Queríamos ser grandes sin dejar de ser niños. Soñábamos despiertos para no olvidarnos de lo importante.
A veces las cosas resultan más sencillas cuando no tratamos de organizarlas, cuando no buscamos cumplir las expectativas.
Dime ¿qué nos sucedió? ¿En qué momento nos desviamos del camino?.
¿Cuando cerramos a cal y canto nuestras puertas para dejar de mirarnos con sinceridad?.
Tú lo sabes. Queríamos ser verdaderamente grandes, no importantes, grandes.
Dejar nuestro legado grabado en algo más que en papel o piedra. Ser parte de lo que se queda en el corazón de aquellos a los que conocimos, mucho tiempo después de desaparecer.
¿Qué nos sucedió?. Ya no hay la llama en nuestros ojos, ni es el mismo el sentir de nuestra piel.
El presente se fue arrinconando como pasado y creo que nos detuvimos demasiado mirando atrás. La nostalgia nos cortó el hilo que nos unía a la cometa de nuestros sueños.
Tengo miedo de coger tu mano. Quizás ya no está a la medida de la mía. ¿Como regresar a un corazón que se enfrió tras mi ausencia? ¿Como romper el silencio de un vacío creado sin un adiós?
Quise ser grande. En parte por mí, en parte por ser grande contigo. Ahora me siento un satélite que perdió su planeta y vaga para siempre en una oscuridad fría y metálica.
Fuimos niños, aunque ya habíamos pasado la adolescencia.
Cuando desperté estaba sola, alejada los sueños que creamos esos días.
Regresa algún día para recordarme cómo crear mares con las gotas de la lluvia.
Quisimos ser verdaderamente grandes.
