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Gracias por ser una buena madre

A todas las buenas madres, en especial, a la mejor de todas: a la mía.

Gracias por enseñarme que ser buena madre no es ser perfecta, sino la libertad de cometer errores y dejar que yo los cometa. Por enfadarte, perder los papeles y la paciencia a la vez que cocinas mi plato favorito. Gracias por haber dicho cosas de las que al momento te has arrepentido, porque en esas situaciones aprendí que tenemos la capacidad para rectificar y pedir perdón.

Gracias por haber tenido malos días porque así aprendí que en la vida ni todo es color de rosa, ni siempre es un camino recto y sin curvas. Te vi llorar y, a pesar de dolerme como a ti, aprendí que las lágrimas son necesarias, curan, limpian y sirven para ver las cosas con perspectiva.

Gracias por olvidarte aquella vez de comprar la leche para desayunar, porque ahí me enseñaste que nadie es perfecto, que todos tenemos despistes y que todos nos podemos equivocar. Aquel día sin saberlo me enseñaste el valor de la autenticidad y de la búsqueda de un plan B si el plan A no sale como esperabas.

Gracias, incluso, cuando metí la pata y en lugar de darme la razón sin tenerla me enseñaste que estaba equivocada. Ahí aprendí que el amor de madre es incondicional… pero no ciego. Por mirar más allá de mis torpezas y ser capaz de ver la persona en la que podría llegar a convertirme. Gracias mamá por confiar en mi incluso en los momentos en los que ni yo misma lo hacía.

Gracias por aquellas veces en las que me has dejado tropezar porque si algo vital me has enseñado es a comprender que todos tenemos derecho a aprender de las caídas. Me has ofrecido la libertad de tropezarme para hacerme más fuerte y siempre has estado a dos pasitos detrás de mi por si la caída era muy grande, poder sostenerme con tu amor y comprensión. Gracias, mamá, porque ahora entiendo que te dolieran a ti más mis heridas que a mi misma.

Te he visto crecer, perdonar y ser valiente. Eres mi brújula cuando me siento perdida y mi estrella polar para no perder mi norte. Gracias por haber sacado la mejor versión de ti misma para enseñarme a ser mejor persona; y por haber luchado sin guantes de boxeo y salir victoriosos en el ring de la vida.

Después de todos estos años entendí que la vida no tiene un libro de instrucciones y es ahora cuando me toca a mi devolverte todas las caricias que me has regalado desde pequeña. Porque con el tiempo he aprendido a valorar las cosas importantes de la vida y a cuidarlas como se merecen… como solo tú te mereces.

Nadie me conoce como tú y has sido mi mejor lección y aprendizaje incluso cuando pensabas que no te observaba ni escuchaba. Eres la mejor madre que puedo tener y nadie me quiere como tú lo haces.

Porque, de todas las madres del mundo, SIEMPRE te hubiera elegido a ti.

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Reparando Alas Rotas

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