que devolver. Se siente incapaz de traspasar el dintel de la puerta de los vestuarios para quitarse la ropa y cambiarse con las demás.
Todo parece erróneo. Como si le hubieran sacado una foto y hubieran robado el alma en ella, solo queda una imagen desenfocada y en negativo. No se reconoce cuando se mira al espejo por las mañanas, ya no aguanta la imagen que le devuelve el espejo.
Algo está mal, nota el miedo trepar por la piel. Tiene miedo del “qué dirán”, incluso de que no la crean. Es presa de unos barrotes que solo ella puede ver. Encerrada en una esquina sin valor para pedir ayuda.