A todos nos han planteado en algún momento cuál sería el superpoder que querríamos tener si tuviéramos la posibilidad de optar a ello.
Jamás lo he tenido claro.
De niña quería volar, supongo que la inocencia de la infancia confunde la realidad con la ficción más de lo debido, cuando la ilusión reside en la magia, en todo aquello que no es posible en el mundo real, pero tu, convencida de la autenticidad y singularidad de tu existencia, piensas que todo es posible. El mundo no, pero tu sí, claro que sí.
En la adolescencia quería ser invisible, qué sucede cuando yo no estoy presente, cómo se comporta la gente en mi ausencia, qué me estoy perdiendo, qué no se, qué no debería saber, qué no puedo saber. Hay miedos, inseguridades y flaquezas detrás de ese deseo.
El otro día haciendo la reflexión, en un primer momento pensé que lo que querría sería volver al pasado, poder hacer mejor lo mejorable, poder fallar menos, poder estar mas orgullosa de mis decisiones. A medida que lo pensaba era consciente de lo inutilidad de ese poder, porque fallar mejor en terreno conocido, no me impedirá nuevos errores, hacer mejorable el pasado no me hará esquivar obstáculos futuros y tomar las mismas decisiones no me prepara para las que vendrán.
Tampoco querría estar donde no me corresponde, escuchar lo que no puedo o ver lo que no quiero, porque me niego a no estar si no es de frente, a no respetar los limites que los demás trazan en sus pensamientos, a no mirar a los ojos y confiar, a saber hasta donde me quieran contar.
Asi que si pudiera tener un superpoder sería el de la satisfacción. El poder de la satisfacción es el de querer estar donde estoy. Es la sensación después de tomar una decisión correcta, la felicidad de estar disfrutando el camino elegido. Es no vivir una vida deseando otra. Es no hacerle hueco al miedo, ni a la nostalgia, ni mucho menos a la envidia. Cuando todo lo que tienes es hoy y con eso sobra.
Es bonito ver como nuestros deseos evolucionan con nosotros, igual que nuestros superpoderes.
¿Cuántos hemos conseguido ya?
Dejar de desear lo que no se tiene, ni se puede tener, hasta el punto de no quererlo ni tan siquiera echarlo en falta creo que también es un superpoder.