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Nostalgia

Soy una persona nostálgica. Pero no de las que piensan que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Más bien, pienso que lo que fuimos es lo que nos ha hecho ser lo que somos. Y aunque, según la R.A.E., la nostalgia es una “tristeza melancólica que surge por el recuerdo de una pérdida”, yo no siento la nostalgia como algo triste. Aunque se diga eso de “vive el presente, sin mirar al pasado ni al futuro”, a mí me gusta, de vez en cuando, echar la vista atrás. Recordar los juegos y las risas de la infancia, las locuras de la adolescencia, personas que, aunque ya no formen parte de nuestra vida, han dejado un poso en ella. 

Hace poco, revolviendo en el baúl de los recuerdos, encontré una caja con antiguas cartas. Cartas manuscritas (de las que echo de menos), escritas con toda la confianza, con complicidad. Leyendo alguna de las que me escribió el que fue mi mejor amigo en otra época, pude recordar su voz y su risa. Y eso provocó una sonrisa en mí y los recuerdos se agolparon en mi cabeza. Una persona que hace ya muchos años desapareció de mi vida pero que su recuerdo me provoca alegría. Encontré, también, una postal que una amiga me había enviado desde Benidorm, en unas vacaciones, cuando aún estábamos en el instituto. Inmediatamente, le saqué una foto con el móvil y se la envié por whatsapp (ella es una de esas antiguas amistades que aún conservo). Se sorprendió. No recordaba la postal y ni siquiera reconocía su propia letra. Me dijjo: -no hay que guardar tanto… Pero yo no podía dejar de sonreír. En la postal hablaba de nuestras vivencias de aquella época y eso hizo que mi memoria se activase. Yo no veo nada de malo en guardar recuerdos. Al contrario. Me encanta. Sorprenderse con un nítido recuerdo de hace 25 años es gratificante…

¿Quién no ha observado alguna foto antigua, de vez en cuando, y se ha reído? Por su vestimenta, por su peinado… Podemos observar nuestra propia evolución. Es magnífico. No me puedo imaginar mi vida sin recuerdos. Los buenos y los malos. De cada uno de ellos he aprendido algo. Y, si volviese atrás en el tiempo, los volvería a repetir. Todos y cada uno de ellos. Cuando alguien dice: -ojalá volviese a tener 18 años, sabiendo lo que sé ahora, yo pienso: -no, yo quiero volver a tener 18 años tal cual, como entonces, con aquella ingenuidad, creyéndome que lo sabía todo, que me iba a comer el mundo, cometiendo los mismos errores… ¿Cómo, si no, podríamos aprender y avanzar?

Los recuerdos son maravillosos. Una parte esencial de nuestras vidas. Yo no quiero vivir sin ellos.

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