Me he dado cuenta de que, inevitablemente, cada vez que escribo un artículo (casi siempre) hablo de mí. Cuento algo que me ha pasado, algo que pienso, algo que me agrada o desagrada. Siempre yo, yo, yo…Y, dicho así, suena a egocentrismo. Puedo parecer incluso una persona algo narcisista. Nada más lejos de la realidad.
Es cierto que hablo mucho de mí y de mis cosas, pero si lo hago es precisamente con la esperanza de poder servir de ayuda. Porque, a veces, saber que alguien está pasando por lo mismo que nosotros, puede hacernos sentir un poco mejor; y, quizá, menos solos. Y no es afán de protagonismo; al contrario. Es ceder un poco de ese protagonismo a cada uno de los lectores. Cuando nos cuestionamos cosas, situaciones, sentimientos… y creemos que somos unos bichos raros, nos consuela saber que hay alguien más como tú. Seguramente, muchos más de los que te esperas.
Y no es un síntoma de egolatría (aunque pueda parecerlo), ni pretendo inculcar a los demás mis creencias u opiniones. Simplemente, se trata de compartir. Y compartir siempre es gratificante, independientemente del lado en el que se esté.
A veces las voces en mi cabeza llegan a ser una auténtica pesadilla, bombardeándome a preguntas, ideas y pensamientos absurdos. Entonces, pienso que estoy loca y me pregunto si a alguien más le pasará lo mismo, así que cuando encuentro a alguien que expresa eso que estoy pensando, respiro tranquila y me siento aliviada.
Así que, supongo que YO seguiré escribiendo sobre MÍ, para que TÚ lo leas y sientas que somos NOSOTROS/AS