Escribir es narrar finales, coleccionar historias. Y cada verso el intento de coser un nuevo inicio a cada uno de esos momentos. Leerlos es inaugurar la oportunidad de que todo está por empezar. Todo cabe, todo se da. Aunque no todo se pronuncie.
En estos ochenta trozos de alma, que no son más que ochenta maneras de adjetivarte como la misma autora reconoce, en estos pellizcos de vida, arrancados al pan nuestro de cada día, como no podía ser de otro modo en alguien que, cada día zarandea el árbol de la existencia buscando hacer caer de él sus mejores frutos, estos poemas ponen a prueba nuestras certidumbres. Una a una, van cayendo al suelo y allí Grela Bravo, en un intento de controlar el vértigo que produce saber que nada es lo que parece, nos espera para abrazarnos con sus palabras, las escritas y las que nunca escribió, para decirnos que no importan los desengaños, las frustraciones, los deseos nunca satisfechos, el dolor ni las pérdidas, porque todo forma parte de lo que somos, y hasta el último aliento, siempre nos queda seguir.
Este libro que tiene en sus manos, querido lector, es un verdadero manual de uso y disfrute de los sueños sin tiempo, sin dudas ni lamentaciones y, ante todo, una invitación a transitar por la existencia a corazón abierto. Como lo hace Grela Bravo, toda fuerza, toda coraje, toda pasión.
