Avanza sin tocar el suelo,
casi como si andar fuera
algo anodino e innecesario.
Una máscara es su rostro,
capa de resina que cubre la verdad
de un cuerpo que se acomoda
para dar el resultado que todos esperan ver.
Y el viento grita su nombre
entre los muros que intentan detenerlo, como un mantra
para tratar de atraparlo.
Imposible y insensato.
Él habrá marchado ya
cuando lo busques.
Habrá recorrido un camino
que aún no sospechas
ni puedes intuir en tu futuro.
Su sombra esquiva los rayos del Sol,
se oculta en el reverso de las hojas
que se deslizan de los árboles en octubre.
Empapa su leyenda
los labios sedientos
de historias de desamor sobre vidas ajenas.
Es un extraño sin pasado,
solo futuro, sin cruzar jamás el presente.
Un olvido grabado en la memoria
que surge en las notas de una bella canción.