Pasos que retumban huecos
en un pasillo interminable,
pies que se asientan
sobre la superficie pulida,
uno tras otro a un ritmo constante,
tan monótono que
has aprendido a ignorarlos.
Eco que no devuelve,
que ciega la realidad
con el plagio de lo que podría ser música
pero solo es un obstáculo más
en la carrera encerada
que te traslada de casa a un lugar
donde sacrificas tu vida y tus ideales
por dinero.
Vacío,
el respirar apenas insufla
algo más que aire viciado
y olores entremezclados
que no tratarás de distinguir.
Lecturas rápidas
a literatura sin estilo y sin alma,
versos robados,
colocados en un fondo masivo,
por unos números de visualizaciones
para llenar el narcisismo de sentirte algo.
El alma salió para buscar algo más cierto
que tú cáscara dura y apática,
tus rutinas sin sentido
y las vacaciones en las que
solo sigues el movimiento
de rebaños humanos.
Nada parece romper el sueño,
nada rasga el encanto
de una fantasía preferible a la vida.
Los ojos lloran por dentro,
de enojo y angustia contenida.
Nacer para esperar un trozo de tierra
donde morir
sin haber saboreado
un solo día de libertad.