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A solas

Quietud, quizás excesiva.

Calma que llena la mente, 

silenciando, clavando un blanco

en un pensamiento acostumbrado

a tanto trasiego que queda abrumado.

 

Sol a través de la ventana 

calienta mis piernas,

destaca los dedos que parecen querer

flotar entre las motas de polvo.

 

Cierro los ojos, busco una evasión,

ser pura diegesis, 

rozar algo del sueño de mis escritos

y salir de la realidad que me aplasta.

 

Mis manos se deslizan 

bajo el volante de la falda, 

deslizando la tela suavemente

en sentido ascendente, 

mientras las piernas se doblan 

sobre el reposabrazos

para elevar la temperatura 

de algo más que el ambiente.

 

Imagino sus dedos 

miméticos en los míos.

Sus gestos, 

rozando el borde de mis bragas,

rozando el monte 

aún tan solo por encima de la tela.

 

Puedo recordar su aliento sobre mi piel,

las manos introduciéndose 

y deslizando por el borde de las ingles.

Rememoro el sonido de su respiración,

tan real que 

casi creo estar notándola en los oídos,

mientras noto como mis caricias 

son escuchadas, lubricadas

desde mi interior.

 

Juego con mi excitación, 

con mi capacidad 

de hacer crecer la sensibilidad entre mis dedos hasta casi rozar el orgasmo

para alejarlo y relajalarlo.

 

Volver una y otra vez, 

en un intercambio,

mientras rememoro sus labios, 

su mirada, sus gemidos 

incitando los míos en compensación.

 

Acercando y alejando el deseo 

en intervalos más cortos 

hasta finalmente 

cruzar el umbral y ser incapaz 

de detener el orgasmo.

 

Con los dedos hundidos,

notando los espasmos,

las contracciones rítmicas, 

las oleadas de placer en el vientre, 

en el diafragma.

Enmudecido y quieta.

 

Sintiendo la presión de mi vagina

contra lo que debería ser 

su miembro erecto. 

Tratando de entender las sensaciones,

el intercambio de calor y placer.

De él hacia mí.

De mí hacia él.

 

Volver poco a poco a la realidad, 

a lo vacuo e insulso de la realidad.

Todo sigue en calma,

bajo el sonido acelerado de mi corazón, 

huído más allá de las paredes que me acogen.

 

Volver por unos minutos.

A otra habitación, 

entre otros brazos, 

en otro momento.

  1. Procaz y a la vez increíblemente tierno.
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