“Toda esa dimensión de angustia no se puede explicar racionalmente”
“Si te vas, me muero” es una frase que todos los enamorados, unos más que otro, hemos pronunciado, pensado o sentido alguna vez. Cuando lo sentimos, no es un decir, no es una manera de hablar ni una metáfora; es que la angustia ante la separación nos hace batir el corazón de tal manera que, literalmente, sabemos con certeza que esa tarde nos vamos a morir.
La buena noticia es que, aunque pasemos un tiempo con esa angustia y desazón, al final nos recuperaremos o, por lo menos, el sufrimiento se mitigará. Pero, mientras tanto, viviremos un dolor desbordado, que nos oprimirá el pecho y nos impedirá respirar.
Toda esa dimensión de angustia no se puede explicar racionalmente, aunque intentaré aclararlo lo mejor que pueda.
Para empezar, cualquier separación nos pone delante de los ojos una de las peores realidades con las que tenemos que convivir los seres humanos: la autonomía del ser amado. Es decir, nadie es dueño de nadie.