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Esas veces

A veces, de los sexos abiertos como heridas brotan auroras.

Y las noches salvajes se acurrucan tras los párpados aguardando repetir.

La puerta giratoria de la rutina se atasca,

las salas dejan de esperar y

los gestos de hastío transmutan en luciérnagas aureoladas.

Las blusas se abren dejando al aire pechos púberes

y vírgenes enojadas arrojan sus hímenes a la pira del amor.

La primavera decapita al invierno,

nunca se podrá probar,

y los sueños asedian a la cotidianidad hasta su total rendición.

A veces, todos los escaparates parecen navideños,

y todos los mendigos, Papá Noel.

Las torres pierden el control,

los aviones se unen a las bandadas de golondrinas,

los trenes se apean de las vías y corren libres campo a través

y los ascensores suben hacia abajo

hasta alcanzar el corazón de la tierra.

Y las bailarinas revientan las cajitas de música y

corren a asesinar a Antoine Favre.

Los ojos de buey, por fin, ven

y Dios se disculpa por haberlos creado ciegos.

Son las veces en las que tu boca me nombra

y tus manos me dan a luz.

Las veces en las que el Big Bang estalla en mi vientre.

Y soy.

En tu boca.

En tus manos.

En mi vientre.

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