La diferencia entre tú y yo es que tú quieres y no puedes y yo puedo y no quiero. Ya no.
Entre tus “pudiste” y mis “quise” se ha formado un océano. Imposible cruzarlo a nado. Nuestros tiempos son opuestos y tu vida y la mía no volverán a unirse. Se repelen. Se distancian.
Hubo un tiempo en que me tuviste bebiendo en tu mano. Pero el agua se escapaba entre tus dedos, dejándome sedienta. Busqué gotas de rocío, charcos, ríos… y apagué mi sed.
Ahora vienes, intentando que vuelva a beber de tu mano, con ella rebosante de agua y los dedos muy juntos para que no se derrame. Pero ya no. Ya no quiero beber, y menos de esa agua que me ofreces con la mejor de tus sonrisas… sé que son tus lágrimas las que han llenado el cuenco de tu palma. Las que has derramado cuando te has dado cuenta de que yo ya era un pajarillo que volaba feliz y no te necesitaba. Y eres tú el que se encuentra en una jaula.
Si necesitas agua, podré ofrecértela o ayudarte a buscarla, pero yo ya no. Ya no volveré a beber de tu mano…